Si estás pasando hoy por momentos de angustia, soledad e intranquilidad, este pequeño artículo es para ti.
Nosotros como adultos, en especial como padres, quisiéramos evitarles a nuestros hijos el sufrimiento que trae el tomar decisiones equivocadas.
Obviamente esta constante preocupación se hace más patente en los tiempos peligrosos que vivimos. La corrupción, la falta de respeto hacia los demás, la falta de interés por el bienestar de otros, las drogas, la delincuencia y un sinfín de males que afectan a nuestra sociedad, pueden estar más cerca de ti de lo que piensas.
Cuando estos males pueden haberte golpeado y sientes que estás inmerso en este sistema, puedes encontrar aún la salida.
Dios en su infinita sabiduría nos ha dejado el libre albedrío para crecer en carácter y decidir lo que creemos conveniente, pero las decisiones que tomamos no necesariamente son las más acertadas y siempre, irremediablemente, tendrán consecuencias positivas o negativas.
Es muy satisfactorio poder disfrutar de las consecuencias positivas que trae el decidir correctamente, basándose en los principios de vida que Dios nos ha revelado en Su Palabra. Tal vez puedas pensar que estas palabras suenan como repetitivas o teóricas. Pero quiero desafiarte a que las analices sincera y profundamente. ¿Cuáles son los mejores tiempos que has vivido? ¿Cuáles son los mejores recuerdos que tienes? ¿No son aquellos en que gozabas de paz y tranquilidad mental por haber decidido correctamente? Pues bien, aún es tiempo para retomar esos tiempos de bonanza.
Como jóvenes, muchas veces fuimos llevados por la impulsividad y por el querer ser aceptado por nuestros pares, tomamos decisiones desafortunadas que nos trajeron pesar y esto aún puede estar agobiándonos en nuestra lucha por ser mejores.
En la Biblia existe la respuesta a todas nuestras interrogantes emocionales y espirituales. En el tema que estamos tratando, hay una respuesta corta pero muy profunda y significativa que te invito a que la apliques.
Si has cometido errores en tus decisiones, puedes evitar las consecuencias o por lo menos aminorarlas si realmente estas dispuesto a no continuar en los mismos errores.
El Salmista David le preguntó a Dios: “¿Con qué limpiará el joven su camino?”, es decir, ¿Cómo puedes ordenar tu vida? ¿Cómo puedes salir del medio en que te has metido? ¿Cómo puedes hacer los cambios que necesitas hacer?
El Salmista luego responde: “Con guardar tu palabra”… es decir, debes comenzar desde hoy a decidir correctamente, a salir del medio que eventualmente has entrado, las malas influencias, las tentaciones, las drogas, etcétera.
Sería muy satisfactorio que tomaras este desafío individual. Si no sabes cómo hacerlo, pídele a Dios en oración en lo íntimo a que te ayude a encontrar la salida.
Te invito a que converses con tus padres y busques el momento oportuno para expresarles sinceramente lo que estás pasando. Si no tienes esa confianza con ellos, busca a alguien a quien respetes, al pastor o ministro de la Iglesia, a un diácono, o un adulto de experiencia.
Es lamentable que a veces caigamos en errores, pero lo más importante es levantarse y volver a comenzar. Todos hemos cometido errores. Las consecuencias pueden ser unas más visibles que otras, pero lo más significativo de eso es asumirlas y hacer los cambios necesarios.
Recuerda, Dios desea que te vaya bien y Él está dispuesto a sacarte del medio equivocado en el que eventualmente has entrado. Cuando decidas hacer los cambios, Él estará atento para ayudarte a salir. Dios desea que no seas uno más del “montón”. Él te considera un ser humano especial, pero serás distinto si quieres ser especial.
La escritura que cité en este artículo se encuentra en Salmos 119:9 “¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.” Revísala y hazla tuya.