Queremos decir que nuestro tesoro es la Palabra de Dios y la esperanza del Reino de Dios. ¿Es verdad lo que decimos?
Me acuerdo de mis momentos como pirata.
Fue hace muchos años atrás que me tocó representar la vida de un pirata temible. Tenía siete años, creo, y mi empleo en esta profesión duró sólo un par de horas, pero todavía me acuerdo con cariño de esto. No tuve que hacer mucho con la capa y espada como hubiera querido, pero pude estar bastante tiempo atacando pelotas de golf desprevenidas con mi inmanejable palo de metal, con la esperanza de que esta vez, sólo tal vez, podría obligar a la pelota a que fuera en dirección del hoyo en el que debía caer. Barbanegra fue el azote de los siete mares; yo fui el azote del desventurado hoyo 18 y par tres del mini-golf.
Uno de mis recuerdos más entrañables de ese tiempo, además del disfraz de pirata sin igual que mis padres me compraron para que usara, y con eso lo digo en serio, usara, sin cesar, fue la adquisición de mi doblón de oro. Era una ficha simbólica, me dijeron, pero podía intercambiarse en mi mundo de pirata por una ronda gratis de golf. Nunca lo usé, por supuesto, porque, ¿qué pirata de siete años, en sus cabales, puede intercambiar una pieza de su verdadero tesoro de pirata sólo por una ronda de golpes en la cancha de golf?
No, ése era mi tesoro, y por muchos años lo guardé en una caja de zapatos escondida bajo mi cama. Para el mundo era tan sólo una pieza de plástico sin ningún valor, pero para mí era un artefacto invaluable. Me encantaba sacarlo y mirarlo, pretendiendo que era tan sólo un doblón de un gran tesoro secreto que había enterrado en otro lugar por seguridad. Mis días como pirata de capa y espada en la calle tal vez ya habían terminado, pero mi amor por ese tesoro brillante en verdad no.
El tesoro del hombre
Tesoro es una de esas palabras que pueden significar cosas muy diferentes para las personas en el mundo. Ustedes tal vez hayan oído el viejo refrán de “lo que es basura para alguien es un tesoro para otro”, y no podría ser más cierto. Algo que una persona estaría dispuesta a tirar a la basura puede significar el mundo entero para otra. Y el tesoro no está limitado a las posesiones físicas —podemos valorar recuerdos, podemos valorar personas, podemos valorar logros. Cualquier cosa que sea valiosa profundamente para nosotros, tangible o intangible, se convierte en nuestro tesoro.
Debemos prestar atención además, cuando Cristo les advirtió a sus discípulos: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:21). Tal vez no como lo deseábamos cuando éramos niños de siete años, no todos tenemos escudos escondidos con doblones invaluables. Pero todos tenemos tesoros.
¿Cuál es el suyo?
Pienso que todos decimos instintivamente que es la Palabra de Dios. Pero… ¿lo es en verdad? Cristo nos dio una prueba definitiva para saberlo: encontramos nuestro tesoro allí donde esté nuestro corazón. Lo vamos a buscar en cada oportunidad que tengamos. Después de las necesidades básicas de supervivencia, nuestro tesoro es aquello a lo que le dediquemos la mayor parte de nuestro tiempo.
Algunas veces me siento avergonzado por lo que se convierte en mi tesoro. Con demasiada frecuencia es un nuevo programa de televisión, o un juego, o un proyecto personal que consume las horas de mi semana mientras lucho por encontrar unos pocos minutos para enfocarme en el estudio de la Biblia. No hay nada malo con tener pasatiempos y distracciones, y hay muchas cosas buenas que pueden estar involucradas en ello.
El problema es cuando estos mismos pasatiempos se convierten en tesoros más emocionantes que nuestro llamamiento. El problema es cuando nuestro corazón se afinca en ese tesoro que comienza a convertirse en algo más importante que la invitación a unirnos a la familia de Dios. Suena como algo imposible cuando lo expresamos así. ¿Cómo algo podría importarnos más que eso? ¿Cómo puede un nuevo programa de televisión, recién descubierto, convertirse en algo más importante que explorar las Sagradas Escrituras preservadas para nosotros por el Creador del universo? ¿Cómo puede una atracción sencilla de este mundo convertirse en una prioridad más grande que desarrollar el carácter de Dios, necesario para poder tener un lugar en el Reino eterno de Dios?
El regalo más increíble
No sé si exista una solución sencilla para todo esto —si existe, todavía no la he encontrado. Todo lo que sé, es que en mi vida continuamente tengo algo que reevaluar. Hay millones de diferentes tesoros potenciales en mi vida, y no todos son cosas malas —son sólo cosas que no puedo permitir que ocupen el lugar de Dios.
Se nos ha dado el don más increíble de todo el universo. El Dios que le dio forma a todo el espacio y tiempo quiere que estemos en su familia. Él quiere guiarnos al camino de la vida eterna y ha enviado a su hijo como sacrificio para hacer este camino posible.
Disfrute las cosas buenas de la vida, pero recuerde que nuestro corazón sólo le pertenece a un tesoro —y que continuamente debemos esforzarnos para asegurarnos de que esto permanezca así.
—Por Jeremy Lallier
Este artículo fue originalmente publicado en el blog del autor. www.SabbathThoughts.com. Jeremy Lallier es miembro de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, que vive en Virginia.