Las ideas bíblicas pueden ayudarnos a navegar en medio de las demandas modernas de la comunicación digital. En esencia, debemos mostrar respeto y protegernos.
¡Ring! Texto: “¿Quedamos para tomar un café esta semana?”
¡Ring! Correo electrónico: “Invitación a la reunión: responda antes de …”
¡Ring! Texto grupal: “Buscamos voluntarios para…”
¡Ring! Messenger: “¡Feliz sábado!”
¡Ring! Esposo: “Sólo quería ver… ¿a qué distancia estás?”
Una de las razones por las que mantengo mi celular en silencio y mis notificaciones por correo electrónico desactivadas, es que los mensajes, solicitudes y recordatorios siguen llegando y llegando. Si no tengo cuidado, pueden dominar todo mi tiempo.
A veces es abrumador… esas molestas notificaciones (¡Ring! ¡Ring!) pueden hacerme sentir como el perro proverbial que se distrae constantemente y se pone en alerta máxima al ver una ardilla.
Seamos realistas. Las notificaciones son como los platos sucios. Incluso cuando los abordamos, siguen acumulándose.
Muchos gurús de la gestión del tiempo, promocionarán los beneficios de desactivar las notificaciones para ayudarnos a concentrarnos y eliminar distracciones. En realidad debe ser un acto de equilibrio. Si desactivamos todas las notificaciones, corremos el riesgo de ser groseros con nuestros amigos y de no responder a necesidades urgentes. Si dejamos esas notificaciones activadas, corremos el riesgo de entrar en esa interminable rueda de hámster, atrapados entre lo urgente y lo no urgente, lo importante y lo no importante.
¡Puede resultar agotador recibir todas las notificaciones!
A menudo me he preguntado si la Biblia proporciona un conjunto de habilidades sociales que nos ayuden a navegar las constantes demandas de la comunicación digital. Después de mucha contemplación interna, conversaciones con mi esposo y lectura de las Escrituras, me di cuenta de que la respuesta era una respuesta contundente: Sí.
Todo se reduce a lo que el apóstol Pablo escribió a la congregación de Filipos en Filipenses 2:4: “Vamos, muchachos, no sean tan ensimismados”. Eso es una paráfrasis, por supuesto. En la Reina Valera de 1960 se lee: “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”.
Una forma de contrarrestar el ensimismamiento es convertirse en el primer interviniente.
¿Qué significa ser un primer interviniente?
Técnicamente, el primer interviniente es alguien capacitado para responder rápidamente y aparecer primero durante una emergencia. Los primeros intervinientes incluyen al personal encargado de hacer cumplir la ley, personal médico, salvavidas, bomberos y trabajadores de servicios públicos.
Ellos intervienen y brindan ayuda cuando se necesita con urgencia. Capacitados y alertas, ellos brindan atención y asistencia a quienes se encuentran en emergencia. ¿Quién no ama y aprecia el enfoque de un primer interviniente en las necesidades de los demás?
Me puse a pensar en todos esos ¡Rings! y reflexioné sobre por qué me sentía frustrada y abrumada. ¡Estos son mis amigos! ¿Por qué estaba posponiendo responder a sus mensajes de texto?
Y luego me volví honesta conmigo misma. Mi falta de respuesta oportuna no fue muy amorosa. Alguien que se comunicó conmigo se tomó un tiempo de su ajetreado día para comunicarse conmigo porque se preocupa por mí. Quizás necesitaban una respuesta mía para seguir adelante con algo.
Yo necesitaba hacerlo mejor. Necesitaba entrenarme para estar más alerta y brindar ayuda, atención y asistencia cuando fuera necesario.
Muestre respeto: sepa cuándo responder con prontitud
Aquí hay otra confesión: no siempre fui un respondedor rápido. De alguna manera, con el tiempo y con las exigencias de la vida, me convencí de que estaba demasiado ocupada. “Luego te respondo”, era mi constante diálogo interno.
Sin embargo, un día me di cuenta de que mi marido (a pesar de lo ocupado que está) siempre se toma el tiempo para responder rápidamente. Está arraigado en él, hasta el punto de que normalmente le digo a la gente: “Si no puedes comunicarte conmigo, envíale un mensaje de texto a mi esposo. Su teléfono siempre está encendido”. Él y yo hablamos sobre su hábito de responder rápidamente y explicó por qué lo convirtió en una prioridad: “Porque si es importante, la gente necesita una respuesta”.
Es tan simple como eso.
Se trata de mostrar respeto y seguir la Regla de Oro establecida por Jesucristo en Mateo 7:12: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”. La comunicación es, en última instancia, una forma de mostrar amor y respeto a los demás.
A continuación, se muestran algunos ejemplos de casos que necesitan una respuesta rápida (junto con ideas sobre cómo responder):
- Cuando un organizador busca tu opinión o te pide que te ofrezcas como voluntario para algo. (Un simple no es tan vital como un sí).
- Cuando es necesario hacer arreglos oportunos.
- Cuando un amigo se comunica, no importa cuán insignificante parezca el comentario.
- Cuando un texto es demasiado largo para procesarlo. (Reconozca que lo recibió e infórme al remitente cuándo podrá responder más detalladamente).
- Recuerde que “por favor” y “gracias” son de gran ayuda al preguntar o responder, ya que enviar mensajes de texto puede parecer impersonal.
Sepa cuándo relajarse
Para que no piense que le estoy animando a ser una ventana abierta en el calor del verano, invitando a todos los insectos, mosquitos y cosas extrañas a su casa, debe saber que hay un momento para protegerse y colocar una pantalla de descanso.
Debido a la facilidad de enviar mensajes de texto, de voz y la inteligencia artificial que sugiere qué palabras escribir, se está volviendo normal que nuestras bandejas de entrada exploten con mensajes. Una vez tuve una compañera de trabajo a la que bromeé por sus mensajes de texto rápidos. Sí, debemos aprender a ser conscientes del tiempo de otras personas.
Y está bien, incluso es necesario, dejar el teléfono a un lado para ocuparse de otras prioridades, como la oración y el estudio bíblico, los servicios de sábado, el trabajo, manejar el auto, las comidas familiares, el tiempo en familia… creo que ya se entiende la idea.
Aquí hay algunos ejemplos que le ayudarán a evaluar cuándo relajarse y protegerse:
- Cuando las conversaciones están llenas de chismes y de hablar mal de otras personas.
- Cuando se da cuenta de que el tiempo que pasa digitalmente con otra persona está desequilibrado y le distrae de sus prioridades personales o espirituales.
- Cuando una persona habla constantemente de sí misma.
- Cuando las conversaciones están llenas de lenguaje soez o vulgar.
La Biblia ofrece consejos sólidos acerca de las compañías que tenemos. Me gusta cómo la Biblia traduce 1 Corintios 15:33: “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres”. La compañía digital que mantenemos con otros es tan importante como la compañía física.
Por otro lado, recuerde que debemos ser cariñosos y amables al tratar con los demás. En la medida de lo posible y dentro de nuestro control, debemos “vivir en paz” con todas las personas (Romanos 12:18).
¿Y ahora qué?
Este es un tema complicado porque vivimos en una época con numerosas plataformas de comunicación. ¡Atrás quedaron los días de los teléfonos de discado y del envío de cartas! Pero una cosa sigue siendo cierta: las habilidades de comunicación son a menudo las habilidades sociales más importantes que podemos desarrollar.