Por Geraldine Zagal de Medina
Llegamos a la puesta del sol del día viernes 18 de marzo, en un bus con un grupo de 71 damas, reunidas desde diferentes lugares de Chile, así como tres damas de Bolivia.
Pese a pertenecer a diferentes lugares, se notaba en todas el mismo espíritu.
Se escogió un lugar maravilloso de nombre “Villa Alejandra”, el cual se encuentra a 140 kilómetros de Santiago, a orillas del Lago Rapel, con un clima perfecto como complemento para todas las actividades planificadas.
El viernes en la noche tuvimos un delicioso coctel de bienvenida antes de la cena. Se notaba en todas las damas el ánimo, el compañerismo y las ganas de intercambiar experiencias. El brindis estuvo a cargo de Elisa Chávez, con palabras muy inspiradoras para empezar el campamento. Luego del coctel tuvimos la cena. Después, todas las damas nos fuimos a nuestras respectivas cabañas a descansar, ya que a las 10:30 a.m., tendríamos los servicios de Dios. Sin embargo, al llegar a las cabañas el entusiasmo era tal que seguíamos contentas entre risas y conversaciones.
Después de una noche muy reparadora, todas estábamos puntuales a la hora del servicio de sábado, que estuvo a cargo de los señores Álvaro Matamala y Saúl Langarica. En el mensaje principal repasamos y aprendimos la correcta preparación para la Pascua en lo que concierne al verdadero arrepentimiento. Después de un rico almuerzo, tuvimos un estudio bíblico a cargo de don Álvaro Matamala, quien nos habló de la mujer sunamita y la importancia de la actitud y la fe que debemos tener como mujeres cristianas. Por la tarde compartimos una “once” para posteriormente empezar con las primeras cinco miniconferencias —que fueron muy interesantes. Por la noche tuvimos la cena y posteriormente la Noche de talentos, donde reímos hasta agotarnos.
Al día siguiente —domingo— después del desayuno tuvimos un estudio bíblico en el que se nos recordó acerca de la gran influencia que tiene la mujer en la familia.
Es importante rescatar que si bien se hablaron temas diferentes, todos tenían el mismo propósito: animarnos a continuar en el camino de Dios. Posterior al estudio tuvimos el almuerzo de despedida. Todo fue una alegría que contagiaba al campamento de damas de principio a fin.
Después de compartir con ustedes brevemente las actividades que tuvimos, creo necesario decir que el Campamento de damas es una actividad bendecida por Dios, en la cual todas las mujeres nos damos cuenta de que estamos unidas por un mismo espíritu. Volvemos a nuestros hogares con toda la fortaleza obtenida de cada una de las actividades y con la voluntad de ser mejores cristianas para el servicio de Dios y de su obra. Regresamos con todo el deseo de influir positivamente en nuestros hogares y congregaciones. Gracias por tan maravillosa experiencia.