¿Cómo llegó a creer lo que cree? Y, ¿cómo se manifiesta su fe en su vida?
Esto fue lo que me preguntaron cuando me inscribí para el servicio militar a los 18 años. Hoy en día, prestar servicio ya no es obligatorio en los Estados Unidos, pero igualmente todos los varones deben inscribirse no más de 30 días después de haber cumplido los 18 años.
Durante la guerra de Vietnam de los años sesenta, cualquiera que solicitara la “condición de objetor de conciencia” (alguien que se opone al servicio militar por motivos religiosos) debía responder satisfactoriamente dos preguntas ante la junta de reclutamiento local: ¿cómo llegó a creer lo que cree? y, ¿cómo se manifiesta su fe en su vida? Éstas son preguntas fundamentales para todo cristiano, pero para mí lo fueron especialmente en ese momento. Varios de mis compañeros fueron reclutados en esa ocasión, y algunos de ellos murieron en Vietnam.
¿Cómo responderíamos estas preguntas ahora? Tomemos por ejemplo la primera: ¿cómo llegó a creer lo que cree? Las tres respuestas más probables son: 1) usted vino a la Iglesia siendo niño, con sus padres; 2) usted vino a la Iglesia porque algún pariente o amigo le comentó acerca de ella; o 3) usted vino a la Iglesia por cuenta propia, después de escuchar un programa de radio o televisión, leer una revista o investigar en Internet. Los que han venido a la Iglesia desde niños, tienen grandes ventajas en muchos sentidos, pero también es posible que no se tomen el tiempo necesario para comprobar sus creencias.
Desafortunadamente muchos que han crecido en la Iglesia nunca han tomado el tiempo necesario para responder las preguntas difíciles acerca de sus creencias. Como un joven de 18 años que se estaba registrando para el servicio militar, yo tuve que estudiar mucho para responder estas preguntas, pero gracias a ello, la Biblia se convirtió en algo real para mí. La tomé literalmente. Por primera vez en mi vida me vi obligado a comprobar lo que creía. Como había llegado a la Iglesia siendo niño, hasta entonces había sido más fácil aceptar lo que mis padres me enseñaron.
La segunda pregunta es igual de importante. Como dijo Jesucristo: “bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28). ¿Cómo se manifiesta nuestra fe en nuestra vida? Podemos decir que creemos en el sábado, pero ¿realmente lo guardamos? Hay una gran diferencia, y al parecer la junta de reclutamiento lo sabía.
Nuestras creencias religiosas no pueden basarse en emociones o tradiciones. Deben basarse en la Palabra de Dios. Sinceramente le pido a Dios que todos nosotros conozcamos y practiquemos su Palabra. Nunca es un mal momento para preguntarnos: ¿cómo llegué a creer lo que creo? Y, ¿cómo se manifiesta mi fe en mi vida?
Jim Franks
Presidente de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial