Queridos hermanos:
¡La Fiesta casi está aquí! Espero que cuando utilice el término “Fiesta”, ustedes sepan que estoy hablando de la Fiesta de Tabernáculos. Con ello no quiero restar importancia a las demás fiestas, especialmente a las tres que vienen antes e inmediatamente después de la Fiesta de Tabernáculos. La Fiesta de Trompetas es una fiesta muy importante, que nos señala el regreso de Jesucristo para establecer el Reino de Dios aquí en la Tierra, y es seguida unos días después por el Día de Expiación, que nos recuerda que Satanás será encadenado durante el Milenio. El octavo día, o el Último Gran Día, sigue después de Tabernáculos y nos narra la historia del juicio ante el gran trono blanco. Pero sólo hay una fiesta que identificamos con la palabra en singular: “Fiesta”.
En los servicios del sábado pasado, muchas de mis conversaciones comenzaron con una pregunta: ¿adónde va a ir a la Fiesta? Es animador hablar al respecto, planear y asistir a la Fiesta de Tabernáculos. Algo que hago cada año es pensar en el número de sitios de Fiesta a los que he asistido en los más de 50 años pasados. A finales de 1950, mi madre, mi hermana y yo, guardamos los días santos en casa. No fue sino hasta que empezamos a asistir a los servicios de sábado con mi padre a finales de los años de 1960, que pudimos viajar como familia a Big Sandy, Texas; allí acampamos durante la Fiesta de Tabernáculos. Identificar los sitios de Fiesta en los años de 1960 es relativamente fácil, ya que siempre asistíamos a Big Sandy. Pero en 1972, después de graduarme de la Institución Ambassador, asistí por primera vez a un sitio diferente de la Fiesta. Por ser un asistente ministerial que vivía en Atlanta, Georgia, asistí a mi primera fiesta en Jekyll Island ese año.
Desde 1972, mi primer año lejos de Big Sandy, hasta donde me acuerdo (probablemente he olvidado un par de sitios en el transcurso del tiempo), he asistido a 27 lugares de la Fiesta en siete naciones distintas. Cada año me digo a mi mismo que ésta va a ser “la mejor Fiesta de todas”, y con mucha frecuencia, así es.
A medida que estamos ocupados preparándonos para otra Fiesta maravillosa, quiero aprovechar esta oportunidad para recordarles a todos los que se van a conectar, o a todos aquellos que por diferentes razones, ya sea edad, salud u otras circunstancias, no pueden asistir a la Fiesta este año. Estamos en el proceso de enviarles sermones grabados a todos aquellos que nos han informado que no podrán asistir este año. Según el número de personas registradas a la Fiesta, tenemos 248 personas en los Estados Unidos que están en esta categoría. Algunos de ellos se van a conectar a los servicios vía Internet, pero otros dependen de los sermones que les enviemos grabados. Muchas de estas personas son viudas o ancianos que sencillamente no pueden viajar ya. Muchos de ellos probablemente han asistido a la Fiesta durante más de 40 años, y en algunos casos, esta será la primera vez que no podrán asistir a la Fiesta desde que son miembros.
Las Escrituras nos enseñan que debemos tener en cuenta a estas personas. “Y vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que el Eterno tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos hicieren” (Deuteronomio 14:29).
Para aquellos que pueden asistir a la Fiesta, se nos anima a que nos regocijemos con ellos. “Y te alegrarás en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones” (Deuteronomio 16:14). Invitar a comer durante la Fiesta a una viuda o a alguien que usted sabe que está en dificultades financieras, es una buena forma de regocijarse.
Por medio de Moisés, Dios nos dio instrucciones específicas acerca de dejar algo de la cosecha en el campo, para que las viudas y los huérfanos pudieran cosecharlo. “Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga el Eterno tu Dios en toda obra de tus manos” (Deuteronomio 24:19).
En el libro de Malaquías, Dios da una fuerte advertencia contra aquellos que quebrantan su ley y entre ellos menciona a aquellos que se aprovechan de las viudas y los huérfanos, en la misma categoría de los adúlteros y mentirosos. “Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y a los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice el Eterno de los ejércitos” (Malaquías 3:5).
Este año, a medida que nos preparamos para la Fiesta, quisiera animarlos para que busquen en su congregación a todos los que no pueden asistir a la Fiesta este año. Por supuesto, algunas de estas personas tampoco pueden asistir a los servicios semanales, así que será necesario esforzarnos un poco para poder tener contacto con ellos. Tal vez no pueda hacer algo especial por ellos antes de la Fiesta, pero tal vez pueda enviarles una tarjeta o llamarlos durante la Fiesta. Aunque nuestros pastores están haciendo todo lo posible para que los que se pueden contactar vía Internet puedan hacerlo, o les están enviando sermones grabados de la fiesta de 2014, ellos se seguirán sintiendo un poco solitarios. He hablado acerca de esto con mi propia madre, que no ha podido asistir a la Fiesta durante varios años y ella me ha dicho que lo peor es el sentimiento de soledad cuando todos se van para la Fiesta.
Por favor, tengan una Fiesta maravillosa, pero no se olviden de los 248 hermanos en los Estados Unidos que no pueden asistir a la Fiesta este año. Debemos orar por ellos y animarlos en la forma que nos sea posible —llamándolos o enviándoles una tarjeta o haciendo algo especial sólo para ellos. Sé que para mi propia madre, esto marca una gran diferencia.
Sinceramente,
Jim Franks