Quizá muchos piensen que he perdido el juicio cuando me escucha platicar sobre amigos en todo el mundo, y de cómo convivo con personas que nunca había visto en mi vida ¡jamás! Y sin embargo, entran y revisan las fotografías de mi perfil en Facebook y observan mi convivencia con personas de otras razas y obviamente de otros países. Personas que no se parecen a mí en lo físico, ya que tienen cabello chino, rubio o pelirrojo, son más altos o gorditos y tienen otro color de piel. Personas que además no comparten la misma cultura o lengua, pero que forman parte de mi “álbum familiar”, y es que simplemente la gente no comprende que yo tengo una familia que trasciende fronteras, lenguas, naciones, razas, costumbres…que se une en un mismo sentir.
La gente no lo entiende, porque no celebra los Tabernáculos, y no sabe mirar al de al lado como hermano, como tía o como nieto, porque en este mundo dominado por Satanás, si no llevan el mismo apellido entonces no son familia. Sin embargo, cada año, usted y yo tenemos la grandiosa oportunidad de “reconocer” a más y más miembros de nuestra gran familia, y nos unimos con un solo ánimo, en 41 diferentes lugares del mundo—distantes físicamente uno del otro, pero unidos bajo la misma visión, el mismo anhelo.
Cumplimos la ordenanza de nuestro Creador: “Siete días ofreceréis ofrenda encendida al Eterno; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida al Eterno; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis” (Levítico 23:36), y así lo realizamos, y nos alegramos verdaderamente en compañía de nuestras familia por ocho días en los sitios donde Él puso su nombre.
Es un momento en el que nos apartamos del ajetreo cotidiano de esta sociedad con un propósito específico: alabar a nuestro Creador juntos y en armonía, con el pueblo que Él ha escogido y que está preparando para reinar y llevarnos a su familia divina (Apocalipsis 5:10).
El mundo no tiene esta esperanza…¡ahora!, pero la tendrá. Por lo pronto, nosotros debemos estar con nuestro Dios hombro con hombro, alentarnos unos a otros y no permitir que la desesperanza nos invada. Reconfortémonos, hemos vuelto después de ocho días a un mundo caótico, en el que la muerte invade y carcome el alma…pero no a nosotros (Lucas 12:4)—hoy recibí una terrible noticia de una miembro y amiga mía quien perdió a su padre por causa de la delincuencia en el país donde vive.
Que ni los titulares que se publican a diario en los diversos medios de comunicación y brindan poca esperanza a esta sociedad y sus habitantes, ni los ateos, científicos, filósofos o incluso los religiosos que han dejado de creer en un dios que piensan que ha desamparado a la humanidad entera, nos aparten del galardón que Dios nos tiene preparado desde la fundación del mundo.
Nosotros, como verdaderos hijos de Dios, no olvidemos que Él tiene un plan, un plan maestro…y ya que hemos leído el final del Libro sabemos que este maravilloso plan se llevará a cabo.
Así pues, que nuestros proyectos fallidos (desempleo, problemas familiares, problemas económicos) no nos alejen de Dios y su camino de fe. Somos parte esencial de su plan y si nos esforzamos y somos valientes (Josué 1:7-9) naceremos en el Reino de Dios. “Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lucas 12:32).
Y quiero decir de todo corazón, que lo de menos son las fotografías en mi Facebook o el suyo, lo verdaderamente gratificante es obedecer a Dios y haber compartido grandes momentos con nuestros hermanos dondequiera que haya sido. Ya que ésta, en verdad, ha sido la mejor Fiesta de los Tabernáculos y Último Gran Día que jamás haya tenido…y creo que usted también comparte este sentir, estoy seguro que si Dios nos lo permite, el próximo año tendremos, en compañía de “toda nuestra familia”, la mejor y más excelsa Fiesta de Cabañas que hayamos disfrutado. ¡Porque así de misericordioso y grande es nuestro Creador!
—Por Jorge Iván Garduño