Desde el principio de los tiempos, la humanidad ha pecado. Pero Dios quiere que hagamos una elección diferente, así que debemos responder la pregunta: “¿Por qué pecamos?”
El pecado de los seres humanos se remonta a Adán y Eva. Desde que los primeros padres rechazaron a Dios y pecaron, toda la humanidad ha cedido a “los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida” (1 Juan 2:16).
El poder que el pecado tiene en nuestra vida a veces es difícil de comprender. El hecho de que el pecado haya dominado a todos los seres humanos que han existido, con la excepción de Jesucristo, es una evidencia abrumadora de ese poder. El hecho de que el pecado tenga este poder que resultará en nuestra muerte (Romanos 6:23) también aturde la mente.
¿Por qué el pecado es tan poderoso? ¿Qué tiene el pecado que hace que la mayoría de la gente continúe cediendo a él? ¿Por qué la gente peca?
Examinemos algunas razones por las que la gente peca:
El pecado de la ignorancia
Una de las razones por las que pecamos es la ignorancia. Puede que esto no parezca un factor demasiado importante en el mundo actual, ya que Internet y la globalización nos permiten compartir información casi tan rápido como la recibimos. Sin embargo, en un mundo de 7.000 millones de personas, ¿cuántos conocen las doctrinas básicas de la Biblia? ¡Las encuestas muestran que la mayoría ni siquiera puede enumerar los cuatro evangelios!
Puede ser fácil pecar en la ignorancia. Todo lo que tenemos que hacer es no ser conscientes de lo que es el pecado. Hebreos 9:7 se refiere a “los pecados de ignorancia del pueblo” (énfasis agregado). No todo pecado es intencional.
Pedro mencionó esto mientras se dirigía a la Iglesia cristiana primitiva acerca de su regreso al pecado, después de haber conocido la verdad: “como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia” (1 Pedro 1:14). La única forma de vencer los pecados de la ignorancia es saliendo primero de la ignorancia. Podemos hacerlo leyendo la Biblia para aprender e identificar qué es el pecado. Tenemos que estudiar diligentemente la Biblia todos los días para saber qué es el pecado y cómo evitarlo (Hechos 17:11).
El apóstol Juan proporciona una definición básica del pecado: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley” (1 Juan 3: 4).
Entonces, para entender qué es el pecado, tenemos que aprender acerca de la ley de Dios. Un buen lugar para comenzar es leyendo nuestro artículo “¿Qué son los 10 mandamientos?”.
Hay todavía otra causa para esta ignorancia que vemos en el mundo. En Apocalipsis 12:9 leemos acerca de un ángel o espíritu caído conocido como Satanás el diablo, ¡que ha logrado engañar al mundo entero! Este engaño ha mantenido a innumerables personas en la ignorancia a lo largo de la historia de la humanidad.
Para obtener más información acerca de Satanás y sus estrategias de engaño, lea “Satanás: un perfil”.
Pecados repentinos
Hay otras razones por las que pecamos además de la ignorancia y el engaño. También pecamos porque no nos detenemos a pensar. Estos son pecados que ocurren de improviso. Cometemos pecados como “arrebatos de ira” (2 Corintios 12:20; Gálatas 5:20) porque no nos detenemos a considerar sus consecuencias negativas.
Lo mismo puede decirse de nuestras palabras. Muchos de nuestros pecados salen de nuestra boca. A menudo hablamos antes de tomarnos el tiempo para pensar. La Biblia nos dice que la lengua es una de las cosas más difíciles de controlar en la vida (Santiago 3:2-8). A menudo, decimos algo antes de tomarnos el tiempo de evaluar si deberíamos decirlo o no, o qué efecto tendrá en otras personas y en nosotros mismos.
Para evitar pecados como éste, simplemente debemos adquirir el hábito de pensar antes de hablar.
Para obtener más información acerca de la importancia de pensar antes de externar nuestras palabras, lea “Piense antes de hablar”.
Pecados de prioridades
Sin embargo, sí se planifican una cantidad inmensa de pecados. A veces las personas incluso saben que están pecando mientras actúan. ¿Por qué alguien haría eso? ¿Por qué pecaríamos a sabiendas? ¿Quizá no nos importa lo suficiente si pecamos?
Podemos pensar en ello como una cuestión de prioridades. Cuando le preguntaron cuál era el mandamiento más importante, nuestro Señor Jesucristo respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” (Mateo 22:37).
La ley de Dios enseña que debemos ponerlo a Él en primer lugar y ante todo, en cada aspecto de nuestra vida. Si no hacemos esto, nuestra vida seguirá el camino del pecado, o sea, el quebrantamiento de la ley (1 Juan 3:4). Si fuéramos a robar, estaríamos robando primeramente a Dios. Lo mismo ocurre con todos los demás pecados que comete el hombre.
Cuanto más amamos a Dios y verdaderamente lo ponemos en primer lugar en nuestras vidas, menos inclinados estaremos a pecar. Es cuestión de prioridades.
Una de las declaraciones más importantes de Jesús acerca de las prioridades es Mateo 6:33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Debemos poner primero la búsqueda del Reino de Dios y el carácter justo en nuestras vidas. Si realmente estamos haciendo esto, pecaremos cada vez menos.
Para obtener más información acerca de cómo poner primero a Dios y su camino, lea “Prioridades cristianas: cómo lograr que Dios sea lo primero”.
¿Por qué rechazar el pecado?
Entonces, ¿por qué debemos evitar el pecado? La primera razón por la que no debemos pecar es porque entendemos que el pecado conduce a la muerte, mientras que la justicia (la práctica de las leyes de Dios) conduce a las bendiciones y la vida eterna. Toda la humanidad ya se ha acarreado la pena de muerte; pero Jesucristo, al derramar su sangre para pagar por nuestros pecados, ha hecho posible que tengamos un nuevo comienzo.
Siempre parece haber razones por las que muchos seres humanos insisten en seguir pecando, ¡pero tenemos una razón mucho mayor para no pecar!