Durante mi reciente visita a la Iglesia en Singapur, mi esposa Elize y yo, viajamos a la isla de Bantam, para encontrarnos con los miembros que viven allí. Bantam, con una población de más de 1.1 millón de personas, es parte de la República de Indonesia y está localizada a 20 kilómetros afuera de la costa sur de Singapur. Con su clima tropical, es uno de los destinos turísticos que más está creciendo en Indonesia, en términos de llegada de visitantes.
Indonesia está compuesta de 17.508 islas y tiene una población de 240 millones, lo que la hace la cuarta nación más grande del mundo, y tiene la mayor población musulmana de todas. Con los años, extensas áreas han sido golpeadas por desastres climáticos y, dos días después de nuestra partida, experimentaron un terremoto de 8,6 grados en la escala de Richter. Afortunadamente, el terremoto no desencadenó un tsunami destructivo, como muchos habitantes de Indonesia temían.
En la isla viven los miembros Edward Simanjutak, su esposa, Lilik Turiastutik, y su hija de 13 años, Belinda. Pensamos que la historia de cómo Edward se enteró acerca de la verdad y se convirtió finalmente en parte de la Iglesia es algo fascinante e inspirador.La historia de Edward comenzó en 1984 cuando recibió la revista La Pura Verdad. A la edad de 27 años, él estaba convencido de la necesidad de progresar en la educación, especialmente en lo relativo al inglés. Esta revista le iba a ayudar a avanzar respecto a esto. Sin embargo, su contenido comenzó a interesarle en cuanto a lo que decía acerca del propósito de la vida.
Después de ver en la revista la promoción de un folleto ¿Por qué nació usted?, solicitó una copia. Lo que aprendió le dio nuevo sentido y propósito a su vida y lo inspiró a investigar y a profundizar en el estudio. Luego ordenó un artículo acerca de la identidad de la Iglesia verdadera, y después uno acerca del sábado y el Curso Bíblico por Correspondencia. Ahora estaba muy entusiasmado con la verdad y cómo la Escritura respaldaba lo que él estaba leyendo.
Sin embargo, obedecer lo que decía la Biblia se convirtió en un gran desafío y una prueba en su forma diaria de vivir. Al entender que Dios esperaba que él guardara el sábado, se acercó a su jefe, el Sr. Slamet, quien era musulmán, y le pidió permiso para tener el día libre y así poder guardar el santo día del sábado. Lo que sigue en la historia de Edward muestra cómo él se aferró a la verdad de Dios, a pesar de la oposición.
La prueba del sábado
“Una mañana toqué a la puerta de su oficina y él me abrió. Yo le dije humildemente pero con firmeza: ‘He aprendido de la Biblia que no debo trabajar el sábado. He venido a solicitarle el favor de que me dé un permiso para no trabajar los sábados’. También le dije que podría trabajar el domingo para remplazarlo.
“‘Bueno, usted sabe que oficialmente, el sábado es un día laboral. Lo siento, pero no puedo cambiarlo. Si usted está convencido de lo que está pidiendo, usted va a tener que renunciar a su trabajo’, me contestó él.
“En ese momento yo no quería renunciar a mi trabajo. Si no trabajaba, ¿de qué iba a vivir? Pero al mismo tiempo sentía profundamente que era necesario guardar el sábado. En ese momento estaba muy ocupado leyendo el folleto ¿Cuál día es el sábado cristiano?, pero no lo había terminado aún. A medida que continué leyéndolo, llegué a las últimas páginas en las que el Sr. Armstrong daba algunos consejos para acercarse al jefe cuando se presentaban ciertas circunstancias laborales.
“El siguiente párrafo me llamó mucho la atención: ‘Use la sabiduría y pida la ayuda de Dios… he aprendido de muchos casos, que 9 de cada 10 conservan su trabajo, y ese uno que lo pierde entre cada 10… pronto encuentra uno mejor’.
“Esto me dio mucho valor y coraje, así que volví a la semana siguiente a la oficina de mi jefe. Pero, otra vez sencillamente dijo que no. Su respuesta fue la misma que la anterior, y él se mostró un poco disgustado con mi segunda solicitud. Me pidió que dejara el trabajo. Me regresé a mi oficina triste y descontento.
