Inglés - Francés

Iglesia de Dios, una Asociación MundialIglesia de Dios, una Asociación MundialIglesia de Dios, una Asociación MundialIglesia de Dios, una Asociación Mundial
  • Inicio
  • Recursos
    • Blogs
    • Folletos
    • Sermones
    • Tratados Doctrinales
    • Plan de lectura de la Biblia
    • FI Online
    • Manual API para padres
  • Noticias
    • De Común Acuerdo
    • In Accord
    • Carta a los miembros
  • Organización y Liderazgo
  • Congregaciones
  • Calendarios
    • Calendario fiestas santas
  • Contacto

Aprender la empatía a través de nuestras pruebas

Por IDDAM | Blogs | Comentarios cerrados | 5 septiembre, 2025 | 0

La empatía es una cualidad invaluable que se forma durante las dificultades y las pruebas. Yo mismo estoy aprendiendo sobre la empatía durante una prueba que ahora estoy teniendo.

Después de que descubrimos que el corazón de nuestra hija, que aún no ha nacido, es anormal, un amigo me hizo una pregunta que me tomó completamente por sorpresa. Él me preguntó: “¿Qué cosas positivas has encontrado en esta situación?”.

Mi primera reacción fue pensar: Ésta podría ser la pregunta más ridícula que he escuchado en mi vida.

No sabemos si nuestra hija —a quien planeamos nombrar Edén— tendrá un corazón fuerte. En este momento, sólo tiene un ventrículo, cuando debería tener dos.

Todavía esperamos un milagro.

Pero a menos que algo cambie, necesitaremos mudarnos temporalmente a Cincinnati, Ohio, por un período de tiempo indefinido. El hospital infantil de allí está mucho mejor equipado para la condición de Edén. Y habrá muchos otros desafíos. Por ahora, nos han dicho que necesitará, como mínimo, dos cirugías a corazón abierto.

He llorado más en el último mes que en todos los años anteriores. ¿Qué cosas positivas podría haber en esta situación?

Luego de la pregunta, pensé un poco más y encontré mi respuesta.

Le dije a mi amigo: “He visto más amabilidad y amor de parte de los demás de lo que jamás imaginé”.

Llorar con los que lloran

El apóstol Pablo nos dice: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Romanos 12:15). Muchísimas personas, especialmente miembros de la Iglesia, se han acercado a nosotros. Algunos han llorado con nosotros. Algunos simplemente han estado allí. Hemos visto de primera mano cómo, cuando un miembro sufre, todos sufren.

Todos podemos mostrar compasión y simpatía. La simpatía es sentir pena por la dificultad de alguien; la compasión es sentir esa pena y luego hacer algo para ayudar a aliviar su sufrimiento. Estas cualidades a menudo nos motivan a enviar una tarjeta, un mensaje de aliento o invitar a cenar a alguien.

Pedro escribió: “Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables” (1 Pedro 3:8). Estas son cualidades hermosas, y debemos seguir trabajando para crecer en ellas.

Empatía: cuando tú mismo has vivido algo parecido

Veamos otra dimensión del cuidado de los demás: la empatía.

La empatía lleva la compasión un paso más allá. No es sólo sentir pena por los demás, es tratar de caminar en sus zapatos e intentar experimentar lo que ellos están experimentando. Puedes simpatizar con la pérdida de un amigo, incluso si no la has experimentado tú mismo, pero sólo puedes empatizar verdaderamente cuando has vivido algo similar.

Un hombre puede simpatizar con una mujer que da a luz, pero no puede empatizar plenamente con su dolor. Alguien que nunca se ha divorciado puede simpatizar con un amigo que sí lo está, pero sólo alguien que ha pasado por un divorcio puede decir: “Yo he estado ahí”.

La simpatía y la compasión son invaluables. Nos impulsan a orar, a animar y a ayudar. La empatía, sin embargo, a menudo trae un impulso más profundo para servir. No es sólo preocupación, es convicción. No sólo es tener cuidado, sino es tener el coraje para adentrarse en la lucha que está teniendo la otra persona.

Yo enseño en una escuela de enfermería. He notado que aproximadamente un tercio de mis estudiantes aprecian la carrera debido a una experiencia personal con un ser querido. Esa experiencia los motivó a querer ayudar a los demás.

Ejemplos de empatía

Hasta hace poco, no estábamos seguros de si los médicos pensaban que nuestra hija sobreviviría. De manera alentadora, varios miembros de la Iglesia se acercaron a nosotros. Algunos compartieron historias inspiradoras de milagros que Dios obró en sus hijos. Otros se sinceraron con nosotros y nos dijeron que habían perdido a su hijo al nacer y nos dijeron que, si lo impensable nos sucede, podríamos hablar con ellos en cualquier momento.

Eso es empatía: caminar junto a alguien con las mismas cargas, luchas y cicatrices.

Jesucristo puede verdaderamente empatizar con nosotros

Hebreos 4:15 dice: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades…”.

La New King James Version usa la palabra sympathize (simpatizar). La Nueva Versión Internacional usa empathize (empatizar), lo cual quizás es más apropiado. La palabra griega es sumpatheō.

El Estudio de las Palabras de Vincent dice sobre esta palabra: “Esto es más que el conocimiento de la debilidad humana. Es sentirla por medio de una experiencia común con los hombres” (énfasis original).

