Para un creyente en Dios llega un momento en que surgen las siguientes preguntas: ¿en dónde está la Iglesia de Dios en la actualidad? ¿Existe la Iglesia de Dios en realidad? ¿No están acaso todas las iglesias cristianas sirviendo al mismo Dios? ¿No deberían todas las iglesias cristianas trabajar en conjunto para poder ayudar a salvar al mundo entero ahora?
Todas estas preguntas son válidas y lógicas. Sin embargo, al analizar cuidadosamente la Biblia nos podemos dar cuenta que existen muchas contradicciones entre lo que las Sagradas Escrituras dicen y lo que la mayoría de las iglesias cristianas creen. En este mismo contexto uno podría decir: pero se supone que todas las iglesias cristianas deberían hacer lo que dice la Biblia. La realidad es que esta suposición es solamente eso, una suposición que no es verdad.
En nuestra búsqueda de la Iglesia de Dios, podemos paso a paso ir analizando de lo general a lo particular entre los grupos religiosos que existen en el mundo y luego compararlos a la luz de las Escrituras. Así nos daremos cuenta al final del análisis, que en efecto, la Iglesia de Dios existe y esa Iglesia tiene también por nombre “las primicias”.
Empecemos el análisis
Para empezar nuestro análisis de lo general a lo particular podemos comenzar con todos aquellos grupos religiosos que no tienen entre sus creencias a Jesucristo como Mesías, como Salvador, como Dios. Veamos lo que dice la escritura en tales casos:
“Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11-12).
Si la Biblia es nuestro Manual de Creencias, entonces podemos deducir rápidamente que los grupos religiosos que no tienen a Jesucristo como Salvador, como Mesías y como Dios, tampoco están teniendo acceso a la salvación ahora. Como consecuencia de esto, surge la siguiente pregunta lógica: ¿entonces estos grupos están perdidos para siempre y nunca tendrán acceso a la salvación? Contestaremos la pregunta al final del artículo.
¿Es la ley de Dios importante para la salvación?
Si vamos al siguiente paso en nuestro análisis, podemos preguntar: ¿qué pasa con todos aquellos grupos religiosos que reconocen a Jesucristo como su Salvador, su Mesías y su Dios, pero que no tienen entre sus creencias los 10 Mandamientos de la ley de Dios?
Existen grupos religiosos cristianos para quienes los 10 Mandamientos de la ley de Dios han quedado abrogados, o como dicen: “los 10 Mandamientos han quedado clavados en la cruz”. Ciertamente podemos caer en la falsa premisa de que no es necesario guardar la ley de Dios para ser salvos, porque Jesucristo nos hace salvos “únicamente por su gracia”.
Por otro lado, pueden existir grupos religiosos cristianos que han cambiado los 10 Mandamientos de la ley de Dios a conveniencia. De hecho, existen muchas personas que específicamente han cambiado el segundo y el cuarto mandamientos de la ley de Dios. ¿Es posible ser salvos ahora aun cuando cambiemos algunos mandamientos de la ley de Dios o aun cuando rechacemos del todo esa ley, aunque tengamos a Jesucristo como nuestro Salvador? Dejemos una vez más que la Biblia nos conteste tan trascendental pregunta.
“Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mateo 19:16-17).
También la Biblia dice en forma categórica: “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él” (1 Juan 2:3-5).
Es necesario que el cristiano no solamente reconozca como parte de sus creencias a los 10 Mandamientos de la ley de Dios, también es necesario que los guarde. Debemos mencionar aquí que guardar los mandamientos de Dios, en sí mismo, no nos salva. Es la gracia de Jesucristo la que nos hace salvos, pero Dios mismo pide que para que nosotros entremos en esa gracia, tenemos que obedecer sus mandamientos.
¿Qué pasa entonces con todos aquellos que cambian los mandamientos de la ley de Dios y que por ende no los guardan? ¿Qué pasa con aquellos que abiertamente dicen que la ley de Dios ha quedado abrogada y que por ende no la guardan? ¿Serán ellos salvos en este tiempo? Y si no son salvos en este tiempo, ¿acaso están perdidos para siempre? Regresaremos a este punto al final del artículo.
¿Es necesario guardar los días santos para ser salvos?
Ahora vayamos al “área chica”. ¿Es necesario guardar los días de reposo de la Biblia en este tiempo para llegar a ser salvos? Para muchos religiosos esta pregunta parecería demasiado arcaica. Pero si nosotros respetamos lo que dice la Palabra de Dios, entonces deberíamos también tomar en serio lo que ella dice en relación a estos días. Si es necesario, como ya vimos, que reconozcamos los 10 Mandamientos de la ley de Dios y que los guardemos para tener vida eterna, entonces es solamente lógico deducir que debemos guardar también el cuarto mandamiento para tener vida eterna.
“Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy el Eterno que os santifico” (Éxodo 31:13).
“Habla a los hijos de Israel y diles: Las fiestas solemnes del Eterno, las cuales proclamaréis como santas convocaciones, serán estas: Seis días se trabajará, mas el séptimo día será de reposo, santa convocación; ningún trabajo haréis; día de reposo es del Eterno en dondequiera que habitéis. Estas son las fiestas solemnes del Eterno, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus tiempos” (Levítico 23:2-4).
