Queridos hermanos:
Es extraño utilizar en la fecha “2021”, pero según el calendario romano, ahora entramos al nuevo año de 2021. Por supuesto, el calendario que Dios le dio originalmente a Israel tenía su primer mes en la primavera del año, alrededor del equinoccio de primavera. También tiene mucho más sentido comenzar un nuevo año en la primavera, cuando hay una renovación de la vida, en vez de que sea a mitad del invierno, como sucede aquí en el hemisferio norte.
Seguimos el calendario civil romano para nuestro presupuesto anual y la planeación financiera, pero seguimos el calendario hebreo para observar los días santos. Con esto en mente, ustedes tal vez se sorprendan al saber que al momento de escribir esta carta estamos tan solo a 12 semanas de la observancia anual de la Pascua. Este año la Pascua la celebraremos el viernes 26 de marzo, al anochecer. Este año es una de esas ocasiones inusuales en que los días de Panes Sin Levadura van de acuerdo con los días de la semana, comenzando el sábado y concluyendo también un sábado.
A medida que empezamos los preparativos para la Pascua del 2021, creo que ninguno de nosotros podrá olvidar la Pascua del 2020. ¡Que celebración tan diferente! Yo estaba como muchos de ustedes, sentado en casa, viendo el servicio por televisión con mi esposa y mi hija, quien no pudo regresar al Salvador para estar con su esposo, debido a la pandemia. Los tres seguimos todo el servicio en casa —nos lavamos los pies y tomamos del pan y del vino. Fue un servicio muy conmovedor, dadas las circunstancias, pero es algo que no quisiéramos repetir.
En los días siguientes, he visto a muchas personas por televisión y he leído muchos artículos en las noticias, en que hacen referencia a las resoluciones del nuevo año. Todos comenzaban con “no permita que el 2021 sea semejante al 2020” o “el 2020 fue un año tan terrible que las mejores noticias que podamos tener en el 2021 es que ahora oficialmente se acabó. Para mí, el 2020 fue un año de contrastes extraños. Fue desanimador y desmotivador ver la devastación producida por el coronavirus, pero más aún, ser testigo de cómo las naciones reaccionaron ante el virus, cerrando las economías, e imponiendo fuertes restricciones a sus ciudadanos. En toda mi vida jamás había visto algo semejante.
2020 fue también un año de gran frustración y tristeza personal —frustración de tener que cancelar el programa más exitoso de desarrollo de liderazgo internacional en nuestra historia, y justo cuando había comenzado a producir frutos. Por la edad y las jubilaciones necesitaremos reemplazar a un gran porcentaje de ministros en los próximos 10 años. Ya que estamos comprometidos a proveer ministros entrenados para todas nuestras congregaciones alrededor del mundo, perder un año en este proceso es algo que ha detenido bastante nuestros esfuerzos.
Y además, está la tristeza de tantas infecciones y muertes por COVID-19. Durante la mayor parte del año, los miembros de la Iglesia no fueron afectados, pero esto cambió al finalizar el año. En el último mes hemos visto más miembros infectados y algunos, tristemente han muerto.
2020 fue testigo de varias cancelaciones —servicios en persona durante varias semanas, todos los campamentos presenciales de jóvenes, clases presenciales en el Instituto de la Fundación, todos los viajes internacionales en la fiesta y el fin de semana familiar de invierno. Aun en nuestros días de incertidumbre por allá en 1995 y en 2010, pudimos llevar a cabo estos programas. Pero éste no fue el caso en 2020.
Por otra parte, cuando miro atrás en este último año, también veo bendiciones maravillosas. En un In Accord reciente, Britton Taylor, tesorero de la Iglesia, hizo un resumen del año fiscal de 2020.
Debido a un fuerte aumento en nuestros ingresos en el 2019 y una gran disminución en nuestros gastos debido a las restricciones para viajar, estamos comenzando el año fiscal de 2021 con la posición económica más fuerte de toda nuestra corta historia. Ahora tenemos la capacidad de expandir la predicación del evangelio en una forma que no podíamos a comienzos de 2020. Aunque nuestros recursos financieros no son ilimitados, estamos en una posición en que podemos tener en cuenta nuevos programas. Hemos completado nuestro nuevo set en el estudio aquí en la oficina. Esto tomó buena parte del 2020, pero ahora está completo. Si todo sale de acuerdo con nuestros planes, el primer In Accord desde este nuevo set, estará en el sitio web de la Iglesia esta semana.
