Cuando nos enfermamos es cuando recién nos preguntamos por qué nos tocó a nosotros. Si bien puede haber distintas causas por las cuales nos enfermamos, una, lamentablemente, es el descuido sobre nuestro propio cuerpo.
Dios ha creado todo lo que existe. Él ha creado leyes físicas que cuando se quebrantan, nos dejan expuestos a enfermedades y dolencias. Esas leyes no son un secreto, porque están reveladas en su palabra. Por supuesto que no todas las enfermedades vienen porque infringimos las leyes físicas. La infracción de las leyes físicas es sólo una de las causas de las enfermedades… y ése es el tema de este artículo. Veremos algunos aspectos que ayudarán a entender mejor los lineamientos de Dios para el cuidado de nuestro cuerpo.
1. Estrés
Vivimos en el siglo del estrés. Estamos expuestos a demasiada información y se nos exigen respuestas en un tiempo cada vez más corto, y esta tendencia va en aumento. Según mayoclinic.org las consecuencias de vivir en un estrés constante son diversas: desde dolor de cabeza, de pecho y malestar estomacal, hasta problemas de sueño y una mayor posibilidad a enfermarse, debido a un sistema inmunológico debilitado. Pero ¿qué hacer si el mundo lo exige así?
En Éxodo 20:9-10 Dios nos manda que guardemos el día sábado y en Levítico 23 que guardemos los días santos anuales. No se trata sólo de recordar estos días, sino de que no trabajemos ni hagamos obra alguna en ellos. Isaías 58:13 lo dice aún más específico: “Si retrajeres del día de reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso del Eterno; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras…”. Un día santo no sólo es un descanso físico, sino también mental. No es una recomendación, sino un mandamiento que si se transgrede traerá graves consecuencias, y no sólo en nuestra salud física.
El ritmo de vida ya es acelerado hoy en día. Sin embargo, en muchas ocasiones somos nosotros mismos quienes le agregamos un estrés adicional. Queremos ganar más, porque otros tienen más o queremos hacer las cosas más rápido de lo que podemos, porque después ya podré descansar. Sólo que no llega ese “después” y siempre queremos las cosas más rápido. Mateo 6:33 nos recuerda: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Pongamos en orden nuestras prioridades y así tendremos más paz mental y menos estrés.
En la misma página web, mayoclinic.org, se pueden encontrar algunas recomendaciones físicas para combatir el estrés, tales como hacer ejercicio y dormir lo suficiente.
Además, en la Biblia se menciona la herramienta del ayuno para acercarnos a Dios espiritualmente. Esta herramienta también nos ayuda a hacer una pausa, a reflexionar en nuestras prioridades y a calmarnos del estrés constante.
2. Alimentos inmundos y otros alimentos que no convienen
En Levítico 11 Dios ha dejado la descripción de alimentos aptos para nuestro consumo y otros no aptos. Eso es, definitivamente, una ley para que cuidemos nuestro cuerpo de ciertos alimentos. Hoy hay muchos alimentos que podemos comer, pero que contienen ingredientes que pueden afectar en nuestra salud, especialmente si los ingerimos en exceso.
Proverbios 23:20 “No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne“. Esa escritura no se refiere a que no podamos tomar vino o comer carne. Más bien nos exhorta a que no abusemos ni de bebida ni de comida, aunque sean alimentos aptos para nuestro consumo.
3. Nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo
En 1 Corintios 3:16-17 se nos dice: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”. Nuestros cuerpos físicos son el templo del Espíritu Santo y Dios nos manda que lo cuidemos en todo aspecto. Ello requiere que entendamos bien lo que nos hace daño, para poder evitarlo. Aparte de los aspectos mencionados, puede haber otros aspectos físicos qué tomar en cuenta, como evitar estar demasiado tiempo sedentarios.
Hagamos nuestra parte en cuidar nuestros cuerpos y evitar lo que no conviene, cumpliendo así la escritura que dice: “Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia” (Efesios 5:29).
Mantengámonos saludables, porque Dios nos lo manda y para poder servir de mejor manera a los demás, especialmente en la Iglesia de Dios.