Por Daniel Sepúlveda Solís
Es sabido por todos nosotros que, para tener una vida social plena, es necesario tener buena comunicación con quienes nos rodean. Si queremos tener buenas relaciones familiares, es fundamental tener buena comunicación con los padres, tíos, primos, etcétera. Siendo padres, hijos, esposos o esposas, amigos, etcétera, tener una buena comunicación con quienes nos rodean, nos ayuda a tener sanas relaciones y a disfrutar de ellas.
La comunicación interpersonal es tan importante, que incluso ha sido tema de estudio y análisis dentro de las grandes empresas. Estos estudios han sido realizados para mejorar el funcionamiento de estas organizaciones y se llevan a cabo específicamente para generar más ganancias. Como resultado de estos análisis se han hecho innumerables recomendaciones que contribuyen a mejorar la comunicación dentro del ambiente laboral y nos instan a hacer un uso correcto de la comunicación para sacar el máximo provecho posible a este acto social inherente al ser humano.
Entonces, es fácil afirmar que mucho de nuestro bienestar, ya sea en casa, en el trabajo, con los amigos, se puede lograr estableciendo una buena comunicación.
Acerca de cómo lograr esta buena comunicación, los mismos estudios realizados en las grandes empresas nos dan varias pautas y recomendaciones que bien vale la pena considerar.
Si nosotros, en alguna medida logramos comunicarnos asertiva, apropiada y correctamente con todos los que nos rodean, nuestra vida se vería muy beneficiada, pero los beneficios sólo serían para esta vida. Existe una comunicación aún más esencial, transcendente e importante. Ésta es una comunicación que no es humana y va más allá de los límites de lo físico, una comunicación que nos puede traer beneficios para siempre.
Dios, siendo el Creador de todo lo que existe, hizo la vida y también la comunicación. Él sabe mejor que todos nosotros lo necesario y fundamental que es “estar bien comunicados”. Él no sólo escribió para nosotros un gran libro con mucha instrucción y muchas respuestas para casi todas nuestras preguntas, sino que también diseñó e inventó una forma de comunicarse con Él, una forma muy efectiva y real: la oración.
La oración es más que una conversación abierta y sincera con Dios. La oración es la forma más sencilla y fácil de comunicarse con el Creador de todas las cosas, y aunque muchos puedan pensar que ésta es una práctica anticuada, la verdad es que la oración es más importante que nunca.
Existen muchas situaciones, problemas o dificultades que no pueden ser solucionados por nosotros mismos, por ejemplo: ¿con quién debo casarme? ¿Qué haré cuando sea grande? ¿Cómo evitar morir repentinamente en un accidente? O incluso, ¿cómo entender esa asignatura difícil que en algún momento estará en el examen de la escuela? Filipenses 4:6 dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”.
Todas esas respuestas y millones de otras, sólo pueden conseguirse conversando con Quien “todo lo sabe”, con Quien “todo lo conoce”.
Hemos nacido en tiempos peligrosos y sólo Dios puede ayudarnos a vivir lejos del peligro y la maldad. Si se desarrolla el hábito de la oración, será mucho más fácil para el joven o el adulto el estar siempre comunicados con nuestro Creador. La oración no ha pasado de moda, no está sujeta a tendencias del tiempo, ni tampoco obedece a voluntades humanas. La oración fue creada por Dios mismo para que tengamos una comunicación diaria, constante, fluida y sincera con Él.
No importa lo que suceda a nuestro derredor, no importa que los jóvenes de la actualidad no quieran o no sepan comunicarse correctamente con otras personas, no importa que las redes sociales nos vuelvan menos comunicativos, no importa que la tendencia del mundo sea la anticomunicación. Incluso, no importa que nadie quiera estar comunicado con Dios… nosotros debemos ir en contra de todas esas modas o tendencias. Nosotros sí entendemos la importancia de tener sanas y edificadoras conversaciones con todos y más aún, sabemos y entendemos la importancia de estar comunicados y conectados con Dios. La oración es la herramienta más efectiva en este sentido.
Durante la adolescencia y la juventud, tomamos decisiones importantes, decisiones que nos acompañarán toda la vida. En muchas oportunidades cuando llega el momento de tomar esa decisión. En ese momento la única forma de asegurarnos de tomar buenas decisiones, es conversar con Dios y solicitar su guía y dirección, pedirle que Él nos ayude a decidir correctamente de acuerdo con su ley y su verdad. Que Él nos muestre qué decisión tomar, que camino seguir. Para lograr ese tipo de relación con Dios, es necesario estar muy bien comunicados con Él. Mateo 21:22 dice: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”.
La oración es entonces una forma muy sencilla, pero muy eficaz de comunicarnos con Dios, de hacerle todas nuestras preguntas, de comentarle todas nuestras inquietudes, etcétera. La oración es el método que Él mismo creó para que diariamente hablemos con Él. Es una forma de comunicación que traerá beneficios ahora, mañana y siempre. No sólo me ayudará a mí, sino también servirá para que yo pueda ayudar a la familia, a los amigos. La oración es la mejor forma de estar siempre bien comunicados con el Hacedor de todas las cosas, quien define el rumbo de nuestra vida. CA