Huaraz fue el lugar escogido para el campamento de jóvenes de 2012 en Perú. Ciudad ubicada en los Andes, caracterizada por su hermoso cielo azul, amables pobladores, esplendorosos nevados que, en su inmensidad, describen un límite natural para las extensiones de la localidad y, como al llegar lo notamos todos los visitantes, muy poco oxígeno.
Fue allí donde 24 jóvenes, en el rango de 10-22 años de edad, durante seis días, tuvimos la oportunidad de compartir tiempo juntos, aprender, divertirnos y relajarnos; gracias al trabajo conjunto de nuestro ministro y un grupo de adultos voluntarios. El viaje se llevó a cabo en distintos grupos y distintas empresas de transporte.
El campamento empezó el lunes 30 de julio. Comenzamos con una deliciosa cena servida por nuestro hermano Félix Valentín. Su restaurante también fue sede de la mayoría de almuerzos y cenas de los días que pudimos estar allá.
En el hotel nos hospedamos en diferentes habitaciones, una grande para las mujeres, asimismo otra para los hombres, dos más para los adultos voluntarios y otra para nuestro ministro y esposa. Como se podrán imaginar, en las habitaciones de los jóvenes había largas conversaciones, música y mucha diversión. Y era así como siempre acababan nuestros días: charlas desde la comodidad de la cama y ya totalmente exhaustos, un sueño bajo la calma de las noches huaracinas.
Nuestros días comenzaban con un nutritivo desayuno. Después del alimento físico, nos tocaba nuestra porción de alimento espiritual. Cada día teníamos uno o dos estudios bíblicos. Todos estos estudios estaban liderados por nuestro ministro y se tocaron temas de gran importancia para los jóvenes en la actualidad: la vestimenta, etapas de la vida, prioridades, la influencia de las redes sociales, la importancia del sábado y las fiestas. En el primer estudio, todos los jóvenes fuimos divididos en grupos y cada uno de estos grupos debía desarrollar y exponer un tema dispuesto por el ministro. Esto hacía de los estudios algo dinámico e interesante, pues los mismos jóvenes podían exponer y compartir lo que habían aprendido.
El resto del día fue complementado siempre con alguna actividad entretenida. Tuvimos un karaoke, en el que además de cantar, se podía bailar. Un paseo a las lagunas de Llanganuco, donde contemplamos la hermosa obra de Dios al ver los magníficos nevados más de cerca y las serenas lagunas que reflejaban su alrededor en un tono verdoso. Pudimos disfrutar de un tour por la ciudad, liderado por un miembro de la Iglesia en Huaraz, el Ingeniero Freddy Cáceres, paseo que culminó con la degustación de deliciosas raspadillas (hielo triturado del nevado Huascarán mezclado con dulces de fruta).
Otra noche se organizaron juegos de salón, con varias competencias y grupos que permitieron que todos nos divirtiéramos. Todos salimos “casi” ilesos, listos para descansar y recuperar las energías.
En los momentos libres, el tiempo era usado tanto para hacer tareas como para ensayar algún número para la noche de talentos, noche que fue especial debido a un número musical preparado por las chicas de la Iglesia. Hubo diferentes presentaciones, con estilos, ritmos y colores distintos. Y cabe resaltar que los valientes jóvenes también tuvimos la oportunidad de jugar el tan esperado partido de fútbol, que jugamos por más de una hora con el oxígeno y viento en contra gastando todas las energías que aún nos quedaban.
Para comenzar el sábado tuvimos una cena especial en el restaurante de la familia Cano, miembros de la congregación en Huaraz. Esa noche degustamos una sabrosa carne especial, acompañada por papas fritas, ensalada y refresco. Al día siguiente, llegó la hora del servicio de sábado. Todos nos preparamos para, junto a nuestros hermanos de la localidad, cantar himnos a Dios, presentar la música especial con un coro de todos los jóvenes asistentes al campamento, y también escuchar de su palabra en los mensajes que nos dieron. Fue muy bonito estar reunidos aquel día con hermanos a los que vemos sólo una o dos veces al año.
En la noche, después de cenar un delicioso pollo a la brasa, llegó el momento de tener la última actividad: el baile de despedida. El compañerismo, unidad y diversión se podían sentir en el salón.
El campamento de jóvenes 2012 en Huaraz fue un éxito con la guía de Dios, el trabajo de nuestro ministro, su esposa y su equipo de voluntarios que siempre estuvieron dispuestos a ayudar, responder preguntas, apoyarnos y alegrarnos. Todos los jóvenes volvimos agradecidos y felices de esta gran actividad y esperamos, claro, que en el futuro se vuelva a repetir. La alegría se mezclaba con melancolía y las despedidas se veían llegar, pero el adiós no será por mucho tiempo.
—Patrick Haase/Alec Quijano