LA FIESTA DE TABERNÁCLULOS ES EL EVENTO más esperado del año en la Iglesia de Dios, pero es sólo una de las fiestas que Dios nos ha ordenado celebrar. En el plan de salvación de Dios, es difícil (realmente imposible) decir que una fiesta es más importante que otra.
¿Qué sucedería si no hubiera Pascua? ¿Cómo podría alguien ser salvo sin el sacrificio de Jesucristo? ¿Qué podemos decir de los días de Panes Sin Levadura? Si no removemos el pecado de nuestra vida, no tendremos ninguna esperanza de ser parte de la familia de Dios. Pentecostés es la fundación de la Iglesia, la venida del Espíritu Santo y la sellada de los primeros frutos, todo en una fiesta.
La Fiesta de Trompetas representa el regreso de Jesucristo y la resurrección de los santos. El Día de Expiación representa el encadenamiento de Satanás y la reconciliación del hombre con Dios.
El sexto festival es la Fiesta de Tabernáculos, que representa el reinado de mil años de Jesucristo en la Tierra, con sus santos y aquellos que hayan sobrevivido a los terribles acontecimientos que han ocurrido justo antes y durante la segunda venida de Jesucristo. El milenio es seguido por un período de juicio. Éste es el Octavo Día, o, como lo hemos llamado tradicionalmente, el Último Gran Día. Representa el día final de juicio para la humanidad. Sólo después de que esto se complete, será posible el cumplimiento definitivo del plan de Dios —el Reino de Dios, su familia y su gobierno por toda la eternidad.
Debería estar claro que cada una de las fiestas de Dios tiene un propósito único y definido en el proceso al cual nos referimos como el plan de salvación. Por esto es que se nos ordena celebrar los siete festivales. Es interesante anotar que hay un término que es utilizado con frecuencia en las Escrituras: “subir a la fiesta”.
En Éxodo 34:24 Dios instruyó a Israel que ellos deberían “subir” a las Fiestas y cuando ellos estuvieran lejos ninguna persona codiciaría sus tierras. Para ellos era clara la instrucción: “Cuando subas para presentarte delante del Eterno tu Dios tres veces al año”. Los festivales eran muy importantes, y a los israelitas les dijeron que debían dejar sus posesiones, sin preocuparse por ellas —ya que Dios las protegería.
En Zacarías 14:16 nos dicen que durante el milenio todas las naciones “subirán de año en año para adorar al Rey, al Eterno de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos”. Nuevamente, el término es “subir para guardar la fiesta”.
Cristo les dijo a sus hermanos en Juan 7:8 que ellos debían “subir a la fiesta” pero que Él no iba a subir “todavía a esa fiesta”. Sabemos que más tarde Jesucristo subió a la Fiesta, aun con la amenaza de perder su vida. Él fue en secreto y luego apareció públicamente a mitad de la celebración.
¿Qué significa este término de “subir a la fiesta”? ¿Está relacionado con algo? El término tiene un aspecto físico y espiritual. Físicamente, para poder ir a Jerusalén para la fiesta, usted tendría que “subir”. Jerusalén estaba considerablemente más alta que cualquiera de las locaciones que la rodeaban. Jerusalén está a 777 metros por encima del nivel del mar, a tan sólo 32 kilómetros al sur del Mar Muerto, que está 420 metros por debajo del nivel del mar. Viajar a la antigua ciudad de Jerusalén requeriría que usted “subiera” físicamente hablando.
Pero hay además otro concepto aparte del físico. Sabemos, también, que Dios eligió el Monte Moriah como el lugar del templo. Actualmente se le conoce como “El Monte del Templo”. Subir al templo era una experiencia religiosa. Nuevamente vea Zacarías 14:16. Las naciones son instruidas para “subir” a la “fiesta” año tras año.
—Por Jim Franks