Si bien nosotros ya sabemos que la Navidad no debe celebrarse, ¿tenemos una buena base para respaldar eso o sólo lo decimos por que escuchamos que es así? ¿Realmente estamos actuando de una manera distinta del resto de la gente que acepta la Navidad porque así se lo enseñaron y lo aceptan con fe, si nosotros la rechazamos sólo porque así se nos enseñó y lo aceptamos por fe? ¿No estamos sólo aceptando sin un fundamento no guardar la Navidad al igual que ellos aceptan guardarla sin fundamento? ¿Tenemos nosotros (de manera personal, no colectiva) argumentos de peso para defender nuestra convicción y no sólo decir “los ministros nos enseñan a no guardar la Navidad” o “en la Biblia se nos prohíbe celebrar eso” o “en mi Iglesia me dijeron que no se celebraba”?
¿Podría usted solo, y sin pedirle ayuda a otra persona, defender su postura de manera firme y con fundamentos fidedignos? ¿Sería usted creíble al explicar por qué no guarda la Navidad? Lo ideal es que luego de este pequeño estudio al respecto, cada uno de nosotros tengamos una base histórica sólida para poder respaldar nuestra postura, y para eso necesitamos consultar y exponer aquí varias fuentes.
Para comenzar, veamos la definición que nos entrega el Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa de Pedro Chico González con respecto a Navidad: “Fiesta del nacimiento de Jesús Cristo. Se celebró en el siglo IV en Roma, para santificar la fiesta del solsticio de invierno y llamar los cristianos a Jesús el Sol de Justicia. En las Iglesias ortodoxas se sigue celebrando la ‘Navidad’ en forma de epifanía o manifestación del Señor”.
Notemos algo: ¿cómo es eso de “santificar la fiesta del solsticio de invierno”? ¿Cuándo la Biblia nos manda santificar tal cosa, de dónde viene eso?
Dies Natalis
Los romanos tenían la celebración del dies natalis (día de aniversario o nacimiento) y durante el año el dies natalis más importante era el dies natalis solis invicti (día de nacimiento del sol invencible) que era celebrado el 25 de diciembre.
Este culto era muy popular en el imperio romano, sobre todo gracias a emperadores como Heliogábalo (218-222) a quien el Multidiccionario Enciclopédico Norma define como “Antiguamente, sacerdote del sol, supersticioso y libertino, fue asesinado por los pretorianos”. Los pretorianos eran soldados de la guardia del emperador romano. Aureliano (270-275) que proclamó al sol invictus como deidad suprema del panteón romano, le construyó un gran templo en Roma, proclamó el culto al sol como religión oficial del imperio. Diocleciano (285-286, imperio unificado y 286-305, imperio oriental) también proclamó el culto al sol como religión oficial del imperio.
Tema aparte es el emperador Constantino (307-324, imperio occidental y 324-337, imperio unificado) quien era un reconocido adorador del sol. A pesar de ello, también se sentía algo cercano al cristianismo. El escritor Isaac Asimov comenta en su libro El Imperio Romano: “Constantino continuó cautelosamente rindiendo honores al Dios-Sol de su padre y no permitió que lo bautizaran hasta su lecho de muerte, para lavar sus pecados en un momento en que ya no estaba en condiciones de seguir cometiéndolos. Si bien Constantino no se convirtió al cristianismo por la época de la batalla de Puente Milvio, empezó a adoptar medidas para hacer cristiano el Imperio, o al menos asegurarse la lealtad de los cristianos… Constantino y Licinio promulgaron el ‘Edicto de Milán’, que garantizaba la tolerancia religiosa en todo el Imperio. Los cristianos podían llevar a cabo su culto libremente, y por primera vez el cristianismo fue oficialmente una religión legal en el Imperio”. Ese edicto fue firmado el año 313.
Los romanos, como todo pueblo pagano, eran adoradores del sol, y una de las cualidades de su religión es que estaba llena de sincretismo, así, no tenían problema en aceptar ideas religiosas extranjeras e incluso incluirlas dentro de su propio culto.
Por otra parte, durante esas mismas fechas (generalmente desde el 17 hasta el 23 de diciembre) se celebraban las famosas “saturnales” o “saturnalia”, que era una fiesta en honor al dios Saturno. El libro Dioses y mitos de todos los tiempos (Arturo Pascual y Teo Gómez) dice: “Durante la Saturnalia, que tenía lugar en el mes de diciembre, las diferencias sociales quedaban abolidas: los amos servían a los esclavos y estos podían expresarse con absoluta libertad. Todas las actividades públicas, desde la escuela hasta la guerra, quedaban suspendidas para que las gentes pudieran celebrar banquetes interminables que solían acabar en orgías”.
