Todos hemos visto ejemplos de matrimonios excepcionalmente fuertes. ¿Qué es lo que hace que estos matrimonios se destaquen como excepcionales?

Este año mi vida cambió.
Mientras terminaba con entusiasmo los detalles finales de la planificación de la boda, esperaba recibir la bendición del matrimonio y la oportunidad de comenzar a construir una relación de por vida con mi mejor amigo.
Mientras nos preparábamos para el día de nuestra boda, mi prometido y yo reflexionábamos a menudo sobre los ejemplos de muchas parejas cuyos matrimonios admirábamos y las características de sus relaciones que queríamos emular. Reconocimos que todas estas parejas parecían tener algo especial que fortalecía su conexión. Esta observación nos llevó a una pregunta importante: ¿Cuál es la clave para un matrimonio excepcional?
Para ayudar a responder esta pregunta, le pregunté a un grupo de damas de la Iglesia acerca de sus perspectivas sobre lo que consideraban la clave para construir un matrimonio excepcional. Sus respuestas fueron esclarecedoras y son especialmente útiles para las mujeres jóvenes, casadas o solteras, que desean un matrimonio excepcional.
La clave para un matrimonio excepcional
Cada matrimonio es diferente, pero un ingrediente debe estar presente para que un matrimonio sea excepcional.
El matrimonio se produce entre dos personas, pero intervienen tres seres: el marido, la mujer y Dios. Dios está presente en la boda de una pareja cuando Él los une como marido y mujer, y deberá permanecer presente durante todo su matrimonio, si se mantienen fieles a Él y a su pacto matrimonial (Mateo 19:5-6). En nuestro mundo impulsado por lo material, puede ser fácil descuidar el papel críticamente importante de Dios en esta unión, pero es algo que no podemos darnos el lujo de olvidar.
De la misma manera que nuestras vidas deben estar edificadas sobre Dios (1 Corintios 3:11), nuestros matrimonios también deben estar edificados sobre Dios. Cuando un esposo y una esposa acuerdan hacer de Dios el fundamento de su matrimonio y comparten la meta de buscar el Reino de Dios, El Creador bendecirá sus esfuerzos (2 Corintios 9:8; Mateo 6:33). Él los ayudará a utilizar sus cualidades y fortalezas individuales para producir sinergia dentro de su matrimonio.
¿Qué es la sinergia y cómo se aplica al matrimonio?
Dictionary.com define la sinergia como “la interacción de elementos que cuando se combinan producen un efecto total que es mayor que la suma de los elementos individuales, contribuciones, etcétera”. Dicho de manera más simple, la sinergia es cuando el todo es mayor que la suma de sus partes.
Este es un concepto asombroso. En el matrimonio, marido y mujer tienen la oportunidad especial de lograr más juntos de lo que cada uno puede lograr individualmente.
Una de las mujeres que entrevisté pintó un hermoso cuadro de sinergia en la práctica. Explicó que, “los pensamientos, intereses y formas de pensar del esposo y la esposa se envuelven y enrollan uno alrededor del otro, creciendo juntos hacia Cristo, como enredaderas retorcidas que crecen en el tronco de un árbol”. Esta es la imagen del matrimonio excepcional que todos deseamos. La sinergia es el objetivo, y la presencia y participación de Dios son la clave.
El papel de la esposa en la construcción de sinergias
No podemos lograr una sinergia espiritual en el matrimonio separados de Dios, pero aún así tenemos un papel que desempeñar en su construcción. Dios recompensa nuestros esfuerzos, pero aún así debemos esforzarnos.
Como esposas, ¿qué podemos hacer cada una de nosotras para ayudar a generar sinergia en nuestro propio matrimonio?
1. Poner a Dios en primer lugar.
La forma principal es esforzarse por imitar a Dios (Efesios 5:1) mientras le temes y guardas sus mandamientos (Eclesiastés 12:13). Las Escrituras enfatizan el valor de una mujer temerosa de Dios en Proverbios 31:30, que dice: “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme al Eterno, ésa será alabada”.
La sinergia requiere un crecimiento constante de ambas partes para mantenerse vivo y prosperar. Para crecer con nuestro cónyuge, primero debemos crecer y desarrollar nuestra relación con Dios.
2. Esforzarse por vivir con comprensión.
En 1 Pedro 3:7, Dios instruye a los maridos a vivir con sus esposas con sabiduría. Aunque Pedro se dirigía específicamente a los maridos, vivir con sabiduría es una herramienta que tanto los maridos como las esposas pueden utilizar para fortalecer los vínculos de su matrimonio y producir sinergia.
