¿Cuál es nuestra perspectiva de los días de Panes Sin Levadura?
Con cuanta frecuencia pensamos acerca de la “fiebre de la fiesta” a medida que nos aproximamos a la temporada de fiestas santas? Pero no me estoy refiriendo a la Fiesta de Tabernáculos; estoy hablando acerca de los días de Panes Sin Levadura. ¿Nos entusiasma la idea de anticipar estos siete días concentrando nuestros esfuerzos en sacar el pecado fuera de nuestra vida y acercándonos a Dios? ¿Vemos esto como una experiencia positiva, maravillosa? ¿Pensamos que esta semana de auto-disciplina en cuanto a abstenernos de levadura es algo que sentimos como una esclavitud o la reconocemos como la buena vida?
Me acuerdo de un amigo y colega, el finado Colin Adair, contando una historia acerca de una visita que hizo a un prospecto, ya anciano, en Irlanda del Norte. Cuando le dijeron acerca de los panes sin levadura, el anciano respondió tristemente: ¿Cómo entonces se come uno la mermelada? Él se imaginó que estos días serían un tropiezo para su rutina.
Francamente, puede haber retos y desafíos en estos días. Los niños pueden ser ridiculizados en la escuela por comer matzos o panes sin levadura al almuerzo. Muchos de nosotros hemos experimentado una pérdida de memoria que nos lleva a comer levadura de una forma u otra y sufriendo la vergüenza de haberlo vivido. ¿Permitimos que estas experiencias nos hagan dejar de regocijarnos mientras celebramos esta fiesta como debiéramos? Al fin y al cabo, no se supone que estos días sean tristes sino alegres.
Los cristianos experimentados han llegado a entender que los días de Panes Sin Levadura no son una carga. La remoción de la levadura y comer pan sin levadura nos permiten tener unas visiones maravillosas de las cosas espirituales que vendrán. Si pensamos que esta clase de pensamientos están reservados para la Fiesta de Tabernáculos, debemos volver a examinar las cosas. Por analogía con la Israel física, estamos saliendo del Egipto espiritual. Estamos comenzando un viaje anual que culmina con las Fiestas Santas del otoño, que representan la entrada a la tierra prometida—el Reino de Dios.
Cuando comemos día a día pan sin levadura, esto representa la justicia de Cristo que se nos añade si nos sometemos a Él. Nos separamos del mundo que es ignorante del pecado y de sus consecuencias. Expresamos nuestro deseo de ser semejantes a Cristo y de vivir con Él en ese Reino. Este esfuerzo personal es ¡un profundo acto de adoración!
El gozo de la fiesta de la primavera es realzado cuando nos hemos examinado diligentemente antes de la Pascua. Cuando entendemos que nosotros, como los antiguos israelitas hemos sido salvados de la pena de muerte, podemos alegrarnos de servir a un Dios misericordioso que quiere que tengamos vida eterna. Nuestra disposición a sacar la levadura y a comer panes sin levadura expresan nuestro compromiso con el crecimiento espiritual.
Diariamente nos recuerdan que debemos apartarnos de la levadura espiritual de “malicia y maldad” y comer de los “panes sin levadura de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:8). Estos días están llenos de esperanza y expectativa de las buenas cosas por venir—no sólo para nosotros personalmente, sino a medida que esperamos la conversión de la humanidad, que ocurrirá más tarde en el maravilloso plan de salvación de Dios.
Cuando Israel salió de Egipto, ellos “salieron con mano poderosa” (Éxodo 14:8). Jesucristo, la Roca, fue con ellos y les proveyó todo lo necesario para que ellos pudieran escapar con éxito (1 Corintios 10:4) Nosotros también hemos salido con mano poderosa. ¡Y Jesús camina con nosotros en la actualidad! Él es nuestro misericordioso Sumo Sacerdote que se sienta a la mano derecha del Padre e intercede por nosotros. Él es la cabeza de la Iglesia y es el autor de nuestra salvación (Hebreos 2:9-10).
Él nos provee con todo lo que necesitamos y se regocija en nuestro arrepentimiento y victoria sobre el pecado, que llega por medio de su sacrificio y el Espíritu Santo. La batalla que libran los santos contra Satanás el diablo, está resumida en estas palabras: “Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos…” (Apocalipsis 12:11).
Debemos mantenernos en guardia contra la levadura física durante estos días. Pero no debemos desanimarnos si fallamos o pasamos por alto alguna levadura. Con frecuencia, estos incidentes nos llevan a aprender la lección de cuánto prevalece el pecado en nuestro mundo.
Tal vez lo debemos plantear de esta forma. Guardar los días de Panes Sin Levadura es vivir la buena vida. Esto representa la justicia de Dios y la forma de vida que el hombre ha debido vivir desde el principio. Estamos cumpliendo el mandato de Jesús de “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16).
Me acuerdo de un ejemplo hace muchos años atrás. Un joven ministro amigo que tenía una agenda muy ocupada tenía que acudir a una clase semanal en una ciudad vecina—era un viaje de dos horas. Él había hecho de la rutina un hábito. Siempre tomaba la misma salida, paraba y se comía una hamburguesa y continuaba su camino lo más rápido que pudiera. Cuando la clase cayó en medio de los días de Panes Sin Levadura, él siguió la misma rutina que de costumbre, con su mente llena de muchas cosas, hasta que en mitad de la hamburguesa de súbito se dio cuenta de lo que estaba pasando. ¡Estaba comiendo pan con levadura!
Esto hizo que este joven le confesara lo que había pasado a algunos amigos. Se sentía mortificado por haber fallado y porque en un momento dado no se sintió muy bien consigo mismo. Finalmente entendió que él no podía ser justo por sus propias fuerzas. Aprendió que “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8), pero que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (v. 9).
Guardemos esta fiesta con los panes sin levadura de sinceridad y de verdad y alegrémonos en la salvación a la que hemos sido llamados. Nuestro Padre celestial quiere que crezcamos en gracia y conocimiento y desea llevarnos a su familia. Hemos recibido la buena vida de aprender sumisión a Él por medio de estos días. Él no se va a rendir. “Alabad al Eterno, porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia” (Salmo 136:1).
— Por Larry Salyer