Los jóvenes creyentes en Dios están siendo atacados por diferentes flancos en esta sociedad. Si ellos quieren actuar correctamente en lo moral y en lo espiritual, son acosados por sus compañeros de escuela, por sus compañeros de trabajo y a veces por sus propios familiares. Muchos en el mundo quisieran que los jóvenes creyentes siguieran en los mismos desenfrenos y malos comportamientos que hay en la sociedad.
Los jóvenes de la Iglesia reciben mucha presión en el mundo para que se comporten como el resto. Posiblemente este grupo etario en la Iglesia es el que más presión tiene que enfrentar para poder mantenerse fiel a Dios y a sus leyes.
Hace un tiempo uno de nuestros jóvenes tuvo que enfrentar una situación compleja en su universidad: había decidido esperar hasta el momento correcto para tener una novia que fuera creyente en el Dios verdadero. En el entretanto, había decidido no “salir” con ninguna otra mujer. Sus compañeros de universidad empezaron a presionarlo y a molestarlo hasta el punto que un día la muchacha más bonita de su curso, en acuerdo con el resto del grupo, decidió acosarlo delante de todos sus compañeros. Aquella fue una situación muy vergonzosa para nuestro joven. Al defenderse de semejante presión, el acoso para el joven de la Iglesia, por parte de sus compañeros de curso, solamente aumentó.
Éste es tan sólo un tipo de presión que enfrentan los jóvenes de la Iglesia en esta sociedad. Como bien lo dice el apóstol Pablo: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:28-32, énfasis añadido).
Una manera excelente para ayudar a los jóvenes de la Iglesia a sentirse apoyados por otros jóvenes que piensan y sienten lo mismo, es a través de los campamentos. Estos campamentos no solamente fortalecen la fe de los jóvenes que asisten, sino que también les animan a continuar en un camino de vida que es extraño para este mundo. Además, los campamentos proporcionan el ambiente propicio para que los jóvenes de la Iglesia se conozcan y eventualmente puedan ser los mejores amigos, y aun llegar a casarse dentro de la fe, como Dios mismo lo aconseja.
Esta es la razón por la cual la Iglesia de Dios dedica esfuerzo, finanzas, enseñanza enfocada y todo lo necesario para tener los campamentos para sus jóvenes. Recientemente tuvimos campamento de verano en México y de invierno en Chile. He aquí los reportes:
Este año nuevamente y gracias a Dios pudimos tener otro campamento de invierno. El lugar, como ya es tradición, fue la parcela de Don Roberto Hernández y de otros miembros de su familia que viven en los alrededores. Nosotros los colaboradores y también los jóvenes nos sentimos profundamente agradecidos por la hospitalidad ofrecida. La familia Hernández practica muy bien lo que dice la Biblia: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Hebreos 13:2).
El buen clima nos acompañó durante todo el campamento. Asistieron un total de 64 jóvenes, tres de ellos por primera vez. Aparte, cinco parejas de adultos estuvimos colaborando. Durante el campamento, a todos se les vio muy alegres de compartir con sus amigos de otras congregaciones de Chile, como Puerto Montt, Valdivia, Temuco, San Carlos, Talca, Santiago y Cartagena. Todos disfrutamos del fin de semana conversando, reflexionando, riendo y con un excelente sentimiento de unidad.
Cada año tenemos un lema para nuestro campamento. El lema de esta ocasión fue: “Ninguno tenga en menos tu juventud”, tomado de la Escritura en 1 de Timoteo 4:12. Todos los temas del fin de semana se enfocaron en este lema. En nuestras charlas también recordamos a jóvenes mayores que ya cumplieron su ciclo de campamento, pero que dejaron un buen ejemplo a seguir por los más jóvenes.
Para los coordinadores es muy gratificante el ver cómo los jóvenes crecen en estatura, sabiduría, madurez, espíritu y deciden seguir el camino de Dios, dejando una huella que seguramente marcará el corazón de los más pequeños y que instará a todos a seguir esforzándonos para llegar a nuestra gran meta: el Reino de Dios.
