En una gira de 11 días, del 14 al 24 de febrero de este año, Herlinda y yo tuvimos la grata oportunidad de saludar personalmente a los miembros de la Iglesia de Nicaragua, Costa Rica y Panamá.
Se puede calificar como una experiencia familiar, porque sentimos el afecto genuino de los hermanos. Ellos se alegran mucho y nosotros también, a pesar de los problemas económicos y de inseguridad que se viven.
¡Dios es quién los fortalece y eleva su ánimo! (Efesios 3:14-16). Es un trabajo muy especial de Dios.
La experiencia se parece a la alegría que se siente cuando celebramos los días santos en el lugar en que Dios pone su nombre y nos ordena alegrarnos y estimularnos al amor unos con otros (Nehemías 8:9-10).
¡Es delicioso compartir con los hermanos de la fe! Estar juntos en armonía. Pasamos un sábado con los hermanos de Nicaragua y otro con los miembros de Costa Rica. En la ciudad de David, Panamá, lo hicimos en dos días hábiles de la semana.
Cuando regresamos a casa, una señorita de Nicaragua escribió: “disfrutamos mucho de su compañía y de doña Herlinda. Gracias por ayudarme a reflexionar”; agregando que “ella escucha como una hija y yo le sirvo como un papá”.
La actitud de escuchar procede y viene de Dios, como una bendición. Agradecemos a Dios la bondad de haber compartido ese tiempo tan especial con los hermanos. Fue un verdadero placer.
Finalmente me gustaría recordar lo que dice la Escritura: el gozo del Eterno es vuestra fuerza. El buen ánimo es un regalo de Dios. Ellos se quedaron entusiasmados.
Mi esposa Herlinda y yo regresamos muy contentos y agradecidos con Dios, por el buen ánimo de los hermanos, con el deseo de volver a verlos.
Gracias damos a Dios por su intervención y protección.
—Por José Eleodoro Ávila