¿Qué dice su vestimenta de usted cuando entra a una habitación?
En un discurso en una conferencia sobre educación, la comentarista y líder educativa, Dra. Helen Wright, dijo que la portada del periódico Zoo, (que tenía la foto de la estrella de cine Kim Kardashian, bastante ligera de ropas) “representaba casi todo lo que está errado con la sociedad occidental”. Más tarde comentaría que el éxito de Kardashian es debido a que muchos en la sociedad se fijan en la apariencia y no el desarrollo personal. “Los alumnos en nuestras escuelas realmente están teniendo una dieta de celebridad vacía y superficial. Ellos están bajo una gran presión, impulsada por estas imágenes y mensajes” (The Guardian.com, 23 de junio de 2012).
Con demasiada frecuencia en nuestra sociedad, inundada por los medios de comunicación, el enfoque en el “yo” tiene mucho que ver con la apariencia y el vestido más que cualquier otra cosa. El énfasis que se tiene continuamente en cuanto a las celebridades es en “mi”, y hacer propaganda a las nuevas modas, maquillaje y conducta inmodesta se ha convertido en la norma de nuestra cultura occidental. El enfoque es en la obsesión con el vestido, la exhibición pública y el egoísmo en lugar del carácter, la honestidad y los logros. Los temas de la modestia —la vestimenta apropiada y la feminidad— son con frecuencia ignorados y reemplazados con una sexualidad provocadora.
Es más que el largo de la falda
La modestia es un principio fundamental que es valorado y enseñado en la Biblia. Involucra mucho más que una discusión acerca de cuántas pulgadas por encima de la rodilla debe tener un vestido o si una moda específica de strapple merece la aprobación o no.
Como lo reflejan las Escrituras, la modestia tiene un significado y un ideal más profundo. Entendido en su sentido correcto también incluye cómo piensa una mujer y cómo se ve a sí misma en lugar de simplemente vestirse de una forma que evite que los hombres la vean de una manera provocadora y sexual. Aclarado esto, no hay duda de que el largo del vestido, lo ceñido de un atuendo y cuánta piel se está mostrando, son detalles que es necesario considerar cuando de vestir se trata. Éste es el tema que Pablo comenta en 1 Timoteo 2:9-10.
“Asimismo, que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni perlas, ni vestidos costosos; sino con buenas obras, como corresponde a mujeres que profesan piedad”.
El punto de Pablo es que no debemos concentrarnos en las cosas materiales y en nuestra apariencia. Hay un carácter más importante que debemos buscar que el que se identifica con las joyas, lo moderno de la moda y el atavío costoso que usemos. Es el carácter identificado por el todo y las cosas buenas que hacemos y pensamos, mientras estamos aprendiendo a vivir con Dios como centro de atención y no nosotros mismos.
La modestia involucra más que sólo nuestro cuerpo y aquello con lo que lo vestimos, tal como escribió Pablo. Involucra la identidad total de una mujer, la forma en que ésta se “presenta” y el desarrollo de la mente de Jesucristo. Cuando vivimos nuestra vida con Dios en mente por encima de todo, las decisiones que tomemos serán una consecuencia de esta influencia y perspectiva. Como resultado de ello, todo lo que hacemos —cómo pensamos, cómo actuamos y cómo nos vestimos, se verá afectado. Indudablemente, este enfoque va a conllevar un cambio para todos nosotros.
Las consecuencias de una sociedad sexualizada
El sexo y la sensualidad prevalecen en nuestra cultura occidental. Esta perspectiva mundial posmoderna y su influencia está explotada en todos los programas diarios de televisión, comerciales, videos musicales, revistas, carteleras, y casi todo lo que tenga que ver con propaganda. Su influencia bombardea a las jovencitas más pequeñas y ejerce una presión social que puede convencerlas de que esta forma de pensar, vestir y actuar, les va a traer amor, recompensas, popularidad y felicidad. Sin embargo, esta clase de valores les traerá una lista de consecuencias desastrosas.
Un interesante estudio llevado a cabo en 1998 anotaba que las adolescentes en Fidji tenían una saludable imagen corporal y alta autoestima; sin embargo, cuando estas jovencitas se vieron expuestas a la programación occidental de la televisión, ellas se preocuparon ostensiblemente por el peso y la figura corporal, adoptando una conducta de autocastigo (induciéndose el vómito) y de rechazo por su cuerpo. Antes de la exposición a la televisión occidental y los valores de la moda y del cuerpo que ésta proyectaba, la cultura de Fidji hacía énfasis en una constitución corporal robusta y una identidad basada en la familia, la comunidad y las relaciones. La transición de una imagen corporal saludable a una confusa imagen de sí mismas, sólo tomó tres años (Tanjare´McKay, “Female Self-Objectification: Causes, Consecuences and Prevention” [Auto-objetivación femenina: Causas, consecuencias y prevención]; McNair Scholars Research Journal [Periódico de Investigación y erudición McNair], 30 de septiembre de 2013).
Un efecto de nuestra sociedad “sexualizada” es el aumento en las preguntas que las mujeres se hacen acerca de su valor, y algunas de ellas cargan con un lastre personal de duda y sentimientos de inferioridad. Estos sentimientos de que no valen nada y la incapacidad para “dar la medida” hasta una imagen falsa, son debilitantes y destructivos. En lugar de desarrollarse como unas mujeres capaces y emocionalmente estables, con personalidades saludables, las mujeres se ven tentadas a morder la carnada de la definición de belleza del mundo que está colgando en frente de ellas y se permiten ser influenciadas por una medida errónea del valor. Además, algunas esposas piensan que deben estar compitiendo para poder tener la atención de sus esposos. Desafortunadamente, las mujeres y los hombres, pueden buscar un refuerzo positivo en los lugares equivocados. Esto incluye el motivo por el cual vestimos como vestimos.
Sí, la modestia es acerca de cómo nos cubrimos y adornamos, pero es mucho más que eso. Es acerca de elevar la barra de exigencia de nuestra vida tanto para hombres como para mujeres. En una cultura que continuamente está redefiniendo lo que es “normal”, la exhortación y el recordatorio amable del apóstol Pablo es que elevemos la marca espiritual de nuestra vida —no sólo en cómo vestimos, sino en la forma en que pensamos y actuamos— algo que interioricemos profundamente.
—Por Tanya Horchak