Hemos tenido el campamento de verano para jóvenes adolescentes y ha sido una grata experiencia, como todos los años.
Con 54 jóvenes inquietos y rebosantes de energía, nos trasladamos a Chimaltenango, ciudad que dista de la ciudad de Guatemala, una hora en automóvil.
La fecha del 22 al 27 de diciembre, aprovechamos para alejarnos del bullicio de las celebraciones paganas y dedicar nuestro tiempo a aprender del Creador y además tener con los jóvenes charlas prácticas de temas importantes para la vida.
El equipo de apoyo estuvo compuesto de nueve personas: seis cocineras y tres orientadores. He de decir que la cocina se iguala a los jóvenes en alegría, entusiasmo y creatividad. Además de los deportes de rigor, algunos jóvenes dieron charlas a sus compañeros; otros colaboraron por turnos y por grupos en la cocina, y cada grupo tuvo la oportunidad de servir repartiendo la comida, lo que dio como resultado un fortalecimiento del grupo, algo que repercute dentro de la iglesia para hacer crecer el liderazgo.
Ha sido una excelente ocasión de compañerismo y aprendizaje.
—Por Luis Mundo Tello