¿Estamos enseñándoles cómo comportarte en los servicios de la Iglesia? ¿Cómo nos va con esto?
Proverbios 22:6 enseña que nuestros hijos deben ser instruidos en cómo vivir. ¿Estamos enseñándoles cómo comportarte en los servicios de la Iglesia? ¿Cómo nos va con esto?
Todos hemos oído hablar de las reglas de etiqueta en la Iglesia, ¿verdad?
Las reglas de etiqueta en la Iglesia son esencialmente lo que se debe y lo que no se debe hacer como miembros de ella. Esto es importante porque queremos que nuestros servicios religiosos honren a Dios, reflejen decencia, orden (1 Corintios 14:40) y sean un ambiente donde todos puedan escuchar y aprender cómodamente y sin distracciones. En última instancia, deberíamos preocuparnos de esto, por amor a nuestros hermanos espirituales.
Pero cuando usted tiene hijos, ¡practicar las reglas de etiqueta en la Iglesia puede ser un desafío! Es posible que nos hayamos sentado junto a los pequeños Sally y Joe, quienes se sientan maravillosamente sobre sus mantas, juegan en silencio y nunca hacen problemas. ¡Pero probablemente todos nos hemos sentado cerca de niños que no son tan tranquilos y no se portan tan bien como los pequeños Sally y Joe!
Como padres, podemos sentir un poco de envidia cuando vemos a Sally y Joe comportarse tan bien. ¿Cómo lo hicieron? ¿Es únicamente una cuestión del temperamento de un niño o existen estrategias que podemos utilizar para ayudar a nuestros hijos a comportarse de manera similar?
Proverbios 22:6 nos instruye a “instruir al niño en el camino en el que debe andar, y cuando sea viejo no se apartará de él”.
Generalmente asociamos esa Escritura con la enseñanza espiritual. Sin embargo, el proverbio también se aplica a enseñar a los niños un comportamiento adecuado, incluido cómo deben comportarse durante los servicios religiosos. Si enseñamos a nuestros hijos a sentarse tranquilamente cuando son pequeños (básicamente una vez que ya no necesitan tomar una siesta durante los servicios), entonces la lección debería seguir con ellos a medida que crezcan. Es un espectáculo hermoso ver a niños de todas las edades sentados tranquilamente, ya sea sobre una manta coloreando un dibujo o en una silla tomando notas.
Entonces, ¿cómo entrenamos a nuestros hijos para que se comporten correctamente durante los servicios? Aquí hay algunos consejos que he aprendido al observar y discutir esto con otros padres y maestros.
El uso de la manta
¡Empiece temprano con la manta!
La “hora de la manta” es exactamente lo que parece: tener a su hijo sentado sobre una pequeña manta en el suelo. Busque algunos juguetes tranquilos para que su hijo juegue sobre la manta. A algunos padres les ha resultado útil proporcionar juguetes especiales para la Iglesia, con los que sus hijos puedan jugar sólo en los servicios. Mantenga a su hijo alejado de juguetes duros, con múltiples piezas o que son diseñados para emitir sonidos, porque distraen a los hermanos sentados a su alrededor.
Los niños pequeños naturalmente intentarán gatear o caminar fuera de la manta, pero sea constante y recuérdales firmemente que éste es su lugar de juego durante los servicios. Los niños necesitan límites y esta manta debe servir como una representación visual de sus límites durante la santa convocación. Cada vez que se levante o se baje de la manta, tráigalo suavemente hacia atrás.
Una excelente manera de presentar esto es “jugar a la Iglesia” con su hijo en casa. Simule los servicios religiosos colocando la manta de su hijo en el suelo junto con juguetes silenciosos mientras se reproduce un sermón o una grabación de los servicios del sábado. Explique que durante la repetición del servicio, es momento de estar tranquilo y en silencio. Incluso puede usar esta grabación como parte de su propio estudio bíblico del día. Comience con una pequeña porción del servicio y avance gradualmente hasta completar el servicio completo.
Esto debería hacer que el tiempo de tranquilidad en los servicios religiosos sea una experiencia más familiar para su hijo. Celebre el esfuerzo y el éxito de su hijo al sentarse en silencio durante este tiempo y brinde reforzamiento positivo.
Los niños necesitan aprender el principio de que diferentes situaciones exigen diferentes maneras de comportarse y hablar.
Hablar de la Iglesia
Si sus hijos tienen edad suficiente para conversar, explíqueles por qué queremos ser respetuosos, callados y de buen comportamiento en la Iglesia. Venimos ante Dios en su santo día de reposo. Explique Éxodo 20:8: “Acordaos del día de reposo y tratadlo como santo” (Biblia en inglés común). Explique cómo el tiempo santo es especial y requiere un comportamiento santo.
También podemos explicar cómo demostramos amor a Dios respetando y honrando a quienes nos rodean, especialmente a su pueblo en los servicios. Podemos ilustrar esto usando pasajes de las Escrituras, como 1 Pedro 1:22, que nos amonesta a practicar el “amor a los hermanos”.
Explique que una manera de honrar y respetar a los que están en la Iglesia es usar voces tranquilas cuando necesitamos hablar durante los servicios. Recuérdeles que debemos tener en cuenta a quienes nos rodean para no distraerlos. Puede incorporar la práctica de susurros apropiados durante el tiempo que esté entrenando en casa. Enséñeles a sus hijos que cuando están sobre la manta, entonces ellos susurran.
Los niños necesitan aprender el principio de que diferentes situaciones exigen diferentes maneras de comportarse y hablar. Cuando están en el parque, lo apropiado es correr y gritar. Pero cuando están en los servicios religiosos, no es apropiado. Además de explicar por qué correr en la Iglesia no honra a Dios, también debemos explicar de que estar corriendo, puede representar peligro para otros hermanos, especialmente para los ancianos. Explíqueles que incluso un pequeño empujón podría hacer que algunas personas se caigan y se lastimen.
Por supuesto, esa lección siempre debe regresar a la lección central que queremos enseñarles: que nuestra conducta siempre debe reflejar el “amor a los hermanos”.
Niños mayores
Una vez que sus hijos tengan la edad suficiente para escuchar y prestar más atención durante los servicios, podrá desafiarlos con otros juegos. Por ejemplo, si tienen niños en edad preescolar, pueden escuchar los mensajes y estar atentos, y al mismo tiempo puedan dibujar algo relacionado con lo que están escuchando. Si el orador menciona un cordero, un león, una familia o un evento bíblico sorprendente, puede susurrárselo a su hijo y animarlo a que haga un dibujo de ello. Con el tiempo, puede desafiar a sus hijos a que escuchen algo para dibujar.
Si tiene niños en edad de asistir a la escuela primaria, puede hacer una lista de palabras para que escuchen. Cada vez que escuchen una de estas palabras, pueden hacer una marca de conteo en su hoja para colorear. ¡Al final del servicio, vea cuántas de esas palabras escucharon!
Puede ir aún más lejos pidiéndoles que le ayuden a desarrollar esta lista, prediciendo lo que podrían escuchar. Estos brindan excelentes oportunidades para que sus hijos practiquen escuchar y prestar atención al orador, mientras juegan tranquilamente con sus juguetes.
Con el tiempo, cuando tengan la edad adecuada y estén preparados, podemos animarlos a tomar notas, escribiendo todas las referencias de las Escrituras que escuchen.
¿Qué pasa si su hijo se porta mal?
¡Eso pasará! Al fin y al cabo, los niños son niños.
Una forma adecuada de abordar esto es sacar a su hijo del servicio y disciplinarlo a él o ella de una manera apropiada. Tenga en cuenta que nuestros servicios generalmente se llevan a cabo en lugares públicos, así que administre la disciplina que sea aceptable para un área pública.
También debemos asegurarnos de que nuestros hijos no se porten mal intencionalmente, para que usted los saque de los servicios para ir a jugar. Este comportamiento distrae a otras familias y les enseña a los niños que el mal comportamiento durante los servicios les permite salir y jugar en otra habitación. Queremos asegurarnos de que nuestros hijos aprendan a permanecer en el servicio, escuchar, ser respetuosos y practicar las reglas de la Iglesia.
Si su hijo es demasiado ruidoso para estar en el servicio, lleve su manta y sus juguetes de la Iglesia a la otra habitación, con la expectativa de que seguirá las reglas del “tiempo de manta”. No le dé a su hijo ningún incentivo para que abandone el salón. Deje en claro que espera el mismo comportamiento dentro y fuera del salón de la Iglesia.
Recuerde: su objetivo final es enseñarle a su hijo cómo permanecer callado y atento durante los servicios religiosos, no cómo eludir esa expectativa. Continúe practicando las mismas estrategias con coherencia y amabilidad.
Nuestros hijos pueden ponernos a prueba al principio. Es esencial hacerles claramente conscientes de las reglas y límites y hacerlos cumplir consistentemente. Si dudamos en esto, les enseñaremos que las reglas y estándares se aplican sólo a veces.
Más consejos
A continuación se ofrecen varios consejos que muchos padres han encontrado útiles.
- Mantenga una bolsa de pañales o una bolsita bien equipada con refrigerios, leche, agua, chupetes o juguetes tranquilos.
- Antes de los servicios, evite darles a sus hijos bocadillos o bebidas azucaradas que puedan ponerlos nerviosos o inquietos durante los servicios. ¡Prepárelos para estar tranquilos!
- Lleve siempre a sus hijos al baño poco antes de los servicios para reducir la probabilidad de que necesiten salir durante los servicios.
- Si sus hijos tienden a tener dificultades para permanecer quietos durante el servicio, sáquelos durante los anuncios o himnos para permitirles levantarse y estirarse durante unos minutos, pero fíjese como objetivo aumentar gradualmente la cantidad de tiempo continuo que pasan dentro del salón.
- Establezca rutinas consistentes para los servicios del sábado. La mayoría de los niños prosperan con las rutinas, ¡y esto puede ayudarlos a desarrollar un buen comportamiento en la Iglesia!
- Tenga una conversación en el camino a los servicios, recordándoles a sus hijos que éste es el día de reposo y que vamos ante Dios, por lo que debemos comportarnos adecuadamente. También puede recordarles que Dios se preocupa y observa cómo nos comportamos en sus servicios.
- Pida consejo y ayuda a otros. La Iglesia está llena de personas que han pasado por lo mismo con sus propios hijos. Considere a los padres y abuelos de la Iglesia como un cofre del tesoro lleno de recursos con otros consejos y trucos útiles que no se mencionan en esta publicación.
Algunas notas
Tenga en cuenta que es posible que estos consejos no funcionen de la misma manera para todos los niños. Algunos niños con necesidades especiales pueden necesitar ajustes en el entrenamiento. En tales casos, es posible que los padres necesiten ajustar sus expectativas o reconocer que podría llevar más tiempo lograr el éxito. ¡Pero no se rinda! Concéntrese en el progreso positivo y anime a su hijo a exhibir el mejor comportamiento del que sea capaz.
Del mismo modo, incluso los niños que obtienen buenos resultados en el entrenamiento, a veces pueden tener días malos. Surgen algunas excepciones y situaciones (enfermedad u otras circunstancias) que pueden arruinar todo su plan. Habrá semanas en las que usted pensará: “Vaya, mis hijos realmente tienen buen comportamiento en la iglesia”, y otras semanas en las que sentirá la necesidad de disculparse con todos los que le rodean.
¡Mantenga la esperanza!
Anime a su hijo (¡y a usted mismo!) a que le irá mejor la próxima vez. Intente determinar qué salió mal y qué pasos puede seguir, para volver al camino del éxito. Recuerde que usted y sus hijos no son perfectos, ni tampoco lo es ningún otro padre o niño en el salón de reunión. Nadie (incluido usted) debería esperar la perfección todas las semanas. Lo que importa es lograr un progreso constante hacia la meta.
Encuentre lo que funcione mejor para su familia, sea constante y ore pidiendo la ayuda, guía y bendición de Dios para educar a sus hijos en el camino que deben seguir. ¡Recuerde que Dios ama a la familia y todo su plan gira en torno a ella! Los niños son una bendición y debemos enseñarles el camino de Dios.
A medida que pasen los años, verá los beneficios positivos que obtendrán sus hijos al practicar el autocontrol, el respeto, el honor y la tranquilidad en cada santa convocación. Ese entrenamiento se convertirá en parte de su carácter. Aprender a comportarse apropiadamente en diferentes entornos, es una habilidad valiosa para la vida que les ayudará a progresar hacia la madurez.