¿Qué clase de mensaje nos dejó el rey Salomón? ¿Qué deberíamos hacer para aprovechar al máximo la vida que Dios nos ha dado?
No hay nada comograduarse de secundaria. Marca el final de cuatro intensos años de estudio, diversión y trabajo. Es el cierre de un capítulo y la apertura de otro, ya sea la universidad, instituto comercial, trabajar u otra cosa.
Mientras estás sentado allí, esperando recibir tu merecido diploma de secundaria, vistiendo orgulloso tu gorra, capa y traje, te das cuenta que tienes que esperar a que alguien dé el discurso de graduación.
Ya sabes de antemano que el orador dirá: “Felicitaciones, están comenzando un nuevo y emocionante paso en sus vidas, ustedes pueden lograr todo lo que se propongan”
Bueno, nada nuevo aquí.
Un discurso de graduación diferente
¿Qué tal si escucharas un discurso de graduación diferente? ¿Qué pasaría si un famoso orador mundial con vasta experiencia y sabiduría te hablara?
¿Qué pasaría si tu orador de graduación fuera el mismísimo rey Salomón?
Sí, el rey Salomón que aparece en el primer libro de los Reyes en los capítulos del 1 al 11. El rey Salomón, quien construyó el magnífico templo de Dios, quien tenía tanta riqueza en su reino que era casi incontable, el que recibió tal abundancia en oro que comenzó a cubrir sus paredes con aquel brillante metal. El rey Salomón, a quien Dios prometió que tendría más sabiduría que cualquier otro hombre antes y después que él.
Si él fuera el orador de tu graduación, escucharías un discurso de muy distinto. Un discurso que realmente necesitas oír, uno en el que no podrías darte el lujo de dormirte.
Nada nuevo bajo el sol
Imagina qué hubiera dicho Salomón.
Probablemente comenzaría diciendo, “Vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2)
Estás sentado allí, pensando hacia dónde va. Piensas que esos discursos deberían ser motivadores, pero él no está comenzado con una nota positiva.
Él, continua, “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será, ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo bajo el sol. ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después” (versículos 9-11).
Tu boca se abre de asombro. En vez de decir que tú puedes hacer la diferencia está diciendo exactamente lo contrario. Eres solo una parte del círculo de la vida, tú morirás y tú y tú trabajo serán olvidados por todos.
¡Este se está perfilando como el peor discurso de graduación de la historia!
La vanidad del placer
Justo cuando estás pensando que, si al final todo es vanidad, sería mejor simplemente vivir una vida de diversión, Salomón empieza a describir su búsqueda para experimentar todos los placeres de la vida. Habla de cómo probó el alcohol, cómo se dedicó a aprender, cómo se sumergió en su trabajo, jardinería, cómo fue servido por una multitud de personas, y poseyó cualquier cosa genial que nos pudiéramos imaginar, incluyendo el mejor entretenimiento disponible.
Él dice que probó todo lo que podría dar felicidad y placer (Eclesiastés 2:1-9)
Después de compartir esas experiencias contigo, el rey da su veredicto final: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí que todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol” (versículo 11).
Todo ese placer, trabajo y dinero no habían hecho a Salomón feliz. Todavía siguió sintiéndose vacío. Había hecho y experimentado todo y declaraba que no era más que vanidad.
Continuando, Salomón habla acerca de todo lo que había acumulado en su vida y dice que lo angustió más que nada. El vio su eventual muerte y se dio cuenta de que todas sus posesiones irían a otra persona. Difícilmente tendría opinión sobre quien heredaría todo lo que él ganó y mucho menos en lo que harían con ello. Todo su oro, jardines, entretenimientos y magníficos palacios irían a otros que harían lo que les placiera con ellos.
Mirando al público, Salomón exclama que todo lo que tuvo fue vanidad (versículos 12-26). Todo lo que logró con su trabajo egoísta fue solamente vanidad y desesperanza (Eclesiastés 4:4-8).
