Pregunta: Mi novia y yo estábamos hablando acerca de cómo supuestamente debía llevar el hombre su cabello. En LevÌtico 19:27 habla acerca de un criterio específico por el cual el hombre no sólo debe llevar su cabello, sino su barba también. ¿Podría usted explicarme esto?
Respuesta: Este versículo es parte de los estatutos que Dios le dio a Israel. Algunas leyes, como los 10 mandamientos, se aplican claramente a las personas en todas las épocas, y éstos incluyen el sábado semanal, las fiestas anuales, las leyes acerca de los alimentos y el mandamiento de “amar al prójimo como a uno mismo”. Otros estatutos y juicios eran leyes civiles o ceremoniales que sólo podrían aplicarse a una nación que tuviera un templo y un sacerdocio funcionando, o que tuviera que responder asuntos específicos de la época. Estos estatutos no son válidos ahora o son aplicables sólo en principio.
Como resultado de ello, creemos que los cristianos deberían buscar y luego aplicar la intención de Dios al establecer un estatuto. Un propósito común de muchos estatutos era mantener a Israel lejos de la idolatría. Los versículos inmediatamente antes y después de Levítico 19:27, obviamente tenían que ver con costumbres de adoración idolátrica. Esto también es verdad para este versículo.
Dios escogió no revelar más detalles acerca de las barbas de los hombres y el estilo del corte de cabello al establecer esta ley, lo cual implica que su aplicación debería ser evidente para los israelitas de la época. Varios comentarios dicen que una práctica común era cortar un círculo en la cabeza o cortar el pelo en forma circular. El círculo era en honor del dios sol, una deidad pagana muy popular. (La costumbre de adorar el sol encontró su forma de manifestarse en un cristianismo falso, en la observancia del domingo, “el día del sol”).
No hay consenso acerca de cómo debía cortarse la barba según los paganos en el momento en que se escribió Levítico 19:27, además de que también era una práctica idolátrica. “Desfigurar” significa alguna forma de corrupción (Vea Estudio completo de palabras de la Biblia, Spiros Zodhiates.)
En cuanto a cómo aplicar esta ley en la actualidad, los cristianos no deben adoptar las costumbres de otras religiones. Usted puede leer una contundente declaración acerca de esto en Deuteronomio 12:29-32. Evitar las costumbres que han evolucionado de la adoración del sol es un claro ejemplo.
Hay una guía en cuanto al arreglo del hombre en 1 Corintios 11, en donde el apóstol Pablo hace un contraste entre la forma en que el hombre y la mujer deben llevar el cabello. Habla acerca de la diferencia entre la apariencia femenina y la masculina, en los versículos 14 y 15: “La naturaleza misma (la experiencia, el sentido común, la razón), ¿no os enseña que al varón le es deshonroso (humillante y degradante) dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello”.
Cuando dice “velo” Pablo implica que el largo del cabello de la mujer y el estilo, eran su gloria y por lo tanto parte de su belleza. Él añadió que lo que era hermoso para la mujer era vergonzoso para el hombre.
“Corto” y “largo” son términos relativos, y la Biblia no nos da ninguna otra guía. Por la historia secular (que está representada en el arte y la escultura del imperio romano), sabemos que en esa época el hombre llevaba su cabello hasta las orejas o más alto, y generalmente dejando descubierta la frente.
A la luz de las instrucciones dadas en 1 Corintios 11, animamos a nuestras mujeres a cortar y peinar su cabello en una forma femenina aceptable. De forma similar, animamos a los hombres en nuestra Iglesia a mantener el corte de su cabello relativamente corto, cortado y peinado de tal forma que se haga énfasis en la masculinidad. No hay comentarios en el Nuevo Testamento acerca de la barba, pero, podemos deducir que cualquiera que desee tenerla, deberá mantenerla peinada y arreglada de tal manera que sea un ejemplo para otros. Dios nos permite manifestar nuestra preferencia personal, pero sólo si permanecemos dentro de esos parámetros.
—Por Cecil Maranville