El aprecio de hermanos fue la característica especial en este nuevo viaje. Posiblemente lo percibí más porque por primera vez viajé solo; mi esposa se quedó en casa haciéndose unos exámenes médicos.
El sábado tres de agosto, en Managua, Nicaragua, nos reunimos en un salón del hotel para un estudio bíblico, cuatro adultos y un niño. El señor Otto Koller, Yadira Pérez, su hija Cecia, su nieto de 11 años y yo. En total cinco personas. Hablamos aproximadamente dos horas. Yadira me invitó a almorzar a su casa. Ellos se alegraron mucho por la visita y yo también. El domingo por la tarde volvimos a hablar de las fiestas y el plan de Dios. La familia de Yadira viene a celebrar la fiesta de Tabernáculos a Antigua, Guatemala.
De Costa Rica viajé a David, Panamá el martes 6 de agosto, para ver y saludar personalmente a Francisco Santamaría y a su hermano Efraín. Ellos son miembros de la Iglesia. Nos reunimos en casa de Efraín únicamente los tres varones. Analizamos juntos el tema “Si no os volvéis como niños…”. Es un llamado al arrepentimiento (Mateo 18:2-3). Con ellos, cuando comenzamos a hablar de los mandamientos de Dios el tema no se agota. Efraín y su esposa me trataron como a un hijo. Fueron muy atentos.
De regreso a Costa Rica, el sábado 10 nos reunimos para observar la santa convocación en casa del señor Julian Weston. Llegó José Bolaños, su esposa Nitzia y sus dos hijos. Nuria García, Julian y Miriam, su esposa, y yo. Estuvimos reunidos en total seis adultos y dos niños. Por primera vez recibimos la señal por Internet desde San Salvador. Era una prueba. Vimos y escuchamos un medio sermón. Terminada la transmisión presenté un tema de la Biblia por hora y media. Todos ellos son personas que expresan afecto. Julian y Miriam me invitaron a tomar un café en su casa, más de una vez.
El domingo por la mañana nos trasladamos en bus a Alajuela, para visitar a Gerardo Zárate. Él prácticamente no puede salir de su casa. Sufrió un derrame en el año 2011 y otro después. Su esposa lo cuida con paciencia y mucho cariño. Ellos son celosos en observar el día sábado.
Me pidieron una unción para cada uno de ellos, lo hice con mucho gusto. El almuerzo que nos sirvieron a Julian y a mí, fue abundante y delicioso.
Les cuento una anécdota. Julian Weston y su esposa Miriam estaban desanimados porque no tenían los medios económicos para venir a celebrar la Fiesta de Tabernáculos este año. Durante varios meses, Julian no ha tenido ni tiene trabajo. Participó en un concurso por televisión que se llama Quién quiere ser millonario. Se ganó un premio de 3 millones de colones, que equivale a 6.000 dólares. Están muy contentos. Él cree en su corazón que es una bendición de Dios. Ya compraron los boletos de avión para viajar a Antigua, Guatemala.
Deseo agradecer a Dios todos sus favores y bendiciones que cada uno ha recibido. Agradecer también el afecto de los miembros. Me sentí muy animado por sus atenciones y aprecio. He pensado el porqué de todo ello. La respuesta es porque todos somos parte de una sola familia (Efesios 2:19 y 3:15).
—Por José Eleodoro Ávila