Queridos hermanos:
Probablemente ya ustedes han visto la edición del 6 de julio de In Accord con la actualización de Medios de Comunicación por parte de Clyde Kilough. En este programa él nos dio las últimas estadísticas de medios —las más animadoras que me acuerdo haber visto desde que comenzamos hace doce años. No repetiré todo lo que él dijo, pero quiero que ustedes tengan en cuenta algunas de las estadísticas. Dos de nuestros folletos —Cambie su vida y El libro de Apocalipsis— ahora han sobrepasado las 100 mil descargas. Ambos folletos han estado disponibles durante años, pero seis meses atrás, cuando estábamos con un promedio de pocos cientos de descargas al mes con un total de descargas entre 50 y 30 mil respectivamente. Sin embargo, en los últimos seis meses el aumento de descargas de cada uno se ha duplicado hasta sobrepasar los 100 mil. Otro aumento inesperado ha sido el número de nuevas personas que han contactado la Iglesia durante este mismo período de seis meses. El área de correspondencia personal ha visto que el número de mensajes que reciben mensualmente se ha duplicado.
Como resultado de esta gran respuesta ahora estamos trabajando para desarrollar más anuncios con la meta de producir un video corto para cada uno de nuestros folletos en los próximos meses. Y recordemos que nosotros todavía no hemos lanzado nuestro nuevo sitio de programas de videos de Vida, Esperanza y Verdad. Según nuestras experiencias recientes esperamos que las cifras se aumenten aún más cuando ya esté disponible. No estamos seguros es de cuándo va a ser esto.
A medida que se acerca este nuevo programa, hemos contratado tres nuevos empleados en Medios de Comunicación para ayudar a realizar el trabajo que vendrá. Dos de nuestros nuevos empleados trabajarán medio tiempo —Katherine King y Helena Salyer. Nuestra nueva tercera empleada, Tatiana Wright, será de tiempo completo. Ella se encargará de la correspondencia personal que se compone básicamente de preguntas y respuestas que llegan por e-mail de nuestros formularios en los sitios de la red. Con sólo seis meses de campaña, nuestros empleados se dieron cuenta que era muy difícil mantenerse al día aun con mucha ayuda de parte del ministerio. Esos empleados nuevos son ayudas que aceptamos con mucha alegría y sabemos que van a ser el apoyo y el respaldo que necesitamos en nuestro departamento de Medios de Comunicación.
Cuando uno hace campañas de propaganda, parte de la planeación del futuro implica ser capaz de predecir con cierto grado de exactitud cuáles van a ser los resultados. Si bien es cierto que siempre tenemos la esperanza de una buena respuesta cuando nosotros ponemos el anuncio, creo que es justo decir que nadie ha logrado predecir el volumen de respuestas que estamos recibiendo por anuncios recientes. Con más anuncios y propaganda y un nuevo programa de video en el horizonte, predecir el futuro se ha convertido en algo aún más difícil. ¿Cuántas respuestas recibiremos en seis meses? ¿Cuán efectivo será el nuevo programa de video en cuanto al número de respuestas? El éxito de lo que hicimos recientemente ha hecho que nos enfoquemos en estas preguntas, recordando siempre que nuestra herramienta debe ser cumplir con la voluntad de Dios. ¿Dónde estamos en cuanto al cumplimiento de la profecía? ¿Cómo debería reflejar nuestro mensaje una advertencia de los tiempos del fin? ¿Estamos agradando a Dios con nuestros esfuerzos?
Al pensar en estos temas he reflexionado en la época de mi vida en que he estado asociado con la Iglesia de Dios. Mi familia comenzó a asistir a la congregación de la Iglesia de Dios de la Radio más de 60 años atrás, en enero de 1962. Desde el principio los mensajes que escuchábamos estaban muy enfocados en la profecía, llenos de predicciones acerca del pronto regreso de Jesucristo para establecer aquí su gobierno, el Reino de Dios en la Tierra. Nuestra creencia en el Reino de Dios y en la resurrección de los santos requiere que nosotros rechacemos una creencia común que las personas tienen de ir al cielo o al infierno cuando ellas mueren. Estamos en desacuerdo con cerca del 99 % de aquellos que profesan ser cristianos porque creemos en las resurrecciones —la primera (al regreso de Cristo) para los santos, los justos, la segunda (después del Milenio) para aquellos que nunca escucharon la verdad o nunca respondieron al llamado de Dios y la tercera para aquellos que rechazan a Dios, los impíos incorregibles que van a ser destruidos en el lago de fuego. El plan de Dios tiene una resurrección para todos, pero cada uno en su debido orden (1 Corintios 15:21-23).
