Nuevamente este año se llevó a cabo el campamento de damas del 24 al 26 de abril. Esta actividad fue preparada con gran entusiasmo por parte de las damas organizadoras y por parte de nuestro ministro, Saúl Langarica, y su esposa, Carmen. Muchas de las damas colaboraron de manera diligente y se notó que todas somos un equipo cada vez más unido y disciplinado al planificar esta hermosa actividad.
Nos reunimos 77 damas en unas cabañas muy acogedoras, situadas a la orilla del Lago Rapel, a unas dos horas de Santiago. Todas viajamos de distintos lugares de Chile para acudir a esta actividad. ¿Valió la pena el viaje? Por supuesto que sí.
El viernes, antes de la puesta de sol para iniciar el sábado, ya estábamos reunidas todas las damas en el lugar indicado. Algunas damas que habían viajado más temprano, nos tenían preparada una rica cena de pavo con salsa y un apetitoso arroz. ¡No podían faltar las ensaladas ni el postre digno de una cena especial de sábado!
El cariño de todas las damas era evidente. Fue una alegría inmensa volver a vernos, algunas de nosotras, desde la Fiesta de los Tabernáculos. Fue también muy bonito ver en el grupo a mamitas embarazadas y otras con bebés muy pequeños, haciendo el gran esfuerzo de cuidarlos y aún así, participando de nuestro campamento.
Este tipo de actividades son momentos únicos que nos dan la oportunidad de ser amigas cercanas y poder así generar fuertes lazos de hermandad y amistad sincera entre nosotras, lo cual es muy importante para la unidad de la Iglesia y el fortalecimiento de nuestras familias.
Además de la alegría que todas sentíamos, el campamento fue muy instructivo, tranquilo e inspirador. Cada momento nos hacía sentir como si estuviéramos en una Fiesta de los Tabernáculos únicamente para las damas, debido al gozo que todas sentimos, al ánimo que nos dimos mutuamente, a la rica alimentación y a la recarga de nuestras baterías espirituales.
Los mensajes bíblicos específicos para las damas de la Iglesia fueron presentados por nuestro ministro, Saúl Langarica. Estos mensajes nos fortalecieron a todas y reforzaron nuestra relación con nuestros esposos, nuestros hijos y con Dios.
Entendimos más profundamente la gran influencia que tenemos para bien o para mal en nuestro hogar, el papel que Dios nos dio como cristianas y la repercusión espiritual que tenemos las damas en nuestro matrimonio y en la Iglesia.
Vale decir que para lograr tal campamento hubo mucho trabajo, esfuerzo, gran apoyo y generosidad. Especialmente recibimos el apoyo de nuestros esposos que nos dejaron ir solas a esta actividad, haciéndose responsables de nuestros hijos por este tiempo.
Además de los mensajes de nuestro ministro y de las actividades, tuvimos también miniconferencias de algunas damas, a quienes con mucho respeto y empatía escuchamos atentamente para aprender de sus experiencias.
Aprendimos unas de otras en un ambiente armonioso, con conversaciones sanas, con actitud humilde y sencillez de corazón. Esto me hizo pensar en todo lo que nos necesitamos como hermanas en la fe. Somos miembros los unos de los otros.
Hubo risas, emociones y lágrimas en varios momentos, pero claramente entendimos el concepto claro y sencillo de que todas estamos en una lucha diaria contra este mundo lleno de perversidad. Este tiempo fue para todas como un oasis en un mundo confuso. Queremos que nuestra influencia positiva en el hogar y en la Iglesia haga la diferencia ahora y para el futuro Reino de Dios.
Tenemos la seguridad de que Dios dirigió esta actividad porque nos dio su apoyo y todas las facilidades para poder llevarla a cabo este año. Palpamos la presencia de nuestro Creador en todo momento, y fue por eso que esta actividad fue todo un éxito.
Hasta el próximo año.
—Por Anita Cisterna