El nuevo set, que fue construido por Jeff Jones, un miembro en la congregación de Sherman, Texas, nos abre las puertas a algunas posibilidades fascinantes para los videos
—posibilidades que no habíamos tenido desde que comenzamos en 2010. ¡Qué bendición! El señor Jones le ahorró a la Iglesia miles de dólares y por la sólida posición económica que tenemos, pudimos pagar en efectivo todo lo que fue hecho. Aun con la labor voluntaria del señor Jones, todavía tuvimos que pagar la iluminación y otros equipos del estudio. ¡Pero qué bendición tener todo esto listo! Pienso en 2010, cuando nos registramos como la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, y cómo durante las primeras semanas no teníamos fondos ni siquiera para pagar los salarios de nuestros ministros. También pienso en 2019 cuando hicimos la dedicación del recién terminado edificio, que fue en sí mismo una labor de fe. Y por las generosas donaciones de tantos de ustedes, pudimos completarlos sin tener que recurrir a las reservas de la Iglesia.
Esto nos trae a la pregunta del 2021. ¿Qué vemos para la Iglesia en este año? Si bien la pandemia del coronavirus todavía está presente, vemos señales de retorno a la normalidad. En varias naciones las cosas han comenzado a cambiar. Nueva Zelanda y Fidji están teniendo servicios regulares, sin ninguna restricción por el COVID-19. Esto también es cierto en buena parte del África. Recientemente, debido a un aumento de las infecciones, Sudáfrica cerró los servicios presenciales de la Iglesia por un período de dos semanas, y Zimbabue los cerró también en los 30 días siguientes. Pero éste no fue el caso del vecino Malawi. Tenemos la meta de volver a comenzar el Programa Internacional de Liderazgo en África en mayo del 2021. Tenemos planeada una conferencia ministerial internacional para agosto y tenemos sitios internacionales de fiesta, planeados para septiembre.
A medida que comenzamos un nuevo año fiscal, tenemos un plan financiero equilibrado, aprobado por la JMD, que incluye, además de la predicación del evangelio, servicios en los días de fiesta, campamentos presenciales de jóvenes, sitios de fiesta, servicios de sábado y programas de desarrollo de liderazgo. Tenemos la esperanza de que los directores regionales puedan volver a empezar a viajar a las áreas de su responsabilidad otra vez. Sin embargo, una cosa que debemos haber aprendido de 2020 es que no podemos dar nada por sentado. Hemos fijado fechas para todas estas actividades, pero el llevarlas a cabo no depende enteramente de nosotros. Pero tengo la confianza de que poniendo todo esto en manos de Dios, todo estará bien. Tal vez sea necesario hacer algunos ajustes, pero hemos demostrado que podemos manejar esto.
En Jeremías 29:11-13 leemos una frase que se le atribuye a Dios en una carta que Jeremías les escribió a los judíos cautivos en Babilonia: “Porque yo se los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice el Eterno: pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y mi hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”.
Aquí está la clave para este próximo año. Si ponemos nuestras esperanzas y planes (tanto personales como los de la Iglesia como un todo) en manos de Dios y si estos planes están de acuerdo con su voluntad, tendremos éxito, aun si los resultados son diferentes a lo que nos imaginamos. Buscar a Dios con todo nuestro corazón es necesario porque nosotros: “que en otro tiempo erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios” (1 Pedro 2:10). La lección verdadera de 2020 es que sin Dios no podemos hacer nada. Él debe estar involucrado en nuestra vida si es que vamos a tener éxito, tanto colectiva como individualmente, en este próximo año.
Empecemos a prepararnos para la Pascua y busquemos la dirección de Dios y que esté involucrado en todo con todo nuestro corazón, sabiendo que Dios nos “escuchará” y nos dará “un futuro y una esperanza”. Yo oro todos los días pidiendo la dirección de Dios y que esté presente en todas nuestras actividades. Ésta es la verdadera lección de 2020 y en realidad, ¡De cada año! Si Él no está involucrado, nada importa en realidad. Me acuerdo de una gran cita de Les McCullough, un ministro de vieja data en la Iglesia de Dios, unos pocos años antes de morir. Él afirmó que, si Dios no estaba involucrado en algo, él tampoco quería estar. Espero que todos sintamos lo mismo. ¡Yo sé que yo sí!
Cordialmente, su hermano en Cristo,