“Estimada es a los ojos del Eterno la muerte de sus santos” (Salmos 116:15). Estas palabras fueron citadas por Arnold Hampton, cuando despedía a su amigo y colaborador en la fe, Kingsley Mather.
Kingsley Mather murió el 2 de junio de 2012, después de una corta enfermedad, a la edad de 72 años. Los que estamos en las Bahamas y a lo largo de las Islas del Caribe, todavía estamos lamentando su muerte.
Para muchos de nosotros, la muerte del señor Mather marca el fin de una era, una era que duró casi 40 años, de dedicación y lealtad que tanto él como su esposa, Janice, dieron a la Obra de Dios y a los hermanos en las Bahamas y el Caribe.
En los últimos 40 años ha habido muchos cambios en la Iglesia de Dios en esta región. Aunque hoy somos pequeños y estamos dispersos, sabemos que a pesar de esto hemos sido realmente bendecidos por tener un pastor cuyo amor y dedicación al camino de Dios y a la Obra de Dios, ha permanecido firme e inamovible.
Su reputación de ser un hombre de integridad y santidad es muy conocida y nadie puede negar su deseo de servir y compartir el conocimiento del camino de Dios con otros. Aquellos que trabajaron con él saben que le encantaba trabajar; y aunque no era perfecto, él era un perfeccionista. Todo lo que él hizo lo hizo decentemente y en orden.
La posición que tenía el señor Mather, el director de la región del Caribe, y su deseo de cuidar y alimentar el rebaño que tenía a cargo, hizo que estuviera mucho tiempo viajando. Estos viajes incluían visitas a los miembros en las islas de las Bahamas—Gran Bahama, Long Island y Abaco—así como las islas de Jamaica, St. Lucia, St. Kitts, Trinidad y otras islas del Caribe y al interior de Guyana. Ya fuera que estuviera viajando para visitar a un miembro o a 10, en un viaje de dos horas o de dos días, viajando por avión o en la parte de atrás de una camioneta, el señor Mather encontró la forma de servir al rebaño que fue llamado a cuidar.
En un esfuerzo para servir mejor a los hermanos, el señor Mather introdujo el programa MegaMeeting, para los servicios del sábado. Como muchas congregaciones en el Caribe no tenían ministro local, el MegaMeeting fue creado con el fin de permitir que los miembros dispersos en esas áreas se pudieran reunir como un solo grupo para los servicios del sábado. También lo utilizó como una herramienta para entrenar a los hombres de diferentes islas, con el fin de desarrollar los talentos necesarios para servir, y como el señor Mather dijera: “para que se hagan cargo cuando yo ya me haya ido”.
Por medio del uso de esta tecnología, los hermanos en las islas de St. Kitts, Trinidad y St. Lucía, en Nassau y Freeport, Bahamas, y algunas veces en Guyana; se reunían cada sábado como una familia, y todos recibían el mismo alimento espiritual. En un sábado cualquiera, los himnos eran dirigidos desde una isla; las oraciones del comienzo y del final eran dadas en otra. El sermoncillo venía de otra, y el sermón generalmente lo daba el señor Mather en Nassau o el señor Hampton cuando estaba de visita en Barbados.
El señor Mather se sentía feliz de poder dirigirse a varias congregaciones en el Caribe cada semana y se sentía aliviado por el hecho de que tantos miembros ya no tenían que depender de sermones grabados. Él se sintió aun más complacido a medida que observaba cómo los hombres de la región desarrollaban su liderazgo y capacidades oratorias.
El tiempo que compartimos y vivimos con el señor Mather en esta vida ha terminado y nos quedan sólo recuerdos. A pesar de nuestra pérdida, nos consolamos con el hecho de que aquellos que estamos en el Caribe, unidos por el Espíritu de Dios y acercados por el uso de la tecnología, podemos ahora continuar edificando sobre el fundamento y el ejemplo que nos dejó nuestro último pastor, a medida que continuamos cumpliendo lo que nos dice Filipenses 3:14: “prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.
— Por Sharlene Johnson