Queridos hermanos:
¡Nuevamente hemos completado el ciclo de fiestas por un año más! ¡Comenzamos con el servicio de la Pascua en abril y en octubre acabamos de concluir con el Octavo Día, el Último Gran Día! ¿A qué horas pasó este año? Más importante aún, ¿qué aprendimos de este año que acabamos de pasar?
Aunque he estado guardando las fiestas por más de 50 años, siento que este año ha dejado una impresión indeleble en mí, más que cualquier otro año reciente del que tenga memoria. Este año, Sharron y yo celebramos la Pascua con los hermanos en San Salvador, El Salvador. Nuestra hija Jamie se casó con Carlos Méndez, un miembro de la congregación de San Salvador, en diciembre del año pasado y estábamos muy entusiasmados con la idea de visitarlos durante los días santos de primavera. Ésta sería su primera Pascua estando casados, y pensamos que sería algo especial. ¡No alcanzábamos a imaginarnos cuán especial sería!
El domingo, dos semanas antes de la Pascua, recibí una llamada de Carlos informándonos que a Jamie la iban a operar de urgencia. Se había enfermado gravemente después de cenar la noche anterior. Creían que se había intoxicado de alguna forma. Pero resultó ser algo mucho más grave. La cirugía de urgencia reveló que había una bacteria en su sistema que estaba causando una gran inflamación en el estómago. Tuvieron que hacerle una incisión en su estómago para poder lavar sus órganos ya que la bacteria se había propagado demasiado, algo similar a lo que hubiera ocurrido si se le hubiera roto el apéndice.
La cirugía había sido exitosa, pero ella todavía estaba luchando por recuperarse. ¿Habría más bacterias en su sistema? La noche del sábado antes de la Pascua, ella empeoró, y a las 3 a.m. el doctor nos llamó para darnos malas noticias. Ellos habían tenido que drenar más fluidos del área de su estómago, y sus órganos estaban empezando a colapsar. El doctor sólo le dio un 30 % de posibilidades de sobrevivir.
Todo esto ocurrió en las primeras horas del domingo 22 de abril. Estábamos aturdidos por las noticias. Por supuesto estábamos orando por la intervención de Dios y enviamos una solicitud de oración al ministerio. Tuvimos unas horas muy difíciles, pero alrededor del mediodía todo cambió de una forma dramática. Ahora ella estaba en vías de recuperación. Sobra decir que al anochecer asistimos a la Pascua felices. En un espacio de seis horas Jamie había pasado de estar sólo con un 30 % de posibilidades de recuperación a una recuperación total.
La Pascua adquirió un significado más profundo. A través de los años he ungido a muchas personas, y en la oración he pedido a Dios que el cuerpo apaleado de Jesucristo sea aplicado a la persona enferma, tal como leemos en las Escrituras: “por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24). He visto algunas sanidades dramáticas, y he visto personas que no han sido sanadas. He orado fervientemente por todos los que he ungido y he esperado que Dios escuche mi oración y sane a la persona. Por lo menos, he sabido que la persona enferma está en manos de Dios y no hay un mejor lugar para estar.
Nuestra fe era la misma que la de nuestra hija —que Dios escucharía y respondería. La parte difícil era esperar, pero no tuvimos que esperar mucho. Parecía algo irreal poder anunciar en la Pascua lo que había tenido que vivir mi hija y lo que había pasado alrededor del mediodía. Pasamos por un increíble rango de emociones, derramando lágrimas de preocupación y tristeza, seguidas por lágrimas de gozo.
En un par de días fue dada de alta del hospital, y ahora, más de seis meses después, su salud ha sido restaurada. Con excepción de una larga cicatriz en su estómago, pareciera que nunca hubiera pasado nada. Cada vez que llegaba y pasaba otra fiesta este año, valoraba más la vida y el llamamiento de Dios. También estaba profundamente agradecido y con humildad porque Dios había intervenido en el caso de Jamie y pronto Él va a intervenir en el mundo entero. Las cuatro últimas fiestas de este año nos dicen claramente que Dios “de tal manera amó al mundo”, que va intervenir para salvar a la humanidad (Juan 3:16-17). Podemos agradecer a Dios por los milagros que ha hecho en nuestra vida, pero los milagros más grandes todavía están por venir.
Cuando todos los ciegos puedan ver y los cojos andar (Isaías 35:5-6), y todos los enfermos sean sanados, no habrá más llanto ni más muerte (Isaías 25:8; Apocalipsis 21:4). Éste es el mundo en el que queremos vivir. Cuando nos sentimos abrumados por la vida y todas las pruebas que tenemos, es fácil olvidar los milagros que Dios ha hecho por cada uno de nosotros y las promesas de los milagros que Él todavía está por realizar en este mundo.
Para mí, el ciclo de fiestas de este año comenzó con una Pascua inolvidable y concluyó con un Último Gran Día lleno de emociones. Dejé la Fiesta con la visión increíble de un mundo en el que ya no habrá sufrimiento. No veo la hora de celebrar la Pascua en la próxima primavera. Me pregunto qué hará Dios el próximo año. Somos sus hijos y Él cuidará de nosotros y nos confortará en el momento de la prueba.
Espero verdaderamente que al repasar las fiestas de 2017 ustedes sepan que estuvieron en la presencia de Dios y que cada vez que se arrodillaron a orarle a Dios Él estaba con ustedes. Todavía habrá momentos difíciles en los que todos nos sentiremos solos. Yo lo sé —cuando estábamos esperando en la sala del hospital, preguntándonos que pasaría con nuestra hija. El mundo no ha dejado de girar. Sé que muchos de ustedes han experimentado pruebas similares y aún peores. Hay algunos que han perdido seres queridos y otros están sufriendo. Pero en todo eso, estoy convencido de que Dios no nos ha desamparado, y no estaremos solos jamás.
Es en las horas más oscuras que Dios promete consolarnos. Reclamemos estas promesas a medida que repasamos las fiestas de 2017, que describen el maravilloso plan de Dios para toda la humanidad.
Estoy terminando esta carta de camino a Sudamérica. Sharron y yo, junto con León y Reba Walker, estaremos visitando los hermanos en Chile, Uruguay, Argentina y Perú. Estaremos fuera por un poco más de dos semanas y tres sábados. Estoy programado para dar un sermón en Santiago, Chile el sábado 4 de noviembre, un estudio bíblico en Uruguay el domingo 5 de noviembre; el sermón en Bahía Blanca, Argentina el sábado 11 de noviembre; un estudio bíblico en Buenos Aires, Argentina el domingo 12; y finalmente un sermón en Lima, Perú, el sábado 18 de noviembre, antes de regresar a casa el domingo 19 de noviembre.
Serán dos semanas muy ocupadas, pero no hay nada que disfrutemos más que visitar hermanos.
Cordialmente, su hermano en Cristo
Jim Franks