Se nos instó a seguir el gran ejemplo de nuestro Señor Jesucristo, a discernir cuál es el camino correcto y a sacar el pecado de nuestra vida. También se nos dijo que tendremos que esforzarnos para entrar al Reino de Dios, que debemos seguir adelante ante toda prueba, que sufriremos, porque Dios quiere moldearnos para que tengamos su carácter. Debemos también saber que a veces Él no nos da lo que le pedimos, para probarnos. Se nos dijo que cada uno de nosotros es especial a los ojos de Dios y que probablemente aún no nos hemos dado cuenta. Dios quiere trabajar con nosotros porque Él vio algo en nosotros y nos invita a descubrirlo. Él quiere que seamos ejemplo para los creyentes y para todos, no importando la edad. Debemos ser ejemplo en palabra: hablar con prudencia, cumpliendo lo que decimos. También debemos ser ejemplo en conducta y en espíritu, intachables y serviciales. En cuanto al amor, debemos preferirnos unos a otros en la Iglesia. Debemos también ser puros y limpios de corazón.
Que Dios nos ayude para que estos campamentos calen hondo en el corazón de nuestros hijos jóvenes para que ellos sigan en este precioso camino.
—Eduardo Espinoza Bucarei
Durante cinco días se llevó a cabo el campamento de jóvenes de distintos lugares de la República Mexicana. 39 personas en total nos concentramos el domingo 22 de julio en San Luis Potosí para esta actividad tan esperada durante todo el año.
Los jóvenes llegaron de lugares distantes como: Ciudad Juárez, Ciudad de Chihuahua, Coahuila, Monterrey, Tepic, Ciudad de México, León y San Luis Potosí. Además, llegaron seis jóvenes extranjeros.
La cita fue el día lunes 23 a las 7:30 a.m. frente a la Central de Autobuses de San Luis Potosí. A las 8:00 a.m. salimos con dirección al municipio de Tamasopo, para comenzar el campamento de jóvenes ese mismo día.
Esta área del país es un sitio esplendoroso por sus paisajes, exuberante vegetación, sus hermosos ríos y espectaculares cascadas. Es un lugar ideal para lo que cada año solemos llamar como “la zona”. Es un lugar especial, con personas especiales y con un propósito especial.
Durante cinco días disfrutamos de estos hermosos lugares, venciendo miedos y aceptando desafíos, bajo la supervisión de un grupo profesional externo y bajo la dirección de Alfredo López y Adán Langarica, ministros de la Iglesia.
Como dije, a cargo de las actividades estaban instructores profesionales de la “Cabaña Aventuras”, quienes nos llevaron al cauce del Río Micos donde saltaríamos de siete cascadas de diferentes alturas, siendo la más alta de nueve metros.
Durante la noche los jóvenes platicaban de los desafíos vencidos y de las lecciones aprendidas en cada actividad.
Pero lo más importante es que se tuvieron 11 conferencias impartidas por los ministros y varios de los jóvenes que se habían preparado con anticipación.
Estas conferencias abarcaban desde el propósito del llamamiento, los planes de Dios para los jóvenes de su Iglesia y la importancia de vivir vidas íntegras delante de Dios y de los demás.
Se les preguntó a los jóvenes cómo definían la integridad y dieron los siguientes comentarios: es honestidad, lealtad y veracidad. Un joven la definió como la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace, teniendo como parámetro la palabra de Dios. Este fue el contexto de todas las conferencias.
El viernes por la tarde regresamos a San Luis Potosí, donde las familias esperaban a los jóvenes para hospedarlos y guardar el sábado.
Los servicios santos tuvieron lugar en la ciudad de San Luis. Después de los servicios compartimos alimentos todos juntos en el salón y convivimos por algunas horas. Al ponerse el sol, tuvimos la última actividad de jóvenes, donde realizaron actividades de integración, baile y una cena informal. El domingo por la mañana todos los jóvenes volvieron a sus lugares de origen.
—Adán Langarica