Pareciera que es repetitivo definir la Fiesta de Tabernáculos 2015 en Antigua, Guatemala como “la mejor de mis fiestas”, pero simplemente ésa es la verdad. Claramente Dios cumplió su promesa de alegrarnos, y nos permitió comprobar personalmente lo que dejó escrito: “Y te alegrarás tú, tu hija y tu hijo… en el lugar en el que él decidió poner su nombre”.
Creo que este sentimiento lo pudieron vivir los 619 asistentes que nos reunimos en el Salón César Brañas. Había muchos visitantes de otros países: mexicanos, chilenos, americanos, británicos, ecuatorianos, costarricenses, panameños, nicaragüenses, peruanos y argentinos. Ninguno de ellos fue extranjero en esta Fiesta. Fuimos verdaderamente hermanos, unidos por una misma fe y un espíritu.
Si algún mensaje pudiera resumir todo lo ocurrido en esta Fiesta, lo pudimos escuchar en el videosermón del presidente de la Iglesia, el señor Jim Franks. Él nos recordó que la Iglesia es especial, nuestras creencias son especiales, las fiestas de Dios son especiales, y el sábado es especial porque representan el plan de Dios para salvar a la humanidad, por lo tanto nosotros, si somos fieles, también somos especiales.
Dios nos bendijo en esta Fiesta, como lo ha hecho en otras anteriores. Desde la bienvenida hasta el Último Gran Día nos dio en abundancia en lo físico, pero lo más importante es que nos llenó el espíritu. Nos enseñó a todos: niños y niñas, jóvenes, ancianos, matrimonios y familias. Los mensajes fueron muy claros y llenos de esperanza.
¡Hasta muy pronto!
—Por Alberto Mazariegos