Vivimos en una época llena de estrés. ¿Qué podemos hacer para reducirlo?
Gavin casi podía ver la nube oscura posada sobre su cabeza.
Había sido un día duro desde el comienzo, y empeoró aún más cuando alguien, a quien respetaba mucho, le hizo una fuerte crítica delante de un desconocido. Eso había sido hacía dos horas, y desde entonces no había sentido ni un sólo momento de alegría en su vida.
No es que Gavin no quisiera ser feliz, pero por alguna extraña razón sentía como si una espesa y oscura nube se posara sobre él. En 20 minutos tenía que ir a trabajar y no se sentía con fuerzas para ello.
Sin saber qué hacer, Gavin inclinó la cabeza y oró para que la nube se alejara. Cuando llegó al trabajo todavía estaba molesto, pero la nube que parecía tan consumidora y agobiante ya había desaparecido.
Cuando la vida te da limones
Todos tenemos momentos en los que la vida se vuelve dura, cuando “la vida nos da limones”, como dice el refrán. Independientemente del grado, todos hemos experimentado el desánimo e incluso la depresión.
Aunque no hayamos llegado al punto de la depresión, definitivamente sentimos el estrés de la vida diaria. Especialmente en un mundo de COVID-19, invasiones rusas, crisis económicas, revueltas y otros desastres, el estrés puede ser considerable. Se acumula fácilmente sobre nuestros hombros.
Entonces, ¿cómo lidiar con ese estrés?
Una clave para lidiar con el estrés
Una de las claves para afrontar el estrés es no hacerlo solos. Necesitamos amigos cercanos con los que podamos hablar de nuestros problemas y que nos ofrezcan consejo y ánimo (Eclesiastés 4:9-12).
Dicho esto, también hay situaciones en las que se necesita ayuda profesional. Si la depresión o la ansiedad son graves, se recomienda el asesoramiento profesional.
Y, aun con el asesoramiento profesional hay, definitivamente, alguien más a quien necesitamos: Dios.
Cristo nos dice que, si nos sentimos abrumados por un gran peso, podemos acudir a Él y nos aliviará la carga (Mateo 11:28-30). Él no sólo quiere que vivamos la vida, sino que la vivamos con abundante alegría y paz (Juan 10:10).
Dios está dispuesto -incluso deseoso- a ayudarnos en nuestras aflicciones.
Pero, ¿cómo podemos incluir a Dios?
La herramienta de la oración
Dios nos ha dado la herramienta de la oración para que podamos acudir a Él con nuestros problemas y tensiones.
La oración nos ayuda a desarrollar una relación con nuestro Padre en el cielo. Es una forma de saber que Él está ahí para nosotros, ayudándonos cuando lo necesitamos. Nos capacita para soportar los momentos estresantes de la vida, sin perder el control o caer en una mentalidad de víctima.
David comparó las pruebas difíciles con caminar “por el valle de la sombra de la muerte”, pero también reconoció la ayuda y la bendición de tener a Dios con él en esos momentos: “No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Salmo 23:4).
Dios se preocupa profundamente por cada uno de nosotros.
Podemos poner nuestras preocupaciones sobre Él, con la confianza de que nos ayudará con ellas (1 Pedro 5:7). Este tipo de relación y consuelo proviene de hacer lo que dice el apóstol Pablo: “Orad sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Esto no quiere decir que debamos estar orando literalmente las 24 horas del día, sino que debemos ser consistentes y persistentes en la oración, siempre listos para orar.
Debemos orar a Dios durante el día, ya sea para pedirle ayuda en tiempos difíciles o para alabar su glorioso nombre al ver las muchas bendiciones que nos da. En esas oraciones, podemos aferrarnos a su promesa: “Nunca te dejaré ni te abandonaré” (Hebreos 13:5).
Cuando te sientas estresado
Así que, la próxima vez que te sientas estresado, tengas un mal día o empieces a sentirte deprimido, intenta caer de rodillas y acudir a tu misericordioso y magnífico Creador. Él sabe por lo que estás pasando, y está deseoso de ayudarte: “Porque no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:15-16).
La oración es una de las herramientas que puedes utilizar para hacer crecer tu relación con Dios. Cuando estés cerca de Él, te ayudará a manejar los momentos de estrés en tu vida.