Isaac Asimov nos vuelve a contar en su ya citado libro: “Los antiguos romanos consagraban ese período a su dios de la agricultura, Saturno, y las celebraciones recibían el nombre de saturnales. Las saturnales eran momentos de buena voluntad entre los hombres (hasta a los esclavos se les permitía participar en la festividad en un temporal rango de igualdad), de festejos y de regalos. Los cristianos, al hallar irresistibles las emociones de la estación del renacimiento del Sol, las adaptaron a sus creencias, en vez de luchar contra ellas. Dieron a las emociones un nuevo uso. Puesto que la Biblia no dice exactamente cuándo se produjo el nacimiento de Jesús, se lo podía ubicar en el 25 de diciembre tanto como en cualquier otra fecha; esta fecha se convirtió en la Navidad y su celebración subsiste hasta hoy. Y aun hoy la fiesta de Navidad tiene algo de las características de las viejas saturnales”.
Las cosas comienzan a tomar forma
Cuando un niño está jugando con algo que nosotros no queremos que juegue, ¿qué podemos hacer para poder quitárselo sin que llore? ¿No le cambiamos ese juguete por otro? ¡Así mismo ha actuado la religión oficial toda su historia y hasta nuestros días podernos ver con nuestros propios ojos cómo aceptan que la gente siga celebrando sus fiestas paganas ancestrales, siempre y cuando las disfracen de “cristianas” e incluso ¡muchas veces ellos mismos (los sacerdotes) participan de ello en sus iglesias! Tal fue el caso de estas fiestas, las cuales simplemente con unos cuantos cambios se disfrazaron de fiestas cristianas.
Sigamos viendo lo que nos dice sobre la Navidad el ya citado Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa: “Parece que fue el Papa Fabián (236-250) quien animó a elegir la fecha del 25 de diciembre para esta celebración. El Concilio de Nicea (325) hizo alusión a la celebración del nacimiento de Jesús, Hijo de Dios, que nació como hombre en el solsticio de invierno. Se sabe que en el pontificado de Liberio (352-366), la noche del 24 al 25 se pasaba en oración para contrarrestar las orgías paganas en honor y culto bullicioso del ‘Natalis Solis Invicti’ de los romanos”.
El peso histórico aplasta la tradición
Lo que viene a continuación es una pequeña secuencia de citas de distintas fuentes en las cuales se expone de manera irrefutable el origen pagano y falso de la Navidad.
La Gran Enciclopedia Rialp, bajo el título “Navidad”, declara: “La elección de la fecha ha hecho afirmar que la Iglesia Romana quiso sustituir la fiesta pagana que se celebraba en honor del nacimiento del Sol invencible. Corrobora esa conclusión la insistente relación que, tanto la liturgia de Navidad como los Padres de la época, establecen entre el nacimiento de Jesucristo y las figuras aplicadas a Él de ‘sol de justicia’ (Malaquías 4:2) y de ‘luz del mundo’ (lo 1,4 ss.)”. Véase Juan 8:12.
La Gran Enciclopedia Rialp comenta sobre la Epifanía: “Mientras en occidente aparecía la festividad del nacimiento de Jesucristo, el 25 diciembre, con la cual se reemplazaban las solemnidades paganas celebradas en ese día en honor del ‘Sol naciente’, en oriente, el 6 de enero, se constituía la fiesta de la Epifanía, llamada también Teofanía o fiesta de la Iluminación, que conmemoraba igualmente el nacimiento del Redentor y sustituía los cultos organizados en ese día por los paganos de oriente, relacionados con el solsticio de invierno”.
El diccionario Nelson Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia dice: “La primera mención con que contamos de que se celebró la Navidad el 25 de diciembre data de los tiempos de Constantino, aproximadamente el 325 d.C.”.
El libro Religiones del mundo (Franjo Terhart, Janina Schulze), bajo la sección “Cristianismo-Navidad” nos afirma: “Como la fecha concreta del nacimiento de Jesús no se conoce, la Navidad se hizo coincidir con la festividad del dios del Sol, el 24 de diciembre y el día posterior”.
Incluso la propia Enciclopedia Católica en su artículo sobre la “Navidad” reconoce: “La conocida fiesta solar del Natalis Invicti, celebrada el 25 de diciembre, ejerció una fuerte influencia sobre nuestra fecha navideña”.
Y en su artículo “Epifanía” admite: “La razón por la cual nuestros padres cambiaron la solemnidad celebrada el 6 de enero y la transfirieron al 25 de diciembre se presenta a continuación: era costumbre de los paganos celebrar el nacimiento del sol en este mismo día, el 25 de diciembre, y en ese día ellos encendían luces para la fiesta. En estas solemnidades y festividades también participaban los cristianos. Por lo tanto cuando los maestros observaron que los cristianos se inclinaban a celebrar este festival, se reunieron en consejo y decidieron que se celebrara en esta fecha la verdadera fiesta del nacimiento y el 6 de enero la fiesta de las Epifanías”.
En conclusión, tenemos argumentos de sobra para poder decir con una base sólida que la Navidad es un fraude, y sólo se oficializó más de 300 años después del nacimiento de Cristo y fue establecida supuestamente con el fin de que la gente se alejara de las fiestas paganas, para lo cual tuvieron que disfrazar estas fiestas paganas como si fueran cristianas. ¡Alejémonos de estas festividades!
—Por Francisco Muñoz