“Al sábado siguiente, cuando estaba leyendo el libro del Sr. Armstrong, El misterio de los siglos, empezaron a circular ciertos pensamientos por mi mente. Era como si Dios estuviera preocupado por que yo le estuviera obedeciendo a Él, pero yo no. ‘Edward, ¿por qué no estás haciendo lo que sabes que es correcto? Sabes que el sábado es santo, pero has estado quebrantándolo’. Parecía que ahora fuera demasiado tarde. Mi mente estaba intranquila y estaba muy acongojado y triste”.
El momento de la verdad
“En esa época vivía en un cuarto alquilado en la casa de un colega. Después de lo que pasó, me senté en la cama sintiéndome el hombre más miserable del mundo. Pensaba que ya mi vida no tenía sentido porque Dios me había rechazado. Perdí el apetito y no podía dormir. Me quedé sentado en la cama hasta las 2 de la mañana, cuando me acosté a dormir. Me levanté cerca de las 4 con mucha tristeza. Era domingo por la mañana. Por aquel entonces era miembro de una pequeña iglesia protestante y tocaba el órgano durante los servicios. Esa mañana tomé la decisión de no volver a asistir, ya que ésta no era la Iglesia de Dios.
“Finalmente, tomé una decisión desesperada. Me dije a mí mismo: ‘Voy a guardar el sábado, sin importar lo que suceda. Voy a guardarlo aunque tenga que morir’. En el momento en que hice este compromiso entendí que Dios me perdonaría y me respaldaría. Cuando entendí esta verdad, la alegría y el gozo me llenaron y yo brincaba en mi cuarto. Sin embargo, al día siguiente, lunes, fui a trabajar y el Sr. Slamet me pidió que fuera a su oficina.
“Me miró y me dijo: ‘Edward, hemos abierto un nuevo departamento. Usted será transferido allí para que usted pueda guardar el sábado’. Yo estaba feliz, pero mi felicidad era inmensa ya que en el nuevo departamento iba a trabajar menos horas, lo que me permitiría estudiar más la Biblia con la ayuda del Curso Bíblico por Correspondencia. Sin embargo, vendrían nuevos desafíos”.
Más desafíos
“Los miembros de mi familia estaban preocupados porque había dejado mi antigua iglesia. Mi hermano le contó a mi padre, quien vivía lejos (en el norte de Sumatra) y me pidió que viniera a Palembang, en Sumatra del sur. Con la llegada de mi padre, mi hermano se enfrentó conmigo en mi cuarto alquilado y me pidió que le explicara a mi padre mi decisión de guardar el sábado. Mi hermano estaba muy triste y me hizo muchas preguntas.
“Después de un rato me dijo: ‘Lo voy a matar si usted se une a esa iglesia’. Estaba furioso y golpeaba la mesa. Tomó tres objetos que estaban encima y en un ataque de ira me los tiró. Pero los objetos salieron volando en diferentes direcciones y ninguno me golpeó. Eran las 4 de la tarde del viernes, así que decidí que era un buen momento para irme y prepararme en mi cuarto alquilado, para el sábado que ya estaba próximo”.
Vinieron muchas pruebas cuando Edward perdió su empleo y estuvo un tiempo sin tener dónde vivir. Sin embargo, un amigo le ayudó a encontrar un trabajo como traductor en la oficina principal de una fábrica de ropa en Bandung, la capital de Java Occidental. Él era el único empleado que no trabajaba el sábado. Edward lo explica así:
“Como resultado de esto, algunos empleados se pusieron celosos y yo fui trasladado a un departamento inferior en donde hacia un trabajo más irrelevante. Sin embargo, casi un año después, fui transferido nuevamente a la oficina principal porque ellos necesitaban un traductor. Trabajé allí cerca de cinco años antes de obtener un empleo como profesor privado de inglés. Más tarde fui empleado por una compañía japonesa en Bantam”.
Allí fue donde Edward conoció a quien sería su futura esposa, Lilik. Trabajó allí durante cinco años más y luego se trasladaron a donde están viviendo actualmente, en Bantam. Edward fue bautizado en 1992 y Lilik en 2003.
Actualmente, Edward, con la ayuda y el respaldo de Lilik, tiene una escuela privada de enseñanza de inglés. Al lado de su casa tienen un lugar que está adecuado para enseñar casi todos los días. Este proyecto está siendo bendecido y provee a la familia con un ingreso suficiente para sus necesidades diarias. En la mayoría de los días santos, y en otras oportunidades que también se presentan, viajan en ferri hasta Singapur para asistir a los servicios y compartir con los hermanos allí. Continúan fieles y leales a Dios y a su camino de vida.
— Por André van Belkum
pastor de las congregaciones de Christchurch y Hamilton en Nueva Zelanda.