Queridos hermanos:
¡Qué temporada de Pascua y días de Panes Sin Levadura tan maravillosa y a la vez tan ocupada! Mi esposa y yo viajamos de Dallas a Calgary, Alberta, Canadá para la Pascua, Noche de Guardar y el primer día de Panes Sin Levadura. Allí nos reunimos con un grupo de miembros pequeño pero muy cálido. Fuimos 22 para la Pascua y luego para la Noche de Guardar y el primer día, se nos unieron algunos jóvenes. Nuestra comida de la Noche de Guardar incluyó un lomito preparado por los miembros, estaba delicioso.
¡Qué temporada de Pascua y días de Panes Sin Levadura tan maravillosa y a la vez tan ocupada! Mi esposa y yo viajamos de Dallas a Calgary, Alberta, Canadá para la Pascua, Noche de Guardar y el primer día de Panes Sin Levadura. Allí nos reunimos con un grupo de miembros pequeño pero muy cálido. Fuimos 22 para la Pascua y luego para la Noche de Guardar y el primer día, se nos unieron algunos jóvenes. Nuestra comida de la Noche de Guardar incluyó un lomito preparado por los miembros, estaba delicioso.
Después de nuestro viaje al Canadá volvimos a Dallas por dos días y luego fuimos a la República Dominicana donde nos reunimos con un grupo creciente de nuevos miembros. La mayoría de los aproximadamente 20 miembros en la congregación local, han venido a la Iglesia en los últimos cinco años. Fueron cálidos y amistosos y nos trataron muy bien. Compartimos varias comidas, nos reímos mucho y tuvimos un buen compañerismo. Mi español todavía está en proceso, pero me siento cada vez más cómodo comunicándome con los miembros cuando hablo en los viajes a las naciones de habla hispana.
Como todos ustedes, todavía estoy revisando las recientes fiestas y preguntándome qué aprendí y cómo la Pascua y los Panes Sin Levadura de este año van a afectar mi vida de aquí en adelante. Este año, como muchos otros, comencé el servicio de la Pascua con esta declaración: “Ésta es la Pascua más importante de su vida no porque algo inusual vaya a pasar, sino porque es la siguiente y una más en nuestro camino hacia el Reino de Dios y una más cerca al regreso de Jesucristo”.
Este año en mis mensajes me enfoqué en el concepto de cambio y cuán difícil es hacer cambios —aún pequeños— en la vida de uno. Algunas veces pareciera que estuviéramos en “piloto automático cristiano”. Esto significa que seguimos igual hasta que algo sucede que nos despierta —generalmente una prueba o algo parecido. En mis viajes me he sentido estremecido por dos cosas: el compromiso sólido de los hermanos y su perseverancia en las pruebas. En el grupo de Calgary, tuvimos un grupo de 6 hombres para la Pascua y 16 mujeres. Varias de estas mujeres eran viudas, algunas han perdido sus esposos tan recientemente como un año o dos años atrás. Fue inspirador hablar con estas damas y escuchar cómo están manejando las pruebas que han venido a raíz de estar solas. En cada caso, estaba presente su familia en la Iglesia y la verdad. Dios les había dado a ellos tantas cosas hace varios años atrás, que por eso las cosas han seguido funcionando.
En mis visitas a las congregaciones alrededor del mundo he observado que ninguno de nosotros es inmune a las pruebas de la vida y es muy escaso que podamos escoger las pruebas que vamos a tener que afrontar. Pero sí podemos escoger la forma en que las vamos a manejar. Y tengo que decir que estas damas fueron una inspiración para mi esposa y para mí por la forma en que están afrontando las dificultades.
En la República Dominicana, nos reunimos con un grupo de nuevas personas, incluyendo a varios que están en los años veinte y uno todavía es adolescente. Este viaje fue tan inspirador como el que hicimos a Calgary, pero por razones diferentes. El entusiasmo de nuestros miembros por la verdad y este camino de vida es realmente contagioso. Escuchamos sus historias, sus sacrificios y lo único que pudimos concluir era que Dios había intervenido en sus vidas. Su calidez, “hambre de justicia” y el conocimiento de la verdad de Dios, habla muy bien de esos nuevos miembros en la República Dominicana.
