Por Ariel Rosales
Sierra de la Ventana es una ciudad turística de la provincia de Buenos Aires, Argentina. Posee numerosos lugares de recreación y esparcimiento. Las sierras de esta ciudad son las más altas de la provincia, las cuales otorgan a sus visitantes hermosos paisajes y la posibilidad de realizar actividades al aire libre y en contacto con la naturaleza.
Entre los días 25 y 28 de enero se pudo realizar en esta ciudad la primera parte del Campamento de Jóvenes 2016. La segunda parte, desde el 29 hasta el 31 de enero, se realizó en la ciudad de Bahía Blanca, en el local de la sede de la Iglesia, en donde también vive el ministro Alfredo Arboleas con su familia.
La asistencia a este campamento fue de 17 jóvenes provenientes principalmente de distintas ciudades del país, como Buenos Aires, Córdoba y Cafayate. También tuvimos a dos campistas provenientes de Chile, uno de Alemania y uno de Uruguay.
El campamento estuvo dirigido por don Alfredo Arboleas, quién cordialmente puso a disposición su hogar para alojar a todos los campistas antes y después del campamento.
Como ayudantes en la cocina estuvieron sirviéndonos con toda dedicación y esfuerzo la esposa del ministro, Alejandra Riquelme, y una miembro de la congregación de Bahía Blanca, la señora Irma Álvarez.
Mi esposa Kren Elizondo y yo tuvimos la gran bendición de participar y aportar en el campamento como coordinadores de los jóvenes.
Notablemente la mano de Dios estuvo guiándonos a todos cada día, para que cada actividad resultara mejor de lo esperado.
La mayoría de los jóvenes arribó a la ciudad de Bahía Blanca el viernes 22 de enero.
Con mi esposa llegamos el día 24 por la mañana. Desde ese día ya se sentía el ambiente de campamento. Los jóvenes estaban con mucho ánimo compartiendo, preparando sus minidiscursos, juegos y hasta pintaron una bandera con el logotipo del campamento, diseñado por ellos mismos.
El lunes 25 de enero por la mañana comenzó oficialmente el campamento, con el viaje a las 8:00 am desde Bahía Blanca hacia la ciudad de Sierra de la Ventana. Nos instalamos en una colonia de vacaciones municipal con amplios espacios interiores, rodeado de un gran parque con áreas verdes, canchas deportivas y juegos.
Un día normal de campamento comenzaba a las 9:00 am con el desayuno. A cada actividad se debía llegar con puntualidad. El campista que no llegaba en el horario indicado era penalizado con lavar los vasos o platos de los demás.
A las 10:00 am el Sr. Arboleas nos daba un estudio bíblico cada día, enfocado siempre en el tema del campamento que fue: “Edificando sobre la Roca”. También aprendimos cómo hacer esto de forma íntegra, con carácter y con actitud positiva.
Luego, a las 11 de la mañana, los jóvenes tenían una hora completa de “acuérdate de tu Creador”, donde se dividían en dos grupos guiados por sus monitores y capitanes asignados. En esta hora los camperos profundizaban sobre sus experiencias y opiniones respecto de temas que se les asignaba cada día. Luego, estas conversaciones y reflexiones eran expuestas por cada grupo.
Al mediodía comenzaban las miniconferencias. Cada día se presentaban cinco jóvenes para exponer algún tema, hablarnos sobre su vida, sentimientos o experiencias. Todos los campistas se presentaron por lo menos una vez, incluso los más pequeños. En lo personal, cada miniconferencia me dejó un aprendizaje. Es muy notorio cómo Dios está trabajando con cada uno de los jóvenes de su Iglesia, aún con los más pequeños. Se puede ver que todos tienen mucho entendimiento del camino de Dios, y que en pocos años de juventud ya han aprendido principios muy importantes.
A la una de la tarde era el almuerzo y luego se tenía tiempo libre para disfrutar del parque o del río, que estaba a sólo cuatro cuadras del recinto. A las 5:00 pm tomábamos la merienda, y una hora más tarde comenzaban los deportes. Los jóvenes se dividían nuevamente en dos equipos y se enfrentaban de manera sana y alegre en voleibol y futbol.
A las 9 de la noche teníamos una rica cena para recuperar las energías, y luego realizamos juegos y un baile. A las 24 horas era el tiempo para ir a dormir.
Dios nos dio su protección durante todo el campamento, ya que no hubo ningún accidente. Todos participaron con la mejor actitud. Fue una actividad de mucho aprendizaje espiritual, personal y también de mucho entretenimiento y sana diversión.
Esperamos que Dios nos permita seguir realizando estas actividades tan importantes para los jóvenes de su Iglesia, ya que esto les permite mantenerse animados, unidos y cada vez más convencidos de seguir este camino.