Queridos hermanos:
En el día en que Jesucristo fue crucificado, Pilato le preguntó: “¿qué es la verdad”? (Juan 18:38). Pilato no esperó la respuesta de Cristo, sino que procedió a decirles a los judíos que él no hallaba en él ningún delito. La pregunta resume un dilema antiguo que todos enfrentamos en la realidad. ¿Cómo sabemos cuándo alguien está enseñando la verdad, lo opuesto del error?
Vivimos en un mundo de confusión en el que parece que todos tienen su propia rama de la verdad. En política es virtualmente imposible determinar quién está diciendo la verdad. Regularmente escuchamos la acusación de “noticias falsas”. Tenemos verificadores de hechos para cada cosa que habla un oficial del gobierno o un político. Y pareciera que ninguno dice jamás toda la verdad y nada más que la verdad.
Terminamos de celebrar el día de Pentecostés y el aniversario del momento en que Dios dio su Espíritu Santo, también llamado “el Espíritu de verdad” (Juan 15:26), a sus discípulos, tal como está descrito en Hechos 2, y por esto la cuestión de la verdad está muy presente en mi mente. Esto también fue un tema importante en las conferencias de liderazgo internacional que dictamos recientemente en toda Latinoamérica. León Walker, el coordinador internacional de la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, dio una presentación titulada “Fundamentos de la doctrina”; cuyo subtítulo era “o los fundamentos de lo que no es doctrina”. Una de mis presentaciones tenía el título de “Verdad, enseñanza o tradición — ¿cuál?”. Ambos mensajes se enfocaban en el hecho de que todo lo que enseñamos y practicamos como Iglesia debe estar basado en la verdad y no en la opinión personal. ¡La verdad se encuentra en la Biblia, no en opiniones humanas!
Creo que uno de los mayores desafíos que enfrenta la Iglesia en cualquier época es cómo mantener o conservar la verdad. Nuestro entendimiento de la verdad y la profundidad de nuestro conocimiento pueden cambiar, pero la verdad en sí misma no cambia. Con los años en la Iglesia hemos visto algunos cambios en cuanto a cómo administramos o aplicamos un entendimiento doctrinal. Manejamos el tercer diezmo de una manera distinta a como lo hacíamos hace 30 años, pero todavía creemos en el tercer diezmo. Acabamos de celebrar Pentecostés el domingo. Fue hace 44 años atrás, en 1974, que la Iglesia de Dios Universal cambió oficialmente el conteo de Pentecostés de un conteo exclusivo a un conteo inclusivo, asegurando que el domingo de Pentecostés es el día 50 a partir de la mañana después del sábado, el domingo de la ofrenda de la gavilla mecida. Pero todavía creemos en guardar Pentecostés.
La Biblia habla de un “espíritu de verdad” y del “espíritu de error” (1 Juan 4:6) y la necesidad de conocer la diferencia. Tenemos referencias en la Biblia acerca de “la mentira” como algo opuesto a “la verdad” (Romanos 1:25; 2 Tesalonicenses 2:11). Tenemos referencias de “luz y tinieblas” (Hechos 26:18), y se nos dice que en los tiempos del fin habrá una gran apostasía basada en un “engaño de iniquidad” entre aquellos que “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” 2 Tesalonicenses 2:3, 10-12). Santiago escribió acerca de una persona que “se ha extraviado de la verdad” y “alguno lo hace volver” (Santiago 5:19).
En los últimos 18 años he dictado una clase acerca de las creencias fundamentales de la Iglesia, que son reveladas en la Palabra de Dios. Mi meta cada año es hacer énfasis en que nuestras creencias fundamentales no son todo lo que nosotros creemos pero constituyen el fundamento de lo que creemos y que ese fundamento respalda nuestras otras creencias. Pablo instruyó a Timoteo que la Iglesia debe ser: “columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3:15).
No es errado desear nueva verdad o buscar un entendimiento más profundo de la verdad, especialmente en el área de la profecía. A todos nos interesa saber más, pero no debemos perder de vista el desafío real que todos debemos enfrentar en el tiempo del fin —si vamos a retener la verdad y no si vamos a encontrar nueva verdad.
Como he trabajado con el Comité Doctrinal de la Iglesia desde mediados de los años 90, todavía me sorprende ver cómo algunos son “llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres” (Efesios 4:14). Hay muchos de esos vientos soplando en la actualidad, tales como las varias alternativas del calendario hebreo, el uso de nombres sagrados, la Pascua el día 15 en lugar del 14, la creencia de que Pentecostés representa la primera resurrección y el regreso secreto de Jesucristo, el rechazo de la identidad moderna de Efraín y Manasés, y la creencia de que Jesucristo era un ser creado y no Dios “manifestado en la carne” como las Escrituras lo afirman (1 Timoteo 3:16; Juan 1:1).
Pablo instruyó a Timoteo acerca de la proliferación de la falsa doctrina. “Más los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido” (2 Timoteo 3:13-14). Él instruyó a Timoteo que hiciera dos cosas para luchar contra la herejía: “Persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste” y saber “de quién has aprendido”. ¿Por qué es importante esta segunda parte? En nuestros días cualquiera puede escribir un tratado doctrinal y publicarlo o postearlo en Internet. Pero uno debe preguntarse, ¿quién es éste que quiere ser maestro y cuál es su historia personal? A algunos no les importa aprender la “verdad” de fuentes muy discutibles que tal vez estén erradas en otras enseñanzas. Ellos cometen el error de no ver estos errores como señales de advertencia para ayudarlos a evaluar si deberían creer en esta fuente o no. El consejo de Pablo a Timoteo era sencillo: (1) continuar en las cosas que han aprendido y se han persuadido y (2) tener en mente quién le enseñó a usted la verdad con la que empezó.
Pablo también advirtió acerca de una época en que la gente perdería de vista la verdad. “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4).
Veamos que Pablo le advirtió a Timoteo acerca de escoger maestros que no tenían una doctrina sana. Sé que todos disfrutamos el hecho de estudiar y aprender cosas nuevas. Gracias al Internet, actualmente tenemos acceso a la colección más grande de libros y al conocimiento más grande que el mundo haya visto. Pero hay otro lado de la moneda para todo esto —nos vemos expuestos a un gran número de interpretaciones privadas de las Escrituras, algo que Pedro nos advirtió que no debíamos hacerlo (2 Pedro 1:20). Antes de que tome en serio algo de Internet o de otra fuente, yo quiero saber lo más que pueda acerca de su origen.
Los vientos de doctrina continuarán azotando a la Iglesia y diferentes herejías continuarán propagándose. La pregunta de Pilato a Cristo también es buena para nosotros en la actualidad: “¿qué es la verdad?” Pero sabemos la respuesta del mismo Cristo, que dijo: “Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Una vez hayamos aprendido la verdad, deberíamos hacer lo que Pablo le advirtió a Timoteo: “persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido”.
Sinceramente, su hermano en Cristo
Jim Franks