La Fiesta de Tabernáculos en Mendoza, Argentina, fue excepcional en todo sentido. Este año, 345 hermanos de varios países diferentes, incluyendo Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Uruguay, los Estados Unidos, Perú y Ecuador se reunieron en el Hotel Savoia para asistir a los servicios y actividades. Los sermones y sermoncillos trataron varios de los aspectos del significado de la Fiesta de los Tabernáculos, así como el rol que tendremos durante el milenio una vez que Cristo establezca su reinado de 1.000 años.
El clima fue casi perfecto. La temperatura fue de aproximadamente 24º C. la mayoría de los días. El lunes por la tarde, luego del primer día santo de la Fiesta, disfrutamos de una cena de bienvenida que consistió en un asado argentino seguido por una noche de entretenimiento, con bailes y canciones latinoamericanas presentadas por nuestros hermanos. Incluso tuvimos una presentación improvisada de algunos espectadores que fueron reclutados por los bailarines para lucir sus mejores pasos “latinos”. Todos disfrutaron mucho del reencuentro con sus familiares y viejos amigos, y tuvieron la oportunidad de hacer nuevos amigos.
La Noche de Talentos se llevó a cabo el día miércoles por la noche. Tanto adultos como niños de todas las edades participaron en el evento. Los bailarines se veían absolutamente impresionantes con sus trajes y ejecutaron sus bailes a la perfección. Luego, todos los miembros cenaron juntos.
Algunos de los miembros pudieron hacer un tour a una fábrica de vinos, otros salieron de compras al centro comercial o al centro, o a comer en alguno de los muchos cafés y restaurantes de la ciudad. Mendoza permite tener tantas actividades extra como uno lo desee.
Al inicio del Último Gran día, esto es, a la puesta del sol del séptimo día de Tabernáculos, tuvimos la hermosa noticia del bautismo de nueve nuevos hermanos en la fe.
Los sermones del Último Gran Día fueron muy significativos y estuvieron enfocados en la esperanza de aquel momento en que Dios llamará a la mayoría de la humanidad por primera vez. Al terminar el último servicio, el lugar se llenó de besos y abrazos de despedida entre amigos y familiares, antes de que todos emprendiéramos el regreso a nuestros hogares.
—Por David Buchanan