Queridos Hermanos:
A medida que comienza otro año calendario, las frases que he visto y escuchado con más frecuencia son: “no permitas que el 2022 sea como el 2021” y “¡qué año tan extraño el que hemos vivido!” Creo que todos entendemos estas frases. Hemos completado 12 meses comparables más con una montaña rusa que con cualquier otra cosa. No ha sido un camino fácil. Por supuesto, como con cualquier otro año, no todo ha sido malo. No todo fue un lecho de rosas, pero también hubo partes que si lo fueron.
En un artículo satírico llamado: “El año que viene, en retrospectiva”, que apareció en National Review, del 16 de diciembre, escrito por James Lileks, presenta el tema de 2022 como si éste ya hubiera terminado. Su premisa es preguntarse qué estaremos diciendo del año 2022 el 1 de enero de 2023. Su sátira en ciertos momentos es irrespetuosa, pero sus puntos muy claros —2022 será un año que moldeará el futuro del mundo. ¡Y no parece que vaya a ser bueno! Él se imagina a Rusia invadiendo a Ucrania, a China invadiendo a Taiwán, a los palestinos enviando miles de misiles a Israel, a las Naciones Unidas condenando a Israel, y muchas más olas de coronavirus propagándose en el mundo entero.
Por supuesto, nada de esto ha pasado hasta ahora, y el autor escribe de una forma sarcástica. El punto, sin embargo, no debiéramos olvidarlo: vivimos en un mundo muy peligroso. El virus ha logrado distraernos de todo lo malo que tenemos en escena. Un escritor describe el mundo de una forma similar al de los años 1930, en que se toleraba el mal mientras no nos afectara directamente y por supuesto, nadie quería ir a la guerra por algo que pasara al otro lado del mundo.
En 1930, Japón, Alemania e Italia eran gobernados por hombres malévolos, que por espacio de un poco más de una década, provocó la guerra con más muertos en la historia. Todos deberíamos saber que con frecuencia la historia encuentra la forma de repetirse a sí misma. No debería sorprendernos ya que estamos bregando con el mismo arquitecto del mal que nunca cambia sus métodos. Dividir para vencer, destruir todo lo bueno, hacer que las malas acciones sean justificadas. Los justos son llamados impíos y los impíos son llamados justos. La Biblia es clara al afirmar que éste no es el mundo de Dios, y que el dios real de este mundo es el maligno (2 Corintios 4:4). Cristo nos exhorta a que oremos pidiendo que nos liberen de él (Mateo 6:13). Éste es el mundo en el que vivimos ahora que entramos al 2022.
Para la Iglesia, el año pasado ha sido un año positivo para nuestras finanzas, incluyendo la gran donación de una propiedad, proceso que se concluyó el 30 de diciembre; un leve crecimiento en el número de miembros, la mayoría fuera de Estados Unidos. Todo esto en medio de las pruebas que muchos miembros han tenido que sufrir. Como somos seres humanos, la enfermedad y la muerte son sucesos inevitables, que nos hacen humildes. Sabemos que los justos han sufrido desde la época de Abel. Al leer su historia, siempre me pregunto: ¿por qué Dios permitió que el justo Abel muriera de una forma violenta (Génesis 4:8-10)? Claramente, Dios hubiera podido impedirlo, o aun después resucitarlo, como pasó con Lázaro miles de años después. Pero Él no hizo ninguno de las dos.
Me acuerdo de un libro que leí hace muchos años When Bad Things Happen to Good People [Cuando a las personas buenas les suceden cosas malas]. Fue escrito por un rabino judío, Harold Kusher, quien vio cómo su joven hijo se murió de una rara forma de cáncer. Esta experiencia hizo que él cuestionara a Dios y su relación con Él. Él hizo un estudio bíblico de las Escrituras y le quedó claro que desde la época de Caín y Abel, a la gente buena le han pasado cosas malas. Saber lo que pasa y por qué pasa son preguntas que no siempre son respondidas. Pero nuestra fe, confianza y certeza en Dios no se deben alterar por estas experiencias. Ésta es una lección que el rabino explicó en su libro.
Tengo que admitir que no sé exactamente lo que este año calendario de 2022 nos traerá. No sé si Rusia va a invadir a Ucrania, pero no me sorprendería. Y si lo hace, sería interesante desde una perspectiva profética, ver cómo reacciona Europa. No se si China invadirá a Taiwán, pero tampoco me sorprendería. No sé si Israel será condenada por las Naciones Unidas (y posiblemente aun Estados Unidos), por defenderse de los ataques de los Palestinos, pero no me sorprendería.
Este mundo está confundido con respecto a los valores espirituales y éticos. No tiene entendimiento claro acerca del bien vs. mal. Por esto es que las Escrituras nos advierten que no debemos involucrarnos en los caminos y la política de este mundo. Y en el mejor de los casos, hay una mezcla de bien y mal, pero parece que cada vez se está incrementando el mal. Nuestro futuro y la única esperanza verdadera, es llegar a ser parte de un gobierno que vendrá que será diferente de las instituciones políticas del mundo. Nuestro desafío es ser ciudadanos fieles de este Reino ahora, en tanto que nos estamos preparando para su manifestación y cumplimiento.
Entonces, ¿qué sé del año 2022? Yo sé que por primera vez en nuestra corta historia, la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, tiene los recursos para llevar el evangelio al mundo de unas formas que sólo nos podíamos imaginar 10 años atrás. Y a medida que empezamos un nuevo año, tenemos los recursos para ofrecer unos programas nuevos, muy profundos y prácticos para el ministerio tanto en Estados Unidos como alrededor del mundo. Y tenemos el conocimiento, los recursos para ofrecer una educación bíblica para la Iglesia como nunca antes había sido posible, por medio del Instituto de la Fundación y sus programas de educación continua.
Dios nos ha bendecido, y ustedes han sido fieles en su respaldo de nuestra misión. Entonces, mientras el mundo está lleno de dudas y confusión ahora al comienzo de un nuevo año, nuestras dos metas —predicar el evangelio y cuidar a los miembros— no son confusas ni tenemos dudas al respecto. Debemos orar los unos por los otros a medida que experimentamos pruebas y también debemos consolarnos cuando un ser querido muere. Y debemos orar aún más fervientemente para que venga pronto el Reino de Dios a esta Tierra (Mateo 6:10).
No tengo ninguna perspectiva especial del futuro, más allá de lo que las Escrituras nos dicen. Tendremos que esperar y ver lo que depara el 2022, pero teniendo siempre a Dios presente, no hay por qué temer (2 Timoteo 1:7). Debemos empezar otro año calendario con confianza y con fe, dependiendo de Dios para nuestro consuelo y guía.
Cordialmente, su hermano en Cristo,
Jim Franks