Si bien es fácil sentirnos desanimados cuando vemos que los principales eventos proféticos no se materializan según nuestro cronograma, debemos reconocer que estamos viviendo en una época que refleja cada vez más profundamente las profecías de los tiempos del fin —ciertamente más que cualquier otro período en mi vida. La corrupción, la inmoralidad, la promoción de la perversión sexual, la proliferación de la pornografía, la esclavitud y el tráfico de seres humanos, los abortos, tomar las vidas humanas al azar, guerras, violencia —todas son características de una sociedad que está decayendo y que existen dondequiera que miremos. En este año únicamente (2023) ha habido tiroteos masivos en virtualmente cada ciudad importante en los Estados Unidos. Según la fuente gunviolencearchive.org, en el 2021 tuvimos 690 tiroteos masivos (se definen así cuando hay por lo menos cuatro personas muertas sin contar la persona que lo lleva a cabo). Éste fue un nuevo récord —y con una gran diferencia con respecto a los años anteriores. Este año hemos tenido cerca de 365 con 22 mil personas muertas por las armas y esa tendencia no está disminuyendo. Esto es sólo la punta del iceberg.
Cuando estaba preparando mi sermón para la fiesta este año, descubrí un sitio llamado “Transparency International” [Transparencia internacional], (transparency.org), en el que hace un análisis de 180 países y territorios de acuerdo con los niveles de corrupción que se perciben en el sector público. Más de dos terceras partes de las 180 naciones tuvieron un puntaje por debajo de 50 en una escala de 0 (muy corrupta) a 100 (muy limpia). Las naciones que aparecen como las más corruptas no van a sorprendernos —Somalia, Sudán del Sur, Venezuela, Libia, Haití, La República Democrática del Congo, Burundi, Zimbabue, Honduras, Irán, Guatemala y Kenia. Aun a los Estados Unidos con un puntaje de 69 no le va muy bien en esta lista. La corrupción en el gobierno, la religión y la inmoralidad han existido siempre pero ahora es diferente. No hay ninguna disculpa o deseo de cambiar la dirección. Se acepta la corrupción y la sociedad disfruta abiertamente de los estilos de vida pecaminosos como si fueran normales. Pareciera que estuviéramos en el punto descrito en los días de Noé: “Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (Genesis 6:11:12).
En medio de todo esto yo veo el cumplimiento de la parábola del sembrador y la semilla como lo encontramos en Mateo 13:18-23. Estamos sembrando la semilla de la Palabra de Dios con un mensaje de advertencia a miles de personas cada mes. Por la parábola, sabemos que alguna semilla va a caer en buena tierra y echará raíz. Aquellos que están en esta categoría, necesitarán ayuda a medida que respondan al mensaje del evangelio y esta ayuda vendrá de la Iglesia que Dios edificó a través de Jesucristo (Mateo 16:18) que está comprometida a cuidar de aquellos que tal vez Dios llame en cualquier parte del mundo.
Creo que estamos realmente en la posición que Cristo describió en Juan 4:35, y Mateo 9:37-38
—los campos están listos para la siega, pero los trabajadores son pocos. Se nos dice que debemos orar al Señor de la mies para que envíe más colaboradores a su campo. Es tiempo de orar para que se nos abran puertas para predicar el evangelio y orar para que sean enviados más colaboradores al campo para llevar a cabo la cosecha. Es un tiempo lleno de expectativas, pero también es peligroso y atemorizador como ningún otro que hemos visto antes. En contraste con la oscuridad de este mundo, nuestro mensaje es un mensaje de esperanza acerca del venidero Reino de Dios, además de un llamado al arrepentimiento —el mismo mensaje que Jesucristo trajo a la Tierra hace casi 2000 años atrás (Marcos 1:15).