Un viejo refrán dice que si ponemos una rana en una olla con agua caliente, ésta saltará inmediatamente para escapar del peligro. Sin embargo, si ponemos la misma rana en una olla con agua tibia y agradable, y aumentamos gradualmente el calor hasta que comience a hervir, la rana no se dará cuenta de la amenaza hasta que sea demasiado tarde (y esté cocinada).
Debo admitir que nunca he tratado de cocinar una rana a fuego lento, pero esta historia nos sirve para aprender una buena lección. Debemos ser cuidadosos con los cambios lentos en nuestro ambiente, no sólo con los cambios bruscos. La historia es una advertencia para animar a las personas a poner más atención no sólo a las tendencias o influencias obvias sino también a las sutiles, en las que se desarrollan lentamente. Dios le da unas advertencias semejantes a Su pueblo: “Tengan cuidado con la olla en la que eligen vivir” (en otras palabras, es la instrucción de Dios de ser cuidadosos con las influencias del mundo en que vivimos).
Vivimos “en” el mundo
Cuando Jesucristo oró al Padre por la iglesia, él admitió que sus seguidores debían seguir viviendo en el mundo. El no espera (ni desea) que seamos ermitaños en una montaña o en cueva remota ¡y oscura! Pero sí expresó gran preocupación por proteger a la Iglesia de la mala influencia que Satanás tiene en este mundo. Fíjate en las palabras que pronunció a su Padre: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del maligno. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:15-16).
Aquí Jesucristo admite que debemos continuar viviendo en un mundo que está bajo la influencia de los valores y la fuerza que no provienen de Dios. El admite que estamos viviendo (físicamente) en el mundo, pero que no debemos ser (filosóficamente) del mundo. Esto, amigos, es un desafío, pero un desafió que Dios sabe que podemos lograr, con Su ayuda.
El apóstol Pablo describió el mundo del cual salimos como uno dirigido por Satanás y por el malvado mundo espiritual (Efesios 2:2-3). Muchas personas no se dan cuenta de que varios de sus antiguos valores y acciones antes de que fueran llamados por Dios, eran en realidad influencias de Satanás–¡el agua caliente de esta olla hirviendo!
No amen al mundo
El apóstol Juan le advirtió a la Iglesia diciendo: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo” (1 Juan 2:15). Mientras Dios desea que todo su pueblo tenga una verdadera preocupación y amor por todas las personas, aquí Juan está advirtiéndonos que los valores que son fomentados en este mundo son peligrosos. El sucumbir a una mente enfocada en sí misma – donde el mundo y las cosas materiales son nuestro enfoque principal – puede destruir los esfuerzos que hacemos por estar en el Reino de Dios.
Para ser claros, Juan nos advierte de toda esta ya familiar prisa por satisfacer los apetitos humanos a los cuales todos estamos sujetos:
- El deseo de la carne – las cosas que la gente busca para satisfacer la parte física: comida chatarra, uso de drogas, sexo ilícito, búsqueda excesiva de entretenimiento y placer, etc.
- El deseo de los ojos – las cosas que la gente mira y después codicia: pornografía, apariencia, belleza, riquezas, etc.
- El orgullo de la vida – el deseo de prestigio, fama, poder y popularidad. Cuando pensamos en esto, nos damos cuenta que estos vicios y deseos aún son relevantes en el siglo 21. Estos vicios aún son parte importante en el estilo de vida que promueven los medios de comunicación por medio de la publicidad, televisión, películas y diversión. Estas son las necesidades y apetitos percibidos que motivan a la mayoría de las personas hoy en día. ¡Que triste!
Considera este consejo
¿Qué podemos hacer para estar seguros de que permaneceremos “sin mancha” del mundo (Santiago 1:27) – aún cuando vivamos en él? ¡Esta es una responsabilidad muy seria que no debemos tomar a la ligera, y que se aplica a toda nuestra vida!
¿Recuerdas la historia del hijo pródigo en Lucas 15:11-32? Este joven quiso experimentar todo lo que el mundo le ofrecía; parece que estaba tentado por todas las cosas de las que Juan nos esta advirtiendo. Tú puedes resistir estas tentaciones si te convences de que las leyes de Dios y Su camino de vida son realmente lo mejor. ¡Pero eres tú quien debe decidirlo!
Las siguientes preguntas te pueden ayudar a evaluar lo que es realmente importante para ti. Considera estas preguntas y sugerencias a medida que tomas tus decisiones viviendo en este mundo:
Pregúntate a ti mismo: ¿Quién está influenciando a quién? Cuando interactuamos con personas de diferentes valores en la escuela o en el trabajo ¿Quién es el que realmente influye en el otro? Esta es una pregunta muy importante, ya que aquellos que luchan por servir a Dios son mucho menos que aquellos que no conocen al verdadero Dios. Recuerda, la influencia sobre nosotros puede ser mucho más grande que la nuestra sobre los demás.
Pregúntate a ti mismo: ¿Es esto un pecado? Esto parece ser una tontería. Sin embargo, es una pregunta fundamental que deberíamos hacernos para saber a dónde vamos, qué hacemos, qué pensamos y deseamos. ¿Son estas cosas buenas o malas ante los ojos de Dios? ¿Es pecado o no?
Pregúntate a ti mismo: ¿Hacia dónde me esta llevando esto? A veces nuestras decisiones o actividades personales puede que no sean técnicamente incorrectas o pecaminosas, aún así debemos preguntarnos por la dirección total de nuestra vida. ¿Cuál es el enfoque de la cultura, del círculo social y de las personas con quienes interactuamos? ¿Es la dirección en que voy una buena dirección? Y ¿te ayuda ésta a incrementar las metas personales que tienes para ti mismo –tales como entrar al Reino de Dios en el futuro? La dirección es extremadamente importante cuando uno quiere llegar a un lugar. La próxima vez que quieras viajar a alguna parte, prueba esta teoría.
Dialoga con otros que también comparten tus creencias
Compartir con otros que son de la misma fe y que comparten sus creencias es una clave importante para permanecer en el camino de vida de Dios (Hebreos 10:24-25). Sin embargo, el compartir con otros jóvenes que van a tu iglesia no siempre es suficiente. Es bueno tener buenos amigos que compartan sus convicciones y conversan acerca de la verdad de Dios de vez en cuando. La historia ha mostrado que el hablar acerca de lo que creemos ayuda a fortalecer nuestras convicciones. Este tipo de influencia se llama presión social positiva.
Pídele ayuda a Dios. No importa qué desafíos tengamos que enfrentar en la vida, nunca debemos perder de vista la fuente de ayuda y fortaleza más grande que tenemos: el Dios Todopoderoso. Al vivir en este mundo oscurecido, a la par con sus brillos y tentaciones, debemos estar continuamente orando a Dios por Su ayuda, por Su fortaleza y sabiduría para hacer lo correcto.
Seamos un ejemplo. En contraste con las advertencias acerca de ser atrapado por este mundo, Jesús le dijo a sus discípulos que ellos tenían que ser realmente una luz para el mundo (Mateo 5:14-16) y que no deberían esconderse del mundo en que viven. Aún cuando Dios nos insta a distanciarnos de los valores incorrectos que se promueven en esta sociedad, El nos dice que debemos ser buenos ejemplos de amabilidad y conducta honesta con todos los hombres (1 Corintios 13:4-7; 1 Pedro 2:12). Es importante que entendamos por qué Dios desea que permanezcamos en el mundo pero que no seamos parte del mundo. Hay dos razones: 1) Dios nos está dando las mejores ocasiones para crecer en fortaleza espiritual y en compasión por aquellos que nos rodean, y 2) El está preservando nuestras vidas para un mayor servicio a la humanidad cuando Jesucristo traiga un nuevo gobierno a Su regreso.
¡Se acerca el tiempo en que el ambiente en que viva el hombre será frío y refrescante en contraste con la olla caliente e hirviendo del mundo actual! El apóstol Pedro nos habló de este maravilloso mundo venidero que será realmente refrescante comparado con la violencia, muerte y sufrimiento de hoy. El llamó a esta época futura “los tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).
Este mundo es poderoso. No debemos subestimar su influencia. Tú y yo no podemos vivir y florecer espiritualmente en este mundo sin un compromiso hacia Dios y a los valores que encontramos en Su Palabra. Pero recuerda, Dios te ha llamado a prepararte para un mundo que reemplazará al mundo en que vivimos hoy. Es mundo que esperamos ansiosos aún no está aquí, pero pronto lo estará.