Si usted se arrepiente de sus pecados y le pide a Dios perdón por ellos, ¿lo perdona Dios? La gran mayoría de las personas dirían que sí. Casi todos creen que Dios perdona los pecados cuando se lo pedimos, pero entonces, ¿por qué la Biblia nos dice que es necesario bautizarnos para obtener el perdón de los pecados?
“Y Pedro les dijo: Arrepentíos y sed bautizados cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
¿Acaso es necesario arrepentirse y bautizarse para que nuestros pecados nos sean perdonados? La respuesta es un enfático: ¡sí! El bautismo es imprescindible. Muchos creen que son verdaderos cristianos debido a que fueron bautizados cuando eran bebés. Analicemos si ese tipo de bautismo es válido.
Muchas personas están confundidas hoy en día. A pesar de darse cuenta que el bautismo es un requerimiento bíblico, creen que tan sólo es un rito para agradecer a Dios por su perdón y que puede llevarse a cabo cuando son bebés. El bautismo no debe ser sólo una tradición de los padres o de la iglesia. A Dios no le interesa que cumplamos ritos o tradiciones. ¡Dios requiere entendimiento, sinceridad y verdad! (Juan 4:24).
El bautismo es mucho más que un rito o requisito religioso. Su simbolismo está lleno de significado y propósito. ¿Se ha preguntado usted por qué Jesucristo se bautizó? Él no tenía pecados que debían ser perdonados, sin embargo le pidió a Juan el Bautista que lo bautizara para que se cumpliera toda justicia. ¡Jesucristo se bautizó para darnos ejemplo!
Notemos que sus padres no lo llevaron para que fuera salpicado con agua cuando era bebé. Entre las muchas cosas que Jesús nos enseñó al bautizarse como adulto, fue dejarnos clara la forma en que se debe realizar un bautismo. Jesucristo no fue salpicado ni rociado; no se derramó agua sobre su cabeza, sino que fue sumergido totalmente en el agua; su cuerpo fue completamente inmerso en el río Jordán.
La palabra “bautizo” viene de la palabra griega baptizo, que significa inmersión. Esto implica que al bautizarse uno debe quedar totalmente sumergido bajo el agua. El rociar, salpicar o derramar agua sobre la cabeza no es válido, mucho menos cuando el individuo es un bebé que ni siquiera puede arrepentirse de sus pecados, si en realidad los tuviera.
Veamos algunos ejemplos bíblicos del bautismo que arrojan más luz sobre el tema. En Juan 3:23 se nos dice que Juan el Bautista requirió de “muchas aguas” para bautizar. Las Escrituras dicen que cuando Jesús fue bautizado “subió luego del agua” (Mateo 3:16), y cuando Felipe bautizó al eunuco, “descendieron ambos al agua” y después “subieron del agua” (Hechos 8:38-39).
¿Por qué es importante esto? Por lo que el bautismo representa. El ser sumergido en agua representa ser sepultado, y el subir del agua representa la resurrección. El bautismo manifiesta nuestra fe en Jesucristo y en que murió por nuestros pecados. Y representa nuestra fe en que Cristo resucitó después de permanecer tres días y tres noches en el sepulcro (1 Corintios 15:3-4).
El bautismo representa también reconocer que necesitamos hacer morir nuestra antigua forma pecaminosa de vivir (Colosenses 3:5; 2:12). Y el subir del agua simboliza una nueva manera de hacer las cosas a partir de ese momento (Romanos 6:3-6). Nuestro bautismo es un acto de querer cambiar; una decisión personal y un compromiso con Dios de vivir nuestra vida de acuerdo a su palabra.
En el evangelio de Marcos leemos: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos 16:16). Ananías le dijo a Saulo de Tarso (quien viniera a convertirse en el apóstol Pablo): “Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).
Cuando una persona madura llega al entendimiento espiritual y se arrepiente genuinamente de sus pecados pasados, debe ser bautizada mediante la total inmersión en agua para obtener el perdón de esos pecados. Sólo así podrá recibir el Espíritu Santo y sólo así podrá ser perdonada.
— Por Lauro Roybal