En esta ocasión Herlinda y yo, salimos de Guatemala el 1 de agosto con la idea de regresar el día 11 del mismo mes. Tuvimos la grata oportunidad de ver, saludar y compartir con los hermanos de la Iglesia de esta área. El sábado 2 de agosto lo pasamos en Nicaragua. El sábado 9 con los miembros de Costa Rica y dos días entre la semana en David, Panamá.
Los hermanos se encuentran bien, con el ánimo positivo, incluso hicieron planes para ir a celebrar la Fiesta de Tabernáculos a Antigua Guatemala.
Su alegría nos contagia al saludarlos y compartir con ellos una comida o un momento de amena conversación. Es el ambiente agradable que vivimos y experimentamos.
Le damos gracias a Dios por cuidarlos y protegerlos, considerando que únicamente los visitamos dos veces al año. Ellos perseveran en practicar la ley de Dios y la obediencia a las fiestas santas.
Este año viajará a la Fiesta un miembro más, que vive en David, Panamá. Su nombre es Efraín Santamaría, hermano de Francisco Santamaría. Él no había podido asistir a la Fiesta, porque cuidaba a su papá que tenía más de 100 años de edad, y que hace algunos meses falleció. También estaba pendiente de que el gobierno le aprobara una pensión de tiempo de trabajo, beneficio que ya recibe.
En Costa Rica tuvimos la oportunidad de entrevistar a la señora Loida Garay y dos de sus hijos. Ella perteneció a la iglesia de Dios Universal hasta el año 1985.
Según sus palabras estuvo un corto tiempo con la iglesia de Filadelfia y después se retiró a su casa para guardar el sábado con sus hijos. Hablamos por tres horas consecutivas. Yo le expliqué la importancia de la convocación santa en el día sábado y en las Fiestas Santas (Levítico 23:1-3).
Hablamos también de la importancia de la ley del diezmo y las bendiciones que Dios promete, en lo físico y en lo espiritual. A ella le gustaría asistir a la Fiesta de Tabernáculos este año. No sé si podrá hacerlo este año o el otro. En su casa leen cada sábado la literatura del señor Herberth W. Armstrong.
Una reflexión que aprendimos en el viaje: hemos visto que es Dios el que cuida y protege a los miembros del engaño y la confusión espiritual en los que vive el mundo, manteniendo en ellos el buen ánimo y el conocimiento de su ley (Hechos 15:36).
Nosotros regresamos a casa agradecidos con Dios por la grata oportunidad que nos dio de servir, entendiendo dentro de nuestro corazón que es Dios el que revela su verdad a los hombres y mujeres que llama, no el hombre. Bendito sea el nombre de Dios.
—José Eleodoro Ávila