Cuando viajo a cualquiera de las congregaciones —en Estados Unidos y alrededor del mundo— siempre me voy sintiéndome muy pequeño ante la actitud de los miembros, la fortaleza de su compromiso y el amor por la verdad. Esto me hace trabajar más duro para hacer cambios en mi propia vida. En mis más de 50 años de ministerio, he aconsejado y bautizado a cientos de personas. En el curso de la consejería, siempre me enfoco en la necesidad de cambiar —arrepentirnos— y a la vez, señalo cuán difícil va a ser esto. El punto es que ese cambio ya sea de un grupo o de una persona es extremadamente difícil y algo a lo cual muy raramente nos sometemos.
El cambio genuino en nuestra vida requiere un compromiso decidido y una gran diligencia. Lo más fácil para hacer es volver a la zona de confort. Cada año, durante la Pascua y los días de Panes Sin Levadura, me he hecho el compromiso de ser una mejor persona y apreciar más profundamente a los hermanos y la forma en que ellos están afrontando las cosas. La vida es corta y lo más importante son las personas con las cuales tenemos contacto. El plan de salvación de Dios es claro y describe que Dios: “No quiere que ninguno perezca, si no que todos procedan al arrepentimiento”, esto es cambio. (2 Pedro 3:9). Éste debería ser nuestro enfoque también, especialmente cuando revisamos las lecciones de las Pascua y Panes Sin Levadura.
Estamos en el conteo de 50 días hasta Pentecostés que comenzó en el día de la gavilla mecida el domingo 28 de abril y concluirá en Pentecostés el domingo 16 de junio (Levítico 23:15-16). En el antiguo Israel, la cosecha de cebada y trigo ocurría durante este periodo de 50 días. En el plan de salvación de Dios, Pentecostés simboliza el sellamiento de las primicias e incluye la venida del Espíritu Santo. Pero la cosecha no estará completa hasta que el grano sea separado de la espiga y se guarde en un recinto especial o en el granero para que se seque y madure. De la misma forma, el proceso de nuestro llamamiento y el haber sido sellados como primicias, no es el fin de nuestra historia. Vemos que las pruebas —el proceso de maduración si usted quiere llamarlo así (Santiago 1:2-4)— son importantes para producir el producto final. Después de Pentecostés esperamos el próximo paso en el plan de Dios, el regreso de Cristo, tal como está descrito en la fiesta de Trompetas (1 Tesalonicenses 4:16-18). Y nosotros tenemos la certeza de que Cristo va a traer su recompensa con sus santos cuando Él regrese (Apocalipsis 22:12).
Antes de concluir esta carta, quisiera darles un breve informe, acerca de la posibilidad de construir un centro educativo y un auditorio en nuestra propiedad de McKinney, Texas. Completamos los planos arquitectónicos y la Junta Ministerial de Directores aprobó el concepto en diciembre pasado, pero volvimos a quedarnos estancados con el tema del costo. Desde nuestro estimado original hace casi dos años atrás, los precios de la construcción básicamente se han duplicado. Estamos todavía en negociaciones con tres contratistas (comenzamos con cinco) que están dispuestos a hacer algunos cambios al diseño original para poder ahorrar dinero finalmente.
Cuando estos cambios se hayan hecho y se haya calculado el ahorro, podremos entonces valorar la viabilidad del edificio.
Estoy contento de anunciarles que nuestra posición financiera es fuerte. Como no tenemos deudas, podemos obtener fácilmente una hipoteca, pero no estamos interesados en tomar ninguna deuda a largo plazo en este momento. (Podríamos tener en cuenta algo a corto plazo, dos o tres años.) Cuando terminemos las negociaciones y sepamos cuál será el precio final, tomaremos la decisión si seguimos avanzando o ponemos en remojo todo el proyecto por un momento. Por favor continúen orando, pidiéndole a Dios su ayuda en este tema.
A medida que contamos 50 días hasta Pentecostés, asegurémonos de practicar lo que hemos aprendido durante la Pascua y los días de Panes Sin Levadura de este año. Cambio — arrepentimiento— es una parte importante del plan de Dios. Nosotros tuvimos en cuenta esto simbólicamente en los recientes festivales, pero la realidad es lo que más importa.
Cordialmente, su hermano en Cristo,