Queridos hermanos:
En mis recientes viajes a Nueva Inglaterra y Florida del Sur durante los días santos, me reuní con dos nuevas parejas que nos habían descubierto en Internet hace unos meses y comenzaron a asistir a los servicios. Una pareja estaba buscando un grupo que guardara los días santos y la otra había tenido un contacto previo con la Iglesia de Dios por allá en 1990. ¡Fue muy inspirador ver a nuevas personas asistiendo a los servicios! Me acordé de las palabras de Cristo a sus discípulos en Juan 4:35: “Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”.
Como nací en una granja de algodón en la parte nororiental de Arkansas, cuando leo este versículo me acuerdo de los campos de algodón. Este es el cuadro que viene a mi mente. Sé que Cristo no estaba hablando acerca de campos de algodón, pero para mí es más fácil imaginarme los campos que “están blancos para la siega”, si pienso en la cosecha de algodón. Si usted alguna vez ha visto un campo de algodón listo para la siega, sabrá a lo que me estoy refiriendo. También me parece interesante pensar en términos de agricultura cuando medito en la gran cosecha espiritual a la que se estaba refiriendo Cristo. El cuidado y la atención necesarios para poder plantar la semilla, arar los campos, desherbar, y luego recoger la cosecha, se compara con el trabajo necesario para que vengan nuevas personas a la Iglesia.
Cada paso que se da en el proceso agrícola debe ser cuidadosamente calculado y planeado con el fin de tener las mayores posibilidades de lograr una buena cosecha. Cuando estaba en la granja, le dábamos mucha importancia a seleccionar la mejor semilla de algodón que hubiera. Con frecuencia, guardábamos la mejor semilla de la cosecha del año anterior para sembrarla en la próxima primavera. También teníamos mucho cuidado al plantarla, con el fin de asegurarnos de que no hubiera ninguna semilla de hierba mezclada con la semilla de algodón. Cuando el algodón comenzaba a germinar, escogíamos cuidadosamente las plantas que pudieran desarrollarse de la mejor forma. Cuando arábamos la tierra lo hacíamos de tal forma que la tierra quedara suelta para que hubiera buen crecimiento. Y si teníamos suficiente lluvia durante la estación de crecimiento, el algodón estaría realmente blanco en algún momento durante el otoño de ese año. Normalmente, terminábamos la cosecha de algodón justo a tiempo para salir para la Fiesta de Tabernáculos.
Si pensamos un poco en todo esto, hemos comenzado un proceso similar en la arena espiritual. Cuando comenzamos como una nueva organización en diciembre 2012, no teníamos ningún bien tangible. No había plan, no teníamos fondos. No pudimos pagar salarios durante varias semanas. Desde la fecha en que comenzamos en diciembre de 2010, hemos estado convencidos de que para poder llegar al mundo debemos utilizar el internet. Era realmente la única herramienta disponible para nosotros.
Comenzamos a construir de una manera lenta y cuidadosa. Queríamos calcular bien nuestros pasos al desarrollar el Internet como nuestra herramienta principal para predicar el evangelio. Lanzamos el nuevo sitio dedicado a la predicación del evangelio al mundo (lifehopeandtruth.com) en junio de 2012, en la conferencia internacional. Comenzó de una manera lenta, con sólo 200 visitas en los primeros días, especialmente del ministerio reunido para la conferencia en Dallas. Ahora, después de 10 cortos meses, miles de personas están visitando nuestro sitio porque quieren ver lo que tenemos para ofrecer y estas cifras están creciendo mensualmente.
Hemos agregado cientos de artículos cortos. Creemos que al escribir para una audiencia en Internet, debemos conservar nuestro material relevante y corto. Hemos agregado docenas de videos cortos de comentarios acerca de temas bíblicos y sociales. También hemos empezado a utilizar la propaganda en Google con el fin de traer a más personas a ciertas páginas escogidas de nuestro sitio. A medida que crecemos, oramos fervientemente para que Dios llame nuevas personas y que Él nos utilice para “llevar a muchos hijos a la gloria” (Hebreos 2:10).
Si pensamos en el tamaño actual de la Iglesia, nos sentimos muy pequeños frente a un mundo con una población de más de siete mil millones de personas. ¿A cuántos va a llamar Dios todavía? Sencillamente no lo sabemos. ¿Qué impacto tendremos en este mundo? La respuesta honesta es que no sabemos exactamente qué impacto tendremos. Eso está en manos de Dios. Lo que podemos hacer es orar para que Dios nos ayude a ser la clase de personas que Él pueda utilizar—personas llenas de humildad y no de arrogancia, hombres que se han rendido a Dios y no están interesados en títulos o en una posición. Y como Iglesia, debemos orar para que vengan más obreros (Mateo 9:38), y tengamos más oportunidades para predicar el verdadero evangelio del reino de Dios.
Nuestro plan es llegar al mundo primordialmente por Internet, pero no vamos a abandonar los “antiguos” métodos de los folletos y las revistas y no vamos a ignorar otras oportunidades que se nos presenten en los medios de comunicación. Estamos comprometidos a ser cuidadosos, pero no temerosos. Viviremos según nos lo permitan nuestros recursos económicos y promoveremos la obra de Dios en toda oportunidad. Y oraremos para que Dios abra nuevas puertas para nosotros, según su voluntad.
Las ofrendas durante los días santos de Panes Sin Levadura que acaban de pasar fueron muy buenas, con un incremento con respecto al año pasado. ¡Muchísimas gracias por su generoso respaldo!
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks