¿Es posible que la ciudad de conflicto se convierta en la ciudad de paz permanente? ¿Cuándo conocerá la paz tan ardua y prolongadamente buscada? ¿Cuál es el futuro de Jerusalén?
Por Lauro Roybal
Jerusalén —“la Ciudad de la Paz”— ha conocido todo menos la paz. Los conflictos que ha sufrido esta ciudad retumban en la historia desde hace más de tres mil años. El nombre “Jerusalén” casi es sinónimo de guerra y se asocia más con palabras como “conflicto”, “controversia” e “inquietud”.
Desde su creación y reconocimiento por las Naciones Unidas como un estado independiente, Israel ha sido el objeto de múltiples ataques de sus vecinos estados árabes. Inmediatamente después de haber recibido su independencia el 14 de mayo de 1948 fue atacado por ejércitos combinados de Egipto, Líbano, Siria e Irak. Israel tuvo que enfrentarlos y pelear para mantener su pequeño territorio. Su triunfo fue muy significativo y visto por muchos como un milagro. La gran mayoría considera ahora la historia bélica de Israel y se pregunta: ¿cómo es posible que este joven y pequeño país haya podido sobrevivir hasta hoy? Desgraciadamente, los recuerdos del Holocausto y la amenaza de extinción de su pueblo siguen siendo una realidad actual.
Hoy, el frágil Estado de Israel enfrenta aún otro problema gigante; uno que pudiera lanzar su existencia como nación a un juego de ruleta mortal; la amenaza de Irán de quiere adquirir armas nucleares.
Hace apenas algunas semanas el Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, cruzó el Océano Atlántico para acudir a Washington y dirigirse al Congreso de la unión estadunidense y exhortó a sus miembros que no hicieran tratos de paz con Irán. En su emotivo y elocuente discurso el Primer Ministro habló con toda franqueza acerca del peligro de confiar en Irán. Habló con gran convicción y dio amplias razones del por qué no deben aceptar ninguna negociación con ese país bélico. “Si Irán”, dijo Netanyahu, “quiere ser visto como cualquier otro país del mundo, debe actuar como los demás países”. Afirmó que una negociación con Irán no será posible hasta que deje de amenazar la existencia de Israel. Pidió que se comportara ante el mundo entero como un país responsable, abandonando su deseo de desarrollar armas de destrucción masiva.
La conclusión de su discurso fue que Israel no volverá sumisamente a permitir que los países que lo rodean planteen sus amenazas de extinción sin consecuencias. Aseguró que Israel estará en pie contra tales amenazas sólo si fuera necesario; aunque sabe que no está solo, pues los Estados Unidos y sus aliados siempre lo han respaldado. Pidió que esta relación siga fortaleciéndose con una unión estable y duradera.
La realidad parece ser otra, porque por primera vez en la historia la relación entre los Estados Unidos e Israel parece ser frágil e inestable. Barak Obama, el presidente de los Estados Unidos, ni siquiera estuvo presente en este histórico discurso del Primer Ministro israelí. Posteriormente, Obama dijo que Netanyahu no había ofrecido nada nuevo ni había sugerido alguna solución viable ante las delicadas negociaciones con Irán. Su discurso fue visto por muchos demócratas como una maniobra política para lograr más votos en las elecciones de Israel a pocas semanas de su visita a Washington.
¿Qué podemos esperar para Jerusalén?
El profeta Zacarías, refiriéndose a Jerusalén, anunció que el destino de la humanidad parece estar colocado en medio de ese frágil trozo de tierra localizado entre Europa, Asia y África. Dice así: “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella” (Zacarías 12:2-3).
Las repercusiones internacionales que ha causado este pequeño estado no han terminado. Los años próximos catapultarán al mundo a involucrarse en la controversia más antigua de todos los tiempos. Hasta hoy, Israel ha peleado por lo menos en cuatro guerras importantes: en 1948, 1956, 1967 y 1973. Todas ellas han involucrado a sus vecinos árabes. Hoy la amenaza es aún mayor. ¿Tendrá que pelear nuevamente por su existencia? ¿Podrán los eventos en los próximos años causar la temida Tercera Guerra Mundial que terminará con Israel siendo rodeada por ejércitos antes del retorno de Jesucristo para establecer, por primera vez, la paz mundial?
¿Qué depara el futuro para Jerusalén? No lo sabemos con certeza. Pero sí sabemos que los acontecimientos que sucedan allí están profetizados y anunciarán el pronto regreso del Príncipe de la Paz para establecer la calma desde esa región hasta los confines de la Tierra para siempre. No dejemos de pedir por la paz de Jerusalén.
Las siguientes palabras del rey David parecen haber sido escritas para nuestros días: “Pedid por la paz de Jerusalén; sean prosperados los que te aman. Sea la paz dentro de tus muros, y el descanso dentro de tus palacios” (Salmo 122:6-7). CA