No debemos asumir que conocemos y entendemos completamente a nuestro marido. Más bien, deberíamos buscar aprender más sobre él. ¿Cuáles son sus luchas y dudas más significativas? ¿Cuáles son sus sueños y qué obstáculos le impiden alcanzarlos? ¿Qué es lo que más necesita? Al hacer cada una de nosotras un esfuerzo racional por conocer a nuestro propio esposo, le mostramos amor y respeto e identificamos maneras de servirlo y ayudarlo mejor.
Cuando conocemos las fortalezas y debilidades de nuestro esposo, podemos determinar cómo complementarlo de manera más efectiva. Este proceso de buscar comprender a nuestro marido, genera naturalmente sinergia.
3. Orar por tu esposo.
A medida que cada una de nosotras llegue a conocer y comprender mejor a su propio esposo, podremos comenzar a orar cosas específicas por él. Al hacer esto, le damos prioridad a él y a sus necesidades y profundizamos nuestra conexión con él.
En Santiago 5:16, el apóstol exhorta a los hermanos a orar unos por otros y explica que la oración ferviente de los justos puede mucho. Dios nos ha regalado la oración como método para solicitar su intervención y podemos usarla para ayudarle a mejorar a nuestro cónyuge.
También podemos orar específicamente por la fortaleza de nuestro matrimonio. Esto genera aún más sinergia al solicitar la participación contínua de Dios en cada aspecto de nuestras vidas. Cuando Dios está involucrado, suceden cosas hermosas.
4. Priorizar el tiempo de calidad.
La vida se compone de momentos ordinarios y cotidianos. Pero es en estos momentos ordinarios donde podemos perfeccionar nuestra sinergia.
No tenemos que esperar ocasiones especiales para pasar tiempo de calidad con nuestro cónyuge. En cambio, en la medida de lo posible, debemos reservar un tiempo de calidad para nuestro esposo todos los días.
Este tiempo puede brindarnos una oportunidad para acercarnos más construyendo una historia compartida y permitiéndonos reforzar nuestro objetivo mutuo hacia el Reino de Dios.
Esto puede ser tan simple como orar y estudiar la Biblia juntos, ayudarse mutuamente con las tareas del hogar, disfrutar de una conversación de calidad o participar en un pasatiempo compartido. Mientras hacemos estas cosas, podemos expresar un aprecio genuino el uno por el otro y por las contribuciones de cada uno, lo que contribuirá en gran medida a producir sinergia.
Proverbios 31:29 proporciona un hermoso ejemplo de un esposo que elogia las contribuciones de su esposa, diciendo: “Muchas mujeres hicieron el bien; Mas tú sobrepasas a todas”.
5. Recordar el simbolismo del matrimonio.
En nuestro camino para construir sinergia, es útil recordar la analogía que Cristo trazó entre la relación matrimonial y su relación con la Iglesia.
Una persona con la que hablé mientras preparaba esta publicación, me brindó una perspectiva muy reveladora. Ella explicó: “Cristo aprecia y nutre a su Iglesia de una manera tan amorosa que la Iglesia se somete voluntariamente a su autoridad y prospera y crece bajo ese amor”.
Como esposas, debemos estar igualmente dispuestas a cumplir con nuestra responsabilidad de esta manera (Efesios 5:22). Cuando lo hacemos, podemos prosperar junto a nuestro esposo, desarrollando una fortaleza y una cercanía que no se parecen a ninguna otra.
Para tener un matrimonio excepcional, nunca debemos dejar de trabajar por el vínculo que refleja la relación entre Cristo y su Iglesia.
Hazlo excepcional
El matrimonio no es fácil, pero es hermoso y está lleno de oportunidades. Un matrimonio excepcional es un matrimonio centrado en Dios en el que se construye sinergia. En nuestros matrimonios individuales, cada una de nosotras siempre debemos poner a Dios en primer lugar, vivir con nuestro cónyuge con sabiduría, orar continuamente por él, compartir tiempo de calidad y esforzarnos por alcanzar el estándar establecido por la relación entre Cristo y la Iglesia.
Al aceptar nuestro papel en la creación de sinergia, nuestro matrimonio puede volverse como esas enredaderas retorcidas, maravillosamente entrelazadas, a medida que crecemos juntos.
El matrimonio lo hacemos los dos cónyuges, así que hagámoslo excepcional.
Para aprender más acerca de los dones de servicio que Dios ha dado a las mujeres, lea “Cómo funcionan los grandes matrimonios” y “Cómo ser un buen esposo”.