El ministro local de Zimbabwe, Stephen Tshabalala y su esposa Vetina, viajaron a la remota aldea de Gokwe para estar con los miembros y prospectos.
El 24 de enero de este año, mi esposa y yo visitamos a los miembros en Gokwe, Zimbabue. Nuestro viaje comenzó a las 4 de la mañana. Quisimos recorrer los primeros 160 kilómetros antes de que anocheciera, porque los trabajadores comunitarios están siempre tratando de reparar esta parte de la carretera. No había llovido en casi un mes, por lo que quisimos aprovechar la falta de lluvias para ir a visitar a los miembros.
Nos rindió el tiempo en el viaje y en ocho horas llegamos a Gokwe. Sólo tres veces nos quedamos atascados en la arena. Habíamos llevado una pala para poder remover la arena en caso de que el vehículo se atascara. Pasamos por los cultivos de nuestros miembros (campos de maíz y maní) y era obvio que necesitaban lluvia.
Reunión con los miembros
La mayoría de los miembros estaban allí, excepto los que viven en Mbungu, que tenían que viajar 23 kilómetros a pie. Llegaron justo antes del anochecer, cansados y hambrientos por el viaje. Mi esposa había traído harina de maíz, pan y vegetales; y las damas presentes cocinaron para todos los que estábamos allí.
Aunque estábamos cansados, conversamos hasta tarde.
A la mañana siguiente, temprano, me dijeron que seis personas querían hablar con nosotros. Todos ellos eran parientes e hijos de nuestros miembros, y querían asistir a los servicios con nosotros.
Sabía que tenía que ser muy cuidadoso en la consejería con estas personas. ¿Venían por la comida o querían genuinamente saber la verdad? Las vidas de las personas en la Iglesia en esta parte del mundo han cambiado. Muchos se dan cuenta del cambio y quieren ser parte de la Iglesia. El tiempo dirá si van a permanecer.
Oración respondida
Los servicios de sábado comenzaron a las 11 de la mañana. El Sr. Gorondo dio un inspirador sermoncillo acerca del jardín del Edén. Él habló acerca de cómo Dios preparó primero este lugar maravilloso, plantó toda clase de árboles frutales y flores e hizo un río que serpenteaba por todo ese increíble jardín. Señaló que Dios le dijo a Adán que debía labrarlo y mantenerlo limpio, por lo cual la lección para nosotros hoy es que necesitamos cuidar nuestras casas, plantar árboles hermosos y mantener nuestros hogares limpios.
La asistencia fue de 67 personas. Hablé acerca de la oración, de que siempre debemos ir delante de Dios y decirle lo que necesitamos. A medida que hablaba, empecé a ver cómo las nubes lentamente cubrían el cielo; luego comenzaron a caer unas cuantas gotas. En pocos minutos ya estaba lloviendo. Detuvimos los servicios, y una hora después volvimos y los continuamos.
Sabía que la lluvia vendría y que tomaría un tiempo para que se detuviera. Quería hablar con tantos miembros como fuera posible y también aconsejar a las personas nuevas (prospectos). Fuimos a acostarnos tarde y nos levantamos temprano para continuar hablando con nuestros miembros.
Lo que me sorprendió fue que no escuché a ningún miembro pidiendo dinero, comida o vestido. Todos estaban preocupados por la educación de sus hijos. Me dijeron que querían agradecer al liderazgo y la Iglesia por las provisiones que la Iglesia les está enviando, como por ejemplo la ropa usada que les envían los miembros de Suráfrica. Estaban muy agradecidos con Dios por ser miembros de la Iglesia y por la obra que está llevando a cabo el liderazgo.
Cuando llegamos a Gokwe, nos dimos cuenta de que las cosechas necesitaban urgentemente que lloviera. Es en estos momentos que usted ve la intervención de Dios en la vida de las personas, y esto ayuda a reforzar que Él nos va a proteger y hacer que su obra se lleve a cabo.
Todos oramos por lluvia; y cuando salimos de Gokwe, estaba lloviendo. Todo el tiempo de nuestro viaje, cada cinco metros nos encontrábamos con un hueco lleno de agua. El vehículo sólo podía andar a 10, 20 o 30 kilómetros por hora.
Gracias por sus oraciones. Le agradecemos a Dios por su protección. Oh, ¡cuán cierto es el dicho de que con Dios todas las cosas son posibles!
—Por Stephen y Vetina Tshabalala