De hecho, el sábado y las fiestas santas de Dios son, en su conjunto, la señal del pueblo de Dios en donde quiera que éste se encuentre. El pueblo de Dios no solamente debe tener a Jesucristo como su Salvador, sino también debe reconocer y guardar los 10 Mandamientos de la ley de Dios, incluidos sus sábados.
Y aquí venimos a la última parte de nuestro análisis. Si existen tantas personas que no reconocen a Jesucristo como su Salvador y también existen tantas personas que tienen a Cristo como su Salvador, pero no reconocen la vigencia de los 10 Mandamientos de la ley de Dios, o que han cambiado los mandamientos de Dios y por ende no guardan dichos mandamientos, ¿están todos ellos perdidos para siempre?
El maravilloso significado de Pentecostés
La lógica de muchos religiosos es que solamente “aceptando a Jesucristo en su corazón” serán salvos, y en ese sentido la gran mayoría de los cristianos de este mundo serían salvos aun rechazando abiertamente las leyes de Dios. Pero la Biblia no dice tal cosa.
La Biblia tampoco dice que estas personas están perdidas para siempre. La respuesta a todas estas interrogantes las encontramos en el significado del Día de Pentecostés que estaremos celebrando en unos cuantos días.
La Fiesta de Pentecostés también se llama la “Fiesta de las Primicias”: “Además, el día de las primicias, cuando presentéis ofrenda nueva al Eterno en vuestras semanas, tendréis santa convocación; ninguna obra de siervos haréis” (Números 28:26).
La palabra “primicias” tiene que ver con aquello que es primero. Pero cuando hay algo “primero” quiere decir que luego viene lo “segundo”. La Fiesta de Pentecostés implica que hay un orden en la salvación de los seres humanos. La Fiesta de Pentecostés o Fiesta de las Primicias nos enseña que Dios tiene un plan de salvación en el cual Él está ofreciendo salvación ahora a un grupo de avanzada. Dios está ahora ofreciendo salvación a un grupo de personas para que luego ellos le ayuden en el resto del plan, para los que vendrán a la salvación después.
Esto de ninguna manera quiere decir que Dios está ofreciendo dos oportunidades de salvación a las mismas personas. Dios está ofreciendo solamente una oportunidad de salvación a cada persona, pero no todas las personas tienen su oportunidad del salvación al mismo tiempo. Ahora es el tiempo de las primicias de Dios, el grupo de avanzada: la Iglesia de Dios.
“Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (1 Corintios 15:22-23).
Oportunidad para todos a su debido tiempo
Dios dice que ofrecerá la oportunidad de salvación a todos los seres humanos. Pero cada uno será llamado en su debido orden. Cristo es el número uno. Después de Él vienen sus primicias, su Iglesia, su grupo de avanzada, sus pioneros. Esto es simbolizado por el Día de Pentecostés. El resto de las personas simplemente no están siendo llamadas ahora, pero estarán siendo llamados después. Por eso dice Dios: “¿Qué pues? Lo que buscaba Israel, no lo ha alcanzado; pero los escogidos sí lo han alcanzado, y los demás fueron endurecidos; como está escrito: Dios les dio espíritu de estupor, ojos con que no vean y oídos con que no oigan, hasta el día de hoy (Romanos 11:7-8).
Cuando Jesucristo regrese a la Tierra en su segunda venida, Él establecerá un mundo diferente y entonces todas las personas que queden con vida ingresarán a ese mundo que será gobernado por el propio Jesucristo. En ese tiempo todas las personas serán llamadas a la salvación. “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:6-9).
Toda la Tierra servirá entonces al mismo Dios. No habrá confusión religiosa. Todos entonces querrán obedecer los mandamientos de Dios y todos recibirán su oportunidad de ser salvos. Esta oportunidad de salvación que describe Isaías durará mil años. Esto es lo que nos enseña la Fiesta de los Tabernáculos.
Pero en este punto del plan de Dios, no todos los seres humanos de la historia habrán recibido la oportunidad de salvación. La gran mayoría habrá muerto a través de la historia sin haber tenido tal oportunidad. Aquí viene la tercera y última etapa de salvación para un grupo diferente de personas que resucitará a vida física al final del Milenio para tener su única oportunidad de salvación.
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Ésta es la primera resurrección” (Apocalipsis 20:4-5).
Al final de los mil años, todas las personas que hayan muerto sin su oportunidad de salvación desde los tiempos de Adán y Eva, resucitarán a vida física para tener su oportunidad por primera vez. Para entonces todos los seres humanos de la historia habrán tenido la maravillosa oportunidad de ser salvos. Esto nos enseña la última fiesta de Dios.
Aunque haya billones de personas en el mundo que no reconocen a Jesucristo como su Salvador, eventualmente ellos recibirán su oportunidad de ser salvos. Aunque haya billones de personas que han cambiado la ley de Dios o que han rechazado la ley de Dios debido a su desconocimiento, todos estos aun recibirán eventualmente su oportunidad de ser salvos. Aunque haya billones de personas que han muerto sin haber recibido nunca su oportunidad de salvación, aun la recibirán. La única oportunidad de ser salvos en este tiempo es para las primicias de Dios, para la Iglesia de Dios. Así nos lo enseña el Día de Pentecostés.
¡Aprovechemos al máximo esta única oportunidad de salvación para los que hemos sido llamados y escogidos en este tiempo! ¡Qué maravilloso es el plan de salvación de Dios!
—Por Saúl Langarica