El punto es claro: Jesucristo siente lo que nosotros sentimos. ¿No es eso empatía?

El resto de Hebreos 4:15 dice: “…sino que fue tentado en todo, de la misma manera que nosotros, pero sin pecado”.

Jesús no sólo observa nuestras luchas desde la distancia. Él ha vivido con ellas. Experimentó hambre, sed, agotamiento, traición, rechazo, profunda tristeza e incluso la muerte. Él fue “Varón de dolores, experimentado en quebranto” (Isaías 53:3).

Él sabe lo que es ser rechazado, calumniado, malentendido y falsamente acusado. Enfrentó cada tentación que nosotros enfrentamos, pero nunca pecó.

Debido a su empatía hacia nosotros, no llevamos nuestras cargas solos. Podemos llevar nuestras luchas más profundas a Dios en oración, sabiendo que Jesucristo las entiende. Él ya caminó por donde nosotros ahora caminamos. Él siente lo que nosotros sentimos. Ese tipo de comprensión ofrece un consuelo y una paz que no encontraremos en ningún otro lugar.

¿Cuál es el resultado de las pruebas?

Santiago escribió: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2).

Al principio, éste es un versículo difícil de digerir. ¿Cuántas personas se regocijan cuando reciben un presupuesto de 12,000 dólares para arreglar el techo? ¿O cuando un ser querido recibe un diagnóstico terminal? ¿O cuando un niño no nacido se enfrenta a un defecto físico grave?

Consideremos Hebreos 12:11: “Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados”.

En medio del dolor, éste rara vez tiene sentido. Pero confiemos en que Dios vé el cuadro completo. Él nos está entrenando.

Leamos más en Santiago 1: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia” (vv. 2-3).

Paciencia también puede significar resistencia o perseverancia. Dios no desperdicia las pruebas. Éstas siempre producen algo en nosotros: una fe más fuerte, un carácter más profundo y una mayor comprensión y ternura hacia las luchas de los demás.

No le damos las gracias a Dios por el dolor, pero podemos darle las gracias por lo que el dolor produce. Cuando la tormenta se calme, es posible que nos encontremos más compasivos, más comprensivos y más ansiosos por actuar a favor de los demás.

Aquí está la pregunta del millón: ¿Qué pruebas ha pasado usted?

Ahora pregúntese usted mismo: ¿Qué frutos obtuve de esta prueba que puedo compartir con mis hermanos?

¿Con qué o quién puede usted empatizar?

¿Ha experimentado usted un diagnóstico de salud desalentador? ¿La pérdida de un ser querido? ¿El estrés de una mudanza? ¿La alegría del matrimonio? ¿El milagro de un hijo?

Si usted perdió su trabajo por guardar el sábado, sufrió rechazo o pasó por un luto, puede usar esa experiencia para empatizar con otros que están pasando por algo similar. Este conocimiento puede no eliminar la dificultad de la prueba, pero puede darle un reconfortante sentido de propósito.

Dios nos está entrenando para ser sacerdotes y reyes, para gobernar y servir en su Reino. Parte de ese entrenamiento es la experiencia. Cuando reinemos con Cristo sobre un mundo traumatizado y desgarrado por la guerra, podremos decirles a aquellos a quienes servimos: “Sé lo que se siente”. No será algo teórico, sino real. Para eso nos prepara la empatía ahora.

Entonces, ¿qué hacemos en el presente?

Recordemos que cada alegría y cada prueba es parte de nuestro entrenamiento. Nos abrimos a los demás. Aprendemos a escuchar de verdad y tratamos de entender, no sólo a responder con clichés. Visitamos, oramos, enviamos mensajes de texto, consolamos. Si hemos pasado por lo mismo, podríamos decir: “Esto es lo que me ayudó a mí”.

Y sobre todo, seguimos el ejemplo de Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, que se compadece de cada una de nuestras debilidades. No servimos a un Dios distante y desapegado.

Sigamos a Cristo y aprendamos a caminar en los zapatos de los demás.

Crédito de la imagen: SDI Productions/E+ a través de Getty Images

Este artículo fue escrito por Gregg Pennington.

Volver a los artículos del blog
Sin etiquetas

Nuestra Iglesia

No “diluimos” las cosas.
El cristianismo es fácil…
…cuando usted quita sus parámetros, oscurece su enfoque y pierde su propósito. Y muchas iglesias se sienten felices de hacer esto por usted.

Nosotros no somos una de ellas.

Enlaces

  • Servicios en vivo
  • Himnario
  • Sermones

Accesos

  • Congregaciones
  • Organización
  • Contacto

Información

© 2024 Iglesia de Dios, una Asociación Mundial

P.O. Box 540697

Dallas, TX 75354-0697

  • Inicio
  • Recursos
    • Blogs
    • Folletos
    • Sermones
    • Tratados Doctrinales
    • Plan de lectura de la Biblia
    • FI Online
    • Manual API para padres
  • Noticias
    • De Común Acuerdo
    • In Accord
    • Carta a los miembros
  • Organización y Liderazgo
  • Congregaciones
  • Calendarios
    • Calendario fiestas santas
  • Contacto
Iglesia de Dios, una Asociación Mundial