Es difícil de creer que estamos comenzando el quinto mes desde que el coronavirus apareció en escena aquí en los Estados Unidos, después de hacerlo en China y Europa. Fue el 14 de marzo que tomamos la decisión sin precedentes de cancelar los servicios en los Estados Unidos. El 30 de mayo volvimos a tener servicios en persona donde era seguro hacerlo y ahora a medida que comenzamos el quinto mes de esta crisis, todavía estamos viendo el retorno gradual a servicios de muchas de nuestras congregaciones.
Volviendo a marzo, teníamos la esperanza de regresar a la normalidad para el mes de julio, o tal vez antes, pero nos hemos dado cuenta de que eso no es posible, al menos no todavía. La mayoría de nuestras congregaciones fuera de los Estados Unidos todavía no se pueden reunir en persona para los servicios. Nuestro grupo más grande de miembros fuera de Estados Unidos, está en Latinoamérica. En estos momentos, ninguna de nuestras congregaciones en esta región se puede reunir para los servicios, y debemos apoyarnos sólo en las trasmisiones vía internet. Y desafortunadamente, muchos gobiernos están anunciando que es posible que los servicios en persona no los van a permitir sino hasta septiembre, ¡si es que los permiten! Y si esto es cierto, entonces tenemos que enfrentar unas circunstancias de la Fiesta de Tabernáculos en Latinoamérica que nunca antes hemos tenido que enfrentar.
Mientras tanto, cada semana que pasa nos vemos confrontados con una multitud de decisiones. La pregunta que nos hacemos constantemente es, ¿qué quiere Dios que hagamos? Si bien algunas cosas podemos discernirlas fácilmente, otras no. ¿Cuándo es seguro regresar a los servicios? Esta pregunta se la están haciendo los miembros alrededor del mundo. Quedarnos en casa viendo una trasmisión por internet, no es lo que deseamos. Entendemos que estas trasmisiones son un substituto cuando no nos podemos reunir en persona, pero no son una alternativa o un reemplazo de los servicios de la Iglesia. Por supuesto, hay varios miembros que no han regresado a servicios en este momento —algunos por su condición de salud, algunos porque hay un aumento de infecciones en la comunidad, otros por la edad y mala salud en general. No podemos olvidar tampoco que el Centros de Control de Enfermedades (en EE.UU.) están animando a aquellos de 65 años y mayores, y a aquellos con ciertas preexistencias de salud, a permanecer en casa. Estamos comprometidos a servir a estos hermanos por medio de las trasmisiones. Los miembros no deben sentir ninguna presión para regresar a los servicios si no están listos para hacerlo, y no debemos pensar que esto es falta de fe.
Muchos miembros nos están preguntando acerca de la Fiesta de Tabernáculos. Aquí en la oficina central estamos desarrollando opciones con base en varios escenarios, de acuerdo con las proyecciones de cómo van a estar las cosas en esas áreas alrededor de la fecha de la fiesta. Actualmente, todos los lugares que hemos reservado para la fiesta aquí en los Estados Unidos, están listos para cumplir con los contratos con la Iglesia. Las cancelaciones sólo se han limitado a Grecia y a Jordania. Otros tal vez sean cancelados después, especialmente en los sitios fuera de los Estados Unidos que dependen de los viajeros de Estados Unidos, pero hasta ahora sólo hemos cancelado estos dos.
Los planes que estamos haciendo para la fiesta van a cubrir todas las posibilidades —sin cambios (la fiesta “normal”), si hay limitaciones en el número, si se requiere el distanciamiento social, posiblemente otras restricciones. Todo esto lo estamos discutiendo, pero nuestras oraciones son en el sentido de que no necesitemos opciones más allá de guardar la fiesta como lo hemos hecho por décadas. Con tres meses para la fiesta, deseamos que nuestras reuniones las podamos guardar con pocas o ninguna restricción impuestas por las autoridades locales. Por favor oren por la fiesta, y además los animo a que tomemos un día o dos en las próximas semanas para ayunar por esta situación. Es una gran preocupación para todos los que estamos aquí en la oficina central.
Volvamos a mi pregunta acerca de qué quiere Dios que hagamos. Tengamos en mente que si hacemos lo que es correcto a los ojos de Dios (Deuteronomio 6:18), no tenemos que temer ni preocuparnos por nada del futuro. El reto es saber qué quiere Dios que hagamos en estas circunstancias. Todos estábamos convencidos (y todavía lo estamos) de que era necesario cancelar los servicios cuando lo hicimos el 14 de marzo. Y que sentimos que era seguro volver a los servicios en muchas áreas el 30 de mayo. Hasta el momento vamos bien, pero, ¿qué deberíamos hacer para seguir avanzando?
Buscar la dirección de Dios no significa que usted ignore los hechos de una situación. Pero seguir el razonamiento humano puede llevarnos a tomar decisiones erradas (Proverbios 14:12). Encontrar el equilibro es más difícil de lo que parece, especialmente en situaciones en las que no podemos depender de experiencias pasadas. Todo lo relacionado con este virus parece ser algo sin precedentes. Sabemos que no debemos “tentar” a Dios (Mateo 4:7), al ponernos deliberadamente en una situación peligrosa. Por supuesto, siempre habrá riesgos involucrados cuando uno decide obedecer a Dios.
En las Escrituras nos dicen que debemos andar por fe y no por vista (2 Corintios 5:7). Estamos convencidos de que debemos celebrar los días santos anuales (Levítico 23 y Deuteronomio 14:22-29). Pero, ¿cómo debemos celebrar la Fiesta de Tabernáculos si hay restricciones que se nos imponen para los servicios? Puedo asegurarles a todos que celebraremos todos los días de fiesta anuales, incluyendo la Fiesta de Tabernáculos. Sabemos que tal vez habrá muchas restricciones, tales como el tamaño de los grupos y la posibilidad de que aún en el caso de las ciudades más grandes, no todos nos podamos reunir al mismo tiempo. También estamos preparados para el peor escenario posible que sería lo que nos ocurrió en la Pascua y Panes Sin Levadura, cuando nos reunimos vía internet. No esperamos que esto sea lo que ocurra en la fiesta, pero seríamos negligentes si no tenemos un plan sólo por si acaso.
Aquí en la oficina central hemos establecido un sistema de comunicación que involucra a todos los pastores de Estados Unidos, y tenemos reuniones todas las semanas con el fin de evaluar con Servicios Ministeriales la situación de todas nuestras congregaciones. Esta reunión tiene lugar cada jueves. Luego, cada viernes, Servicios Ministeriales le presenta un resumen a la administración. En un tiempo de dificultad lleno de incertidumbre, debemos estar comunicándonos continuamente. Dios nos ha bendecido hasta el momento —los ingresos siguen siendo sólidos, y regularmente recibimos mensajes de todos ustedes expresándonos su apreciación por nuestros esfuerzos por cuidar de los miembros bajo estas circunstancias difíciles. También estamos regularmente en contacto con los directores regionales y pastores alrededor del mundo, quienes nos dan actualizaciones acerca de sus áreas.
Mi preocupación es que si hay más contagiados y más personas mueren a medida que avanza el año, las autoridades locales impongan nuevas restricciones que podrían afectar la forma en que celebramos los días santos. Por supuesto, aún si los días santos no fueran una preocupación, la enfermedad y subsecuente pérdida de vidas son tragedias muy grandes que debieran hacer que oremos más fervientemente. Hasta este momento, pocos miembros han dado positivos para COVID-19. En las naciones fuera de Estados Unidos donde hay una infraestructura más débil e incapaz de manejar una crisis de salud, el colapso del sistema de salud es una posibilidad real. Nunca debemos dar por sentado la protección que Dios le da a su pueblo durante estos tiempos tan desafiantes.
En este próximo mes o más, los animo a que todos busquemos la dirección de Dios por medio del ayuno y la oración. Nuestra relación con Dios es de vital importancia. En cada prueba debemos confiar en esta relación y no depender de nuestra “propia prudencia” (Proverbios 3:5). Continuamente debemos fortalecer esa relación buscando la voluntad de Dios en nuestra vida y su guía para tomar las decisiones. Debemos preguntarnos cada día, ¿qué quiere Dios que hagamos? Si basamos nuestras decisiones en los hechos tal como los conocemos y buscamos la dirección de Dios por medio del ayuno y la oración, estoy convencido de que, si bien no será fácil, ¡estaremos bien!
Cordialmente, su hermano en Cristo,