Existen en la sociedad muchas ideas de cómo debería ser una buena madre. ¿Cómo saber lo que realmente es correcto? ¿Qué dice la Biblia al respecto?
“¡Que mala madre eres que no le permites a tu hijo ir a la pijamada!”
“¡Deberías comprarle a tu hijo estos zapatos que le recomendó el médico a mi hijo, son muy buenos!”
“¿Cómo se te ocurre todavía darle de lactar a tu hijo?”
Si usted es madre, muy probablemente haya escuchado expresiones semejantes a las mencionadas. Es común que las personas a nuestro alrededor nos quieran decir cómo criar a nuestros hijos. En algunos casos, por su insistencia, estas personas pueden hacernos dudar de nuestro propio desempeño como madres.
Veremos en este artículo algunos consejos para cumplir este rol tan importante, según la verdad de Dios y no según las opiniones personales.
1. Colaborar en el orden familiar
En Mateo 22:37-38, Jesús nos exhorta a que amemos a Dios primero, antes que todas las cosas: “[…] Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón […] éste es el primero y grande mandamiento”. En las prioridades de una esposa, luego de Dios, debe siempre estar el esposo. Un error frecuente se comete cuando en segundo lugar se colocan a los hijos. Como consecuencia, ellos resultan siendo el centro de la familia, lo que normalmente conlleva a mayores problemas. Ambos padres deben siempre enseñar a sus hijos la importancia de poner los mandamientos de Dios por sobre todas las decisiones y preferencias.
2. Enseñar con el ejemplo
Haber visto el ejemplo de nuestros padres durante toda nuestra infancia nos ha formado, más que todas las veces que nos han hablado de ciertos temas. Esto sucede porque el ejemplo es mucho más fuerte que las palabras. Por lo tanto, es extremadamente importante que los padres seamos un buen ejemplo para nuestros hijos. Los niños pequeños copian todo y si nos ven arrodillarnos para orar, nos observan cómo guardamos el día sábado y notan nuestro buen trato con los demás, lo más probable es que actuarán de la misma manera.
Debemos cumplir la misión que se nos ha dado en Deuteronomio 11:19 “Y les enseñaréis a vuestros hijos, [las palabras de Dios] cuando estés sentado en tu casa, y cuando andes por el camino; cuando te acuestes y cuando te levantes.” Pensemos en que estamos criando a potenciales hijos de Dios y que nuestra tarea diaria debe ser acercarlos al carácter de Dios. El rol de las madres es fundamental para enseñar a nuestras hijas a ser buenas esposas y madres y a nuestros hijos a tratar a las mujeres con amor y respeto.
3. Digamos “no”, con amor
Dios puso límites a los seres humanos, a través de sus mandamientos escritos en la Biblia. Muchas veces Él reafirma que todos sus mandamientos son por nuestro bien, y no por algún capricho. Dios también nos advierte de la importancia de ponerles reglas a nuestros hijos y corregirlos cuando sea necesario. Proverbios 13:24 dice: “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; más el que lo ama, temprano lo corrige”.
Todo hijo necesita aprender bien cuáles son los límites y para ello es imprescindible que seamos firmes al decirle “no” en ciertas ocasiones. Sería fácil ceder ante las presiones y los llantos de los hijos, pero al mismo tiempo no podemos ceder en que ellos sean quienes pueden mover los límites, según sus gustos.
4. Orar por nuestros hijos
Es muy difícil y en ocasiones estresante ser madre. Pero no estamos solas. Tenemos a Dios de nuestro lado y Él espera que le pidamos lo que necesitamos. Podemos pedirle diariamente discernimiento para tomar buenas decisiones en la crianza de nuestros hijos, paciencia para no enojarnos con ciertas situaciones y las fuerzas para cumplir todas las misiones que se nos han encomendado. Es muy importante orar por nuestros hijos, por su bienestar, para que puedan tomar buenas decisiones y que entiendan cada vez más el camino de Dios.
5. No criticar a otras madres
En la introducción mencionamos algunos juicios que comúnmente hace la sociedad hacia las madres. Junto con los “consejos” insistentes, muchas veces se corre el riesgo de condenar. En nuestro pensamiento, la otra madre puede estar actuando mal porque no sigue nuestro consejo. Nuestra premisa debe ser siempre que la otra dama está haciendo el mejor esfuerzo para ser una buena madre. No conocemos las circunstancias exactas de ella, sus hijos y su familia. Es terrible el dolor que siente una madre cuando se ha sacrificado tanto, para al final ser juzgada con palabras y miradas condenatorias. Las madres cristianas debemos animarnos mutuamente a dar lo mejor por nuestros hijos y por el camino de Dios.
6. Ser una madre presente
Por último, para poder cumplir con todos los aspectos mencionados, tenemos que estar siempre cerca de nuestros hijos y pasar tiempo con ellos. ¿Cómo podríamos serles un buen ejemplo y mostrarles cada día el camino de Dios, si no pasamos tiempo con ellos?
Que estos consejos alienten a todas las madres a llegar a ser lo que Dios espera de nosotras… y no necesariamente lo que el mundo desea. Así estaremos realmente en el camino hacia ser buenas madres.