Por Carolina López de Navarrete
En un entorno maravilloso como lo es Sierra de la Ventana, se desarrolló este año el segundo campamento de damas de Argentina, durante los días 19 al 21 de febrero. Ubicada al suroeste de la provincia de Buenos Aires, la comarca se encuentra enmarcada por cerros y arroyos, constituyendo un espacio donde la creación divina se exhibe en todo su esplendor. En un extenso predio que cuenta con cómodas instalaciones, nos reunimos 35 damas provenientes de las distintas congregaciones de Argentina, recibiendo la visita de damas de Uruguay y Chile. Completaron el animado grupo los ministros del área Saúl Langarica y Alfredo Arboleas.
El Eterno nos obsequió un clima inmejorable permitiéndonos disfrutar del bello lugar, los añosos árboles y el sonido de la naturaleza, que en su conjunto constituyeron el marco ideal para desarrollar las actividades programadas durante los días del campamento. Entre los momentos más significativos para las campistas debemos mencionar las miniconferencias, que consisten en breves discursos, cuyos temas abordaron relatos de vida, experiencias personales y reflexiones acerca de la Palabra de Dios. Todas las miniconferencias inspiraron al autoexamen, provocaron risas y lágrimas, así como también nos permitieron conocernos más y mejor.
El sábado tuvimos los servicios, durante los cuales los ministros impartieron profundos y valiosos mensajes, que fueron complementados con dos estudios bíblicos. De esta manera pudimos recibir instrucción espiritual que nos alentó a mantenernos firmes y fieles en el camino del Eterno, a cultivar las cualidades y el carácter necesarios para ser dignas integrantes de la Iglesia de Dios.
Al finalizar el sábado, y luego de la cena, se llevó a cabo la Noche de talentos, actividad que contó con música y representaciones teatrales a partir de las cuales se recrearon distintas escenas de la vida cotidiana que permitieron desde el humor hasta las reflexiones acerca de la importancia de poner a Dios en primer lugar durante todos los días de nuestra vida. Además, se repartieron gran cantidad de regalos, todos ellos elaborados por las damas de las distintas congregaciones. A las actividades programadas se sumaron rondas de mate, visitas al arroyo cercano y pequeñas caminatas por los lugares aledaños al predio.
Sin duda fueron tres días excelentes en todo sentido. El balance final es altamente positivo, ya que pudimos vivir en comunión con las hermanas presentes, compartir experiencias y aprender de ellas, desarrollar diversas actividades en un clima de orden y armonía; y, principalmente, sentirnos uno en espíritu con Dios. Nos resta poner en práctica todo lo aprendido y reflexionar acerca de nuestro papel como miembros de la Iglesia de Dios, como esposas y madres.