Por Herbert Parada
Se reconoce en la historia de la humanidad que la ciencia médica ha logrado sanar a muchas personas mejorando su calidad de vida. Hoy en día, el aumento del conocimiento y el desarrollo tecnológico en todas las especialidades de la medicina son asombrosos.
Por otro lado, el uso de la medicina por parte de personas con creencias religiosas ha sido visto por sus pares como un acto que pudiera denotar falta de fe. Existen diversas creencias en las diferentes denominaciones religiosas en cuanto al uso de la medicina. De todas maneras, debemos reconocer que Dios como creador de todo lo existente ha permitido el entendimiento y desarrollo de las diferentes áreas del conocimiento humano.
Como cristianos debemos reflexionar, ¿qué nos dice la Biblia al respecto? Es importante analizar el tema dentro del contexto de este libro santo, para que podamos sacar conclusiones correctas.
Primeramente, podemos afirmar que no existe en la Biblia alguna prohibición al uso de la medicina. De hecho, encontramos diferentes versículos donde se habla de este tema dentro de un contexto positivo.
En Proverbios 17:22 Dios dice: “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos”.
Podemos encontrar también a Lucas, el escritor de uno de los Evangelios y del libro de los Hechos, que era médico de profesión. En Colosenses 4:14 el apóstol Pablo dice: “Os saluda Lucas el médico amado”, mostrando que este hombre de Dios era también un médico muy apreciado por todos.
Existe una historia en la Biblia que me gustaría analizar dentro de este contexto. Me refiero a un evento en la vida del rey Ezequías.
Leemos en Isaías 38:1-5: “En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: el Eterno dice así: Ordena tu casa, porque morirás, y no vivirás. Entonces volvió Ezequías su rostro a la pared, e hizo oración a el Eterno”.
Podemos ver en esta escritura cómo el rey Ezequías enfermó de muerte y llegó al punto que no había ninguna posibilidad de cura para su enfermedad, lo cual le fue revelado por medio del profeta Isaías. Pero Ezequías oró fervientemente a Dios pidiendo que lo sanara y lo salvara de la muerte. En el relato leemos cómo Dios escucha la oración del rey y le promete sanidad, añadiéndole 15 años más a su vida.
Sigamos la historia en Isaías 38:21: “Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la llaga, y sanará”.
Indudablemente, Dios pudo haber sanado a Ezequías de forma instantánea, con sólo su orden o de alguna otra forma milagrosa. Pero en lugar de esto, Dios le dijo que debía ponerse una masa de higos en la herida para que sanara. Podemos notar entonces que Dios, en su gran poder y misericordia, puede usar cualquier medio para dar sanidad a una persona. ¿Necesitaba Dios de la masa de higos para sanar al rey Ezequías? No la necesitaba. Las propiedades medicinales de la masa de higos no son el punto en discusión en esta historia. Dios simplemente utilizó este medio para dar sanidad y mostrar su poder al rey Ezequías y a los que le rodeaban.
Esta historia nos permite analizar el tema dentro de un mejor contexto: así como Dios ha permitido el desarrollo de la ciencia y la medicina para un buen uso, Él también puede usar la medicina para darnos sanidad.
En el otro lado del espectro, podemos ver mucha información sobre el mal uso de la medicina. Como ejemplo, en el artículo titulado “El auge de la resistencia a los fármacos supone una amenaza global que exige una respuesta decidida”, se habla sobre la crisis actual de los antibióticos en el mundo, en el sitio web: Investigación y Ciencia, de España.
El artículo menciona: “El acceso a los antibióticos es esencial en todos los sistemas de salud. Su uso ha reducido la mortalidad infantil, ha incrementado la esperanza de vida y se ha convertido en algo indispensable en cirugía y en algunos tratamientos de la medicina moderna… Sin embargo, numerosos microorganismos patógenos han desarrollado resistencia a estos fármacos, por lo que muchos pacientes fallecen porque no responden a ellos. El uso excesivo e inadecuado de los antibióticos en la sociedad actual está provocando una aceleración en la aparición y propagación de bacterias resistentes a dichos medicamentos, lo que representa una problemática creciente no tan sólo en el ámbito de la salud sino también en el social y el económico”.
Podemos darnos cuenta, por medio de este ejemplo, que el mal uso o el exceso de los antibióticos hoy en día está provocando serios problemas. En general, el mal uso o abuso de la medicina por la sociedad es el mayor problema, no la medicina en sí. El problema es el hecho de que nuestra sociedad ha puesto a la ciencia médica y a los profesionales en el lugar de Dios. Casi nadie busca al Dios verdadero en los momentos de enfermedad o lo han dejado a Él como último recurso.
Entonces, ¿es malo o es pecado el uso de la medicina por un cristiano? Definitivamente no. El problema que existe es usar la medicina en lugar de Dios o primero que Dios. Es confiar en que los adelantos tecnológicos y los profesionales en la salud por sí solos van a sanarnos de nuestras enfermedades, sin poner nuestro corazón primero en el Creador del universo. Debemos buscar a Dios primero en nuestros problemas de salud.
Estoy seguro de que, si la fe del rey Ezequías hubiera estado puesta en la masa de higos y no en Dios, él no hubiera sanado.
Lo mismo se aplica a nosotros: nuestra fe debe estar en nuestro Creador. Si creemos que la enfermedad lo amerita —porque hay enfermedades leves que no lo ameritan— debemos pedir primeramente la unción con aceite a uno de sus ministros como dice la Biblia: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados” (Santiago 5:14-15). Después de esto, si fuere necesario, es correcto buscar la ayuda de la medicina moderna.
La medicina ha sido permitida por el Creador de todas las cosas, en el entendido de que ésta es un simple medio que Dios puede usar para sanarnos. Pero en caso de que pensemos que necesitamos buscar a un médico o usar medicamentos, busquemos primero al Creador de los médicos. CA