Nuestra familia de la Iglesia está compuesta por muchas partes diferentes, y cada una de esas partes tiene una función. “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros” (Romanos 12:4-5).
Una parte especial de nuestra familia de la Iglesia es nuestra juventud. De hecho, según un informe reciente, 40 por ciento de las personas que asisten son menores de 35 años. Ésta es la próxima generación de la obra de Dios y nuestra organización física de la Iglesia.
Les pedí a varios jóvenes en la Iglesia que me expresaran sus comentarios acerca de cómo se sentían en la congregación.
Uno dijo: “Creo que los adultos de la Iglesia y nuestra congregación (especialmente los ministros) hacen las cosas bien con los jóvenes. A veces, los sermones captan la atención de los jóvenes en cuanto a cómo arrepentirse de los pecados pasados, cómo podemos servir en la Iglesia y congregaciones locales y cómo ser buen ejemplo para las personas dentro y fuera de la Iglesia”.
Otro mencionó: “Los adultos en la congregación (no sólo los ministros) hacen bien al incluir a los jóvenes en las áreas que puedan. En mi congregación, los jóvenes tienen un estudio bíblico especial para ellos, el primer sábado de cada mes”.
Estos son comentarios positivos, pero, ¿cómo podemos los adultos en la Iglesia hacer una mejor labor al incluir esta parte especial de la familia de Dios?
Veamos cómo desarrollar una generación sólida para la obra de Dios. ¿Cómo quieren ser tratados los jóvenes? ¿Cómo podemos hacerlos sentir valorados como miembros de la familia?
- Conozca a los jóvenes de la Iglesia
No importa que usted esté en sus años 40, en los 90 o en el intermedio, los jóvenes están dispuestos a compartir su energía y celo por la vida. Dedíquele tiempo a conocer a los jóvenes de su congregación y haga vínculos. Mientras más tiempo hable con nuestros jóvenes, más va a entender sus metas, esperanzas y sueños y también sus batallas y desilusiones, que seguramente también vendrán.
Cuando sabemos más acerca de nuestros jóvenes y su vida diaria, más podemos animarlos. “Amaos los unos a los otros con amor fraternal” (Romanos 12:10).
Un joven comentó: “Está bien cuando los adultos nos aconsejan acerca de varios temas, pero anímelos a que sean positivos. Todos tienen muchas historias de cosas que les han sucedido a sus amigos y familia. Sin embargo, ¡necesitamos que sean ejemplos positivos!”.
- Comparta las oportunidades de servicio
Nuestros jóvenes asisten a la Iglesia regularmente y entienden que hay muchas cosas que se necesitan para tener los servicios cada sábado. Una forma de construir relaciones más fuertes con los jóvenes es compartiendo con ellos las oportunidades para servir. Tal vez no sepan lo que se necesita hacer, pero a muchos les gusta cuando les piden que colaboren.
Alguien comentó: “me gusta que ellos quieran que participemos; y cuando lo hacen, se entusiasman con el proyecto. También nos interesa más a nosotros. Cuando uno siente que está haciendo bien las cosas eso lo anima mucho”.
Después de trabajar por un tiempo con nuestros jóvenes, tenga en cuenta el siguiente paso: darles responsabilidades a ellos. Permita que hagan las cosas: que puedan estar a cargo de una tarea, aunque usted debe estar dispuesto a que le pregunten, a que expresen sus inquietudes, o guiarlos en lo que necesiten.
Algunas ideas de esto incluyen: arreglo de las sillas, arreglo de las mesas, tareas en el cuarto de las madres, música especial, participar en un grupo musical, estar a cargo de los equipos de sonido, de la trasmisión vía internet de los servicios o ayudar con la decoración del escenario. Hay muchas otras cosas más que podemos delegar.
Otra persona joven me aconsejó: “Si ustedes quieren que ayudemos, nos gustaría saber con anticipación —más de una semana, si fuera posible. Y no nos gusta que nos presionen para hacerlo. Normalmente ayudamos, pero hay momentos en que tenemos muchas cosas encima. Nos gustan los proyectos de grupo porque si hay más personas colaborando, es más fácil que lo disfrutemos y no lo sintamos como una carga”.
En resumen, ¡conozca a los jóvenes de la Iglesia! Inclúyalos, sirva con ellos y anímelos. Sea positivo y disfrute al conocer esta parte especial de la familia de Dios. CA
—Por Barbara Lee