La capacidad de asombro es la habilidad de sorprenderse. Es un sentimiento profundo al presenciar algo bello, inesperado, misterioso y trascendental.

La capacidad de asombro no se limita sólo a las experiencias grandes y extraordinarias. De hecho, se puede encontrar en las cosas más simples y cotidianas.
Observar la belleza de una flor, el canto de un pájaro, una puesta de sol, el amanecer o incluso el simple acto de respirar, puede ser una fuente de asombro increíble en estos tiempos.
Sin embargo, en la sociedad actual estamos constantemente bombardeados con información y estímulos superficiales. Esto está generando una sobrecarga a nuestros sentidos, lo que dificulta la capacidad para asombrarnos de las cosas a nuestro alrededor. A menudo estamos tan ocupados con nuestras vidas y nuestras preocupaciones diarias que nos olvidamos de tomar un momento para simplemente apreciar la belleza y la maravilla del mundo a nuestro alrededor.
La capacidad de asombro se está perdiendo
La capacidad de asombro puede disminuir debido a una variedad de factores en el mundo moderno.
La tecnología es uno de ellos. Existen tantos avances y tan rápidos que no somos capaces de absorberlos. Ya nada es tan impresionante y todo se percibe como normal.
La naturaleza, lamentablemente ha sido postergada. El pasar tiempo al aire libre es lo que menos existe ahora. La ciudad y los aparatos están encarcelando a nuestros sentidos y enclaustrando la posibilidad de mirar lo bello, hermoso y asombroso de la vida.
Las rutinas y repeticiones están también haciendo que nuestra vida sea plana y nada nos maraville.
Las relaciones personales están siendo reemplazadas por las redes sociales. Poca gente se agrada de una buena conversación, alejándonos así cada vez más del asombro que genera la confianza y la profundidad en una buena relación personal.
Como seres humanos estamos siendo impactados por la tecnología y esto está afectando otras áreas de nuestra vida. El autor del libro “Lo que Internet le está haciendo a nuestros cerebros”, de Nicholas Carr, menciona lo siguiente: “Lo que hace la Red es cambiar el énfasis de nuestra inteligencia, alejándonos de lo que podría llamarse una inteligencia meditativa o contemplativa y nos lleva hacia lo que podría llamarse una inteligencia utilitaria. El precio de saltar entre muchos bits de información es una pérdida de profundidad en nuestro pensamiento”.
Como podemos ver, muchas cosas están pasando en nuestra vida que están eliminando la capacidad de asombrarnos. Todo se está volviendo liviano, plano e improductivo. Sobrevivir se ha transformado en la esencia de nuestra vida. El trabajo, el dinero, y muchas otras cosas están reemplazando la capacidad para tener tiempo de asombrarnos y pasar por alto algunas cosas espectaculares que están pasando en nuestra vida
La fiesta del asombro
¡La forma en que el Espíritu Santo llegó en el día de Pentecostés en el año 31 D.C., fue algo espectacular y asombroso! Fue tan sorprendente que en ese día “de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen” (Hechos 2:2-4).
Estas demostraciones inexplicables dejaron claro que algo inusual había ocurrido y que requería de un poder sobrenatural. Fue tan asombroso, que todos los presentes comenzaron a juntarse. Querían ser parte de lo maravilloso que estaba aconteciendo. El libro de los Hechos menciona que “… hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados…” (Hechos 2:6).
¡Qué impactante y qué asombroso fue ese día para los apóstoles y todos los que estaban presentes! Todos quedaron tan asombrados que luego del sermón del apóstol Pedro se preguntaron: “¿Qué haremos ahora?”.
Cosas que ojo no vio ni oído oyó
A partir de aquel momento los apóstoles, llenos del Espíritu Santo, comenzaron a realizar milagros y a proclamar el evangelio del Reino de Dios con valentía y autoridad. Los nuevos creyentes se unieron al grupo y compartieron todas las cosas en común. El Espíritu Santo fortaleció los lazos de amor y unidad entre todos los que creyeron.
El apóstol Pablo, conocedor del poder del Espíritu Santo y de los efectos que generaría en la vida de los que se convirtieron, les habló diciendo: “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).
Cosas increíblemente poderosas y transformadoras en la vida de aquellos que recibieron el Espíritu Santo iban a comenzar a suceder. Desde ahí en adelante, Dios revelaría nuevas cosas… que ojo no había visto, ni oído había escuchado jamás.
El asombroso fruto del Espíritu Santo
El apóstol Pablo habló muchas veces acerca del Espíritu Santo y del fruto que producía éste dentro de nosotros. Él mencionó: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Efesios 5:22-23).
Lo asombroso y trascendental para un cristiano es producir ese fruto. Es una maravilla que nos esforcemos cada día, doblegando la naturaleza humana para convertirla en una naturaleza parecida a la de Jesucristo. Producir el fruto del Espíritu Santo implica:
- Sorprender a nuestro prójimo con amor genuino: “El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:8).
- Esforzarnos cada día por tener el gozo de Dios: “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4).
- Ser pacificadores unos con otros: “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9).
- Mostrar a todos nuestra paciencia: “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza (Romanos 15:4).
- Convertir nuestros propios intereses en generosidad hacia los demás: “Porque el fruto del Espíritu es bondad, justicia y verdad” (Efesios 5:9).
- Pedir a Dios fe que impacte nuestra vida y la de todos los que nos rodean: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
- Cultivar la humildad en nuestra vida, derrotando la soberbia y la altivez: “Riquezas, honra y vida son la remuneración de la humildad y del temor del Eterno” (Proverbios 22:4).
- Buscar la templanza, el balance y el dominio propio en nuestros actos y pensamientos: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2 Timoteo 1:7).
El autor del libro “Por qué es importante para todos lo que pensamos, decimos y hacemos” Paul David Tripp, mencionó lo siguiente: “Lo que captura tu asombro controla tu corazón y da forma a tu respuesta a la vida”.
Sí, la vida con el Espíritu Santo es asombrosa, bella, llena de significado y trascendental. Si esto captura nuestro asombro, también controlará nuestro corazón. De esta manera, nadie que conozca a Dios debe dejar de maravillarse de llevar en sí mismo un depósito del Espíritu Santo, que es la genética misma de Dios para poder producir su fruto.