¡Que discurso más deprimente! Miras a tu alrededor y ves que tus compañeros están tan horrorizados como tú.
Pero Salomón no ha terminado aún. Continúa contando la historia de un joven pobre y sabio que pasó de ser un prisionero a convertirse en rey de toda la tierra (versículos 13-15). ¡Finalmente algo positivo en este discurso tan melancólico! te sientas derecho, pensando que Salomón finalmente está llegando a la parte positiva de su discurso.
El rey continúa, “No tenía fin la muchedumbre del pueblo que lo seguía; sin embargo, los que vengan después, tampoco estarán contentos de él. Y esto también es vanidad y aflicción de espíritu” (versículo 16).
Tus esperanzas se desvanecen. De acuerdo a Salomón, todo es inútil y sin sentido.
¿Qué tipo de discurso de graduación te dice que la vida no tiene sentido?
Un mensaje a la juventud
El rey continúa, aparentemente indiferente a la desesperación e incomodidad de todos: “Alégrate joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; poque la adolescencia y la juventud son vanidad” (Eclesiastés 11:9-10).
Luego describe la vida que te espera una vez que la juventud huya de ti: la pérdida del control corporal y de las partes del cuerpo, el debilitamiento de tu fuerza, el desgaste de tu cuerpo juvenil, e incluso la pérdida de la pasión. Termina diciendo, “Vanidad de vanidades…todo es vanidad” (Eclesiastés 12:1-8).
En conclusión
Finalmente, Salomón pronuncia las palabras que has esperado desde que comenzó: “Y Para concluir…”.
“El fin de todo discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá todo obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Eclesiastés 12:13-14).
Mientras Salomón baja del escenario, contemplas sus últimas palabras. El rey tiene décadas de experiencia, la cual le mostró que la vida es vanidad.
La vida tiene que suceder de todas maneras. Trabajo, diversión y matrimonio son todavía partes que se esperan. Aun Salomón dijo, “Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de la vida de tu vanidad, porque ésta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con que te afanas debajo del sol” (Eclesiastés 9:9).
Sin embargo, eso no es lo que hace que valga la pena vivir la vida, ni tampoco es lo que da un sentido de satisfacción total.
Si quieres una vida plena que no sea vanidad y sin sentido, entonces necesitas vivir por las palabras finales del rey: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos” (Eclesiastés 12:13).
¿Qué sigue para ti?
No importando en qué etapa te encuentres en tu vida, estés por graduarte o no, te falte mucho para eso, o ya te hayas graduado. Salomón nos da la clave para tener una buena vida en cualquier etapa: dedícate a temer a Dios y guardar sus mandamientos.
Temer a Dios es tener una profunda reverencia por Él y su Ley. Este respeto incluye una actitud de alabanza y adoración, como también la creencia de cuán increíblemente poderoso es Él. Todo lo que hacemos debería estar influenciado por el temor a Dios. Para más información acerca de este temor a Dios, lea “El temor del Eterno: ¿qué significa?”.
Guardar los mandamientos de Dios es un asunto sencillo. Hay diez simples leyes que dictan nuestra relación con Dios y con los demás. Cristo tomó los mandamientos a los que Salomón se refirió y los expandió, mostrando la verdadera intención espiritual detrás de esas leyes en su famoso Sermón del Monte. La obediencia a esos mandamientos en el temor de Dios debería guiar nuestras vidas.
Este es el punto de partida para una vida verdaderamente plena y significativa. ¡El plan de Dios para ti, te saca de la vanidad y la falta de sentido, a un propósito vibrante, significado eterno y plenitud de gozo para siempre (Salmo 16:11)! Estudie este propósito en nuestro folleto El propósito de Dios para usted: ¿Cuál es el propósito de su vida?
Para obtener más información sobre este “discurso de graduación” de Salomón, lea nuestro artículo acerca del libro